jueves, 4 de julio de 2013

Los mejores tres días de mi vida






Lo decidimos de antemano: íbamos a pasar tres días juntos en una ciudad de nuestra elección e íbamos a hacer de todo lo que quisiéramos, sin compromisos, sin esperar nada, sin pensar en problemas, sin dejar que nada ni nadie nos molestara.   Solo tú y yo y nuestros deseos.  Íbamos a darnos todo, sin límites.

Tomamos esa decisión porque tú acababas de salir de una relación y no estabas listo para entrar a otra y yo porque me sentía sola.  

Elegimos la ciudad de Buenos Aires porque es cosmopolita, por tener un toque europeo y por ser un lugar donde nadie nos conocía. 

Ambos viajamos a esa ciudad y nos encontramos en el hotel.  Tu habías llegado una hora antes que yo.  No se me ocurrió ver qué clase de hotel era por que confiaba plenamente en ti.  Al llegar al hotel me impresioné: era un hotel 5 estrellas.  Habías reservado una de las mejores habitaciones.  Al entrar a la habitación me quedé pasmada: Tenía una sala con la televisión plasma más grande que había visto y un balcón con una vista increíble sobre la ciudad.  Tenía un bar, un escritorio y una chimenea de mármol.  En otra habitación estaba una cama redonda espectacular y un espejo igual de Redondo en el techo.  Al lado quedaba un closet que tenía puertas de espejo también.  Dejé mi maleta en la cama y te escuché en el baño, llamando por mi nombre.

Cuando entré al baño me sorprendí de ver un jacuzzi en el cuál estabas desnudo pero las burbujas de jabón no dejaban ver tu cuerpo entero.   Mi vista se posó en tu pecho tan masculino, mejor de lo que me imaginaba y en tus labios carnosos y deseables.  Tenías una botella de Champán a la par y me dijiste: “¡Bienvenida querida!  ¿Te apetece una copa?”  

Te dije que sí y me dijiste que te acompañara en el Jacuzzi.  Te dije que me dieras un momento.  Regresé a la habitación y me senté a la orilla de la cama.  No podía creer que fuéramos a hacer esto.  Te había deseado por meses, desde que nos vimos en Washington por negocios.  Ambos nos gustamos y seguimos en contacto.   Poco a poco las conversaciones se hicieron más picantes y llegamos a tener una relación virtual.  Nunca coincidíamos en la misma ciudad, hasta en ese día….

Me sentía ansiosa y un poco asustada de lo que íbamos a hacer.  Nunca había tenido una aventura como ésta pero ya estaba acá y lo quería, claro que lo quería.  Así que decidí que me iba a olvidar de todo y disfrutar.  Dejarme llevar.  No pensar en nada más.  

Me desnudé en la habitación y entré de nuevo al baño.  Me viste entrar y no te dejé de verte a los ojos. Me solté el pelo y exploré con un pie la temperatura del agua.  Tú estabas extasiado viéndome de pies a cabeza.  Entré al jacuzzi y me senté a la par tuya.  Me diste una copa con Champagne y brindaste: “Por este fin de semana”.

Entre las burbujas del jacuzzi y las del Champagne nos amamos por primera vez.  No dejamos ni una parte de nuestros cuerpos sin explorar, besar y tocar.  Pasamos varias horas amándonos hasta que decidimos que era hora de comer y explorar la ciudad.   

Salimos tomados de la mano, riéndonos y haciendo bromas.  Fuimos a uno de los mejores restaurantes de la ciudad donde había un espectáculo de Tango.  Comimos la mejor carne y bebimos vino tinto mientras disfrutábamos del espectáculo.  Bailamos comiéndonos a besos y sin quitarnos las manos de encima. 
Esa noche después de amarnos una vez más, dormimos abrazados.  

Al siguiente día nos despertamos y pedimos el desayuno en la cama.  Nos amamos otra vez y fuimos a explorar la ciudad.  Al cansarnos nos sentamos en una plaza a comer y beber algo y hablamos de nuestras vidas.  Tú me contaste de la loca de tu ex y las tonteras que te hacía y yo te conté de mi soledad, del último amante y de que necesitaba un cambio en mi vida.  Nos sinceramos de una manera tal que hablamos por varias horas entre copa y copa.  Al finalizar la conversación sentimos una gran urgencia de amarnos de nuevo y regresamos al hotel para hacerlo.  Nos amamos y quedamos en la cama abrazándonos y besándonos y diciéndonos lo que queríamos cambiar de nuestras vidas y lo que queríamos hacer en un futuro.

Ni tú ni yo mencionamos nada de una relación ni entre nosotros ni con nadie más.  Nos bañamos juntos enjabonando cada parte de nuestro cuerpo.  Fue la ducha más larga que he tomado en mi vida.  Volvimos a salir y fuimos a un restaurante a comer.  Esta vez el restaurante era pequeño, romántico e íntimo.  Comimos y después fuimos a bailar.  Bailamos hasta el amanecer, nos seducimos con el baile y conocimos a gente interesante.   No recuerdo ni cuándo ni a qué hora regresamos al hotel.   

Y se llegó el tercer día.  Otra vez desayuno en la cama y sexo después.  Nos quedamos en la cama hablando, tocándonos y besándonos.  Decidimos ir a un festival de música que había en la ciudad. Cómo ambos teníamos vuelos hasta entrada la noche decidimos pedir una extensión en el hotel para quedarnos hasta la hora que tuviéramos que ir al aeropuerto.  

Fuimos al festival de música y nos divertimos comiendo algodones, subiendo a los juegos y escuchando y bailando con las bandas que tocaban.  

Regresamos al hotel y nos amamos por última vez.  Esa vez nos amamos sin reparos, nos tocamos y besamos en cada rincón para guardarlo en la memoria y nos abrazamos fuerte al terminar.  Te dije que eran los mejores tres días que había tenido en mucho tiempo.  Sonreíste y me dijiste que para ti también.

Camino al aeropuerto íbamos callados tomados de la mano viendo fuera de la ventana.  Yo iba triste, no quería irme y regresar a mi realidad.  Tu tampoco, aunque no me lo dijiste pero tu silencio me lo insinuó al oído.  Nuestras manos tristes se despedían acariciándose.  

Al llegar al aeropuerto nos abrazamos y dimos el último beso para cada cuál partir a su destino.  Me entraron ganas de llorar pero me las aguanté.

En el avión me di cuenta que no hicimos ningún plan para el futuro.  No sabía si te iba a ver de nuevo.  Pero creo que si nos juntáramos de nuevo no sería igual ya que tal perfección no se repite…o sí, no lo sé.  Solo sé que tengo unas ganas intensas de llamarte, de pedirte que vengas a verme, de hacer planes contigo pero no voy a hacer nada.  

Lo que vivimos fue una locura hermosa.  Recuerdo que al momento de salir del hotel tuve el presentimiento que nos íbamos a volver a ver de esa manera.  Sonrío al recordarlo.  Anhelo que se haga realidad.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario