Lo decidimos de antemano: íbamos a pasar
tres días juntos en una ciudad de nuestra elección e íbamos a hacer de todo lo
que quisiéramos, sin compromisos, sin esperar nada, sin pensar en problemas,
sin dejar que nada ni nadie nos molestara.
Solo tú y yo y nuestros deseos. Íbamos
a darnos todo, sin límites.
Tomamos esa decisión porque tú acababas de
salir de una relación y no estabas listo para entrar a otra y yo porque me
sentía sola.
Elegimos la ciudad de Buenos Aires porque
es cosmopolita, por tener un toque europeo y por ser un lugar donde nadie nos
conocía.
Ambos viajamos a esa ciudad y nos
encontramos en el hotel. Tu habías
llegado una hora antes que yo. No se me
ocurrió ver qué clase de hotel era por que confiaba plenamente en ti. Al llegar al hotel me impresioné: era un
hotel 5 estrellas. Habías reservado una
de las mejores habitaciones. Al entrar a
la habitación me quedé pasmada: Tenía una sala con la televisión plasma más
grande que había visto y un balcón con una vista increíble sobre la
ciudad. Tenía un bar, un escritorio y
una chimenea de mármol. En otra
habitación estaba una cama redonda espectacular y un espejo igual de Redondo en
el techo. Al lado quedaba un closet que
tenía puertas de espejo también. Dejé mi
maleta en la cama y te escuché en el baño, llamando por mi nombre.
Cuando entré al baño me sorprendí de ver
un jacuzzi en el cuál estabas desnudo pero las burbujas de jabón no dejaban ver
tu cuerpo entero. Mi vista se posó en
tu pecho tan masculino, mejor de lo que me imaginaba y en tus labios carnosos y
deseables. Tenías una botella de Champán
a la par y me dijiste: “¡Bienvenida querida!
¿Te apetece una copa?”
Te dije que sí y me dijiste que te
acompañara en el Jacuzzi. Te dije que me
dieras un momento. Regresé a la
habitación y me senté a la orilla de la cama.
No podía creer que fuéramos a hacer esto. Te había deseado por meses, desde que nos vimos
en Washington por negocios. Ambos nos
gustamos y seguimos en contacto. Poco a
poco las conversaciones se hicieron más picantes y llegamos a tener una
relación virtual. Nunca coincidíamos en
la misma ciudad, hasta en ese día….
Me sentía ansiosa y un poco asustada de lo
que íbamos a hacer. Nunca había tenido
una aventura como ésta pero ya estaba acá y lo quería, claro que lo
quería. Así que decidí que me iba a
olvidar de todo y disfrutar. Dejarme
llevar. No pensar en nada más.
Me desnudé en la habitación y entré de
nuevo al baño. Me viste entrar y no te
dejé de verte a los ojos. Me solté el pelo y exploré con un pie la temperatura
del agua. Tú estabas extasiado viéndome
de pies a cabeza. Entré al jacuzzi y me
senté a la par tuya. Me diste una copa
con Champagne y brindaste: “Por este fin de semana”.
Entre las burbujas del jacuzzi y las del Champagne
nos amamos por primera vez. No dejamos
ni una parte de nuestros cuerpos sin explorar, besar y tocar. Pasamos varias horas amándonos hasta que
decidimos que era hora de comer y explorar la ciudad.
Salimos tomados de la mano, riéndonos y
haciendo bromas. Fuimos a uno de los
mejores restaurantes de la ciudad donde había un espectáculo de Tango. Comimos la mejor carne y bebimos vino tinto
mientras disfrutábamos del espectáculo.
Bailamos comiéndonos a besos y sin quitarnos las manos de encima.
Esa noche después de amarnos una vez más,
dormimos abrazados.
Al siguiente día nos despertamos y pedimos
el desayuno en la cama. Nos amamos otra
vez y fuimos a explorar la ciudad. Al
cansarnos nos sentamos en una plaza a comer y beber algo y hablamos de nuestras
vidas. Tú me contaste de la loca de tu
ex y las tonteras que te hacía y yo te conté de mi soledad, del último amante y
de que necesitaba un cambio en mi vida.
Nos sinceramos de una manera tal que hablamos por varias horas entre
copa y copa. Al finalizar la conversación
sentimos una gran urgencia de amarnos de nuevo y regresamos al hotel para
hacerlo. Nos amamos y quedamos en la
cama abrazándonos y besándonos y diciéndonos lo que queríamos cambiar de
nuestras vidas y lo que queríamos hacer en un futuro.
Ni tú ni yo mencionamos nada de una
relación ni entre nosotros ni con nadie más.
Nos bañamos juntos enjabonando cada parte de nuestro cuerpo. Fue la ducha más larga que he tomado en mi
vida. Volvimos a salir y fuimos a un
restaurante a comer. Esta vez el
restaurante era pequeño, romántico e íntimo.
Comimos y después fuimos a bailar.
Bailamos hasta el amanecer, nos seducimos con el baile y conocimos a
gente interesante. No recuerdo ni cuándo
ni a qué hora regresamos al hotel.
Y se llegó el tercer día. Otra vez desayuno en la cama y sexo
después. Nos quedamos en la cama
hablando, tocándonos y besándonos.
Decidimos ir a un festival de música que había en la ciudad. Cómo ambos
teníamos vuelos hasta entrada la noche decidimos pedir una extensión en el
hotel para quedarnos hasta la hora que tuviéramos que ir al aeropuerto.
Fuimos al festival de música y nos
divertimos comiendo algodones, subiendo a los juegos y escuchando y bailando
con las bandas que tocaban.
Regresamos al hotel y nos amamos por última
vez. Esa vez nos amamos sin reparos, nos
tocamos y besamos en cada rincón para guardarlo en la memoria y nos abrazamos
fuerte al terminar. Te dije que eran los
mejores tres días que había tenido en mucho tiempo. Sonreíste y me dijiste que para ti también.
Camino al aeropuerto íbamos callados
tomados de la mano viendo fuera de la ventana.
Yo iba triste, no quería irme y regresar a mi realidad. Tu tampoco, aunque no me lo dijiste pero tu
silencio me lo insinuó al oído. Nuestras
manos tristes se despedían acariciándose.
Al llegar al aeropuerto nos abrazamos y
dimos el último beso para cada cuál partir a su destino. Me entraron ganas de llorar pero me las
aguanté.
En el avión me di cuenta que no hicimos
ningún plan para el futuro. No sabía si
te iba a ver de nuevo. Pero creo que si
nos juntáramos de nuevo no sería igual ya que tal perfección no se repite…o sí,
no lo sé. Solo sé que tengo unas ganas
intensas de llamarte, de pedirte que vengas a verme, de hacer planes contigo
pero no voy a hacer nada.
Lo que vivimos fue una locura
hermosa. Recuerdo que al momento de
salir del hotel tuve el presentimiento que nos íbamos a volver a ver de esa
manera. Sonrío al recordarlo. Anhelo que se haga realidad.
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