martes, 24 de diciembre de 2013

Feliz Navidad al Estilo Kutz!

Que tengas una Navidad a todo dar!  Gracias por leerme y comentar!  Pronto volveré con más historias.

Un abrazo,

Kutz


miércoles, 11 de diciembre de 2013

30 lecciones de lo que he aprendido en mis 30’s



Hace poco cumplí 39 años y pasé un cumpleaños maravilloso y mágico.  En especial porque estaba teniendo muchos problemas en aceptar que es el último año de mis 30’s y tenía un cierto sentimiento de que no había logrado hacer todo lo que debería de hacer.

En realidad ese sentimiento no me lo cree yo sino que mis amigos y familia.  Algunos de ellos me tiran indirectas acá y allá porque no he logrado: tener hijos, casarme, ser dueña de una casa, tener una vida más centrada y no de tanta fiesta y viajes como la que tengo.

El día que cumplí 39 años conocí a un espíritu libre como yo de mi edad.  Me hizo sentir que yo era especial y que no era la única loca que tenía una visión diferente a los demás de cómo vivir la vida.  Aunque no sé si alguna vez lo volveré a ver, en una noche me hizo cambiar la perspectiva de mi vida y decir:¡Yeah baby!  He vivido mi vida de una manera increíble y si volviera a tener 30 años ¡no cambiaría nada de lo que he vivido!

He acá 30 lecciones y experiencias que he tenido en mis 30’s y que me han marcado o cambiado:


1.      He podido viajar a lugares remotos y exóticos como Tailandia, Bali (Indonesia) y Turquía.   En Tailandia estuve varada por 5 días (y mi hermano por 10) porque había una protesta contra el Presidente del país y lo querían derrocar.  Cerraron el aeropuerto y éramos aproximadamente 250,000 personas varadas.  El sentimiento de no poder salir de un país es horrible en especial cuando hay histeria colectiva.  Mi hermano y yo encontramos un grupo de holandeses con los cuales nos unimos y conservamos la calma y tratamos de pasar los días que estuvimos varados de la mejor manera posible.   Esa experiencia marcó mi vida y la de mi hermano para siempre.


2.      Conocí al amor de mi vida y tuve la oportunidad de amarlo por 6 años, luché por nuestro amor y aunque todavía lo amaba, supe que tenía que dejarlo ir, así que tomé una de las decisiones más duras de mi vida que fue la de separarme de él.  No me arrepiento para nada de haber estado con él por 6 años y le agradezco en el alma por los años maravillosos y las incontables experiencias que vivimos juntos.  Ahora mi felicidad es saber que él es feliz al lado de otra persona y que yo me siento bien y puedo vivir soltera.


3.      Aprendí que aunque tenemos amigos de años por una u otra razón tenemos que dejarlos ir.  Esta lección fue dura de aceptar en especial porque en alguna ocasión no supe la razón principal de nuestra separación.  Pero aprendí a aceptar y mirar hacia adelante.  Nuevos amigos han entrado a mi vida y me siento bendecida por ello.


4.      Por 9 meses estuve enferma del estómago y de los intestinos.  Tuve incontables exámenes y el doctor me diagnosticó el Síndrome del Colon Irritable.  Al aprender sobre la enfermedad, supe que era la salida más fácil para los doctores al no encontrar la causa real.  También aprendí que la mayoría de las personas que fueron diagnosticadas con esta enfermedad entraron en depresión al punto de dejar de trabajar y estarse en casa encerradas.  Mis síntomas eran que no podía retener nada de lo que comía, no podía beber alcohol, café o bebidas gaseosas, no tenía energía para nada, tenía el estómago hinchado y dolores por todos lados.  Me esforcé por seguir trabajando y seguir con mi vida normal.  No me dejé vencer.  Después de 9 meses el dolor se concentró en mi riñón derecho, empecé a tener síntomas de asma y no podía caminar del dolor.  Ahí se dio cuenta el doctor que lo que tenía era la bacteria E. Coli y que ya me estaba afectando los riñones y parte del pulmón.  Me dieron el antibiótico más fuerte por un mes que como consecuencia causó un problema capilar que permanece hasta ahora.  Pero lo principal es: que estoy viva.  Gracias a ello he aprendido a comer sanamente y a tomar mucha agua y también a agradecerle a Dios por la salud que me da cada día.


5.      He conocido gente de muchas culturas y aprendido algunas de sus tradiciones.  Esto me hizo darme cuenta que en Guatemala vivimos en nuestro propio mundo cerrado pero que deberíamos estar más abiertos al resto del mundo.  Entre mis mejores amigos cuento con una amiga de Malta, otra de Hungría y varios peruanos.   Tengo el privilegio de tener amigos de otras partes del mundo como Portugal, Brasil, Bélgica, Marruecos, Turquía, Indonesia, Italia, Croacia, Grecia (entre otros) y hasta conozco a alguien que viene de Katmandú, Nepal.  Es increíble las lecciones de vida que he aprendido de esta gente y que seguiré aprendiendo.


6.     He aprendido a vivir sin mi familia ya que soy la única que vive en Europa.  Los amo y extraño con locura y en cuanto puedo me acerco a ellos.  El problema está en que también ellos están repartidos por todos lados: Utah, Carolina del Norte, Las Vegas, Los Ángeles, Hawái, Guatemala.  Así que por ello formo familias temporales con mis amigos cercanos.  Es increíble los lazos tan fuertes que puedes tener con otras personas que son expatriadas como tú.


7.      He aprendido a abrirme camino en un país que no es el mío, con un idioma que no me gusta y con personas tan ajenas a mí.  He adaptado las cosas que me gustan de la cultura como usar una agenda, estar puntual a una cita, planear mi futuro, llevar un presupuesto pero también conservo cosas de mi cultura como ser espontánea, comer delicioso, hacer bromas aunque hayan problemas, ser feliz con las cosas sencillas y amar a la naturaleza. 


8.      He aprendido a ser yo, sin aparentar.  Con mis cualidades y mis defectos.  Aceptar que no a todos les caigo bien y aprender a que no me importe.  Así soy feliz.


9.      He sido afortunada de haber compartido mi cama con hombres hermosos en cuerpo y en alma.  Sé lo que ven y lo que más les gusta de mí. ¡Pilluelos! ¡Los adoro a todos!


10.  La lección más dura de todas es haber aprendido que no cuento con una mamá.  Que aunque esté viva no es posible ir con ella de compras, contarle mis cosas, de que sea mi compinche, que me consuele cuando la necesito.  Me costó aceptarlo pero finalmente llegué a la conclusión de que Dios así lo quiso y gracias a ello soy la mujer que soy.


11.  ¡Aprendí que me encanta cocinar!  También he aprendido a comer comida de otras culturas y apreciarlas.  Lo más extraño que he comido es: esperma, sangre y veneno de culebra.  Carne de cobra, rata, lagarto y avestruz.


12.  Aprendí que hay que aceptar que nuestro cuerpo está envejeciendo y cambiando pero que nosotros seguimos siendo las mismas personas por dentro. 


13.  Aprendí que soy responsable de mi propia felicidad y que puedo escuchar consejos pero yo soy la que sabe lo que es lo mejor para mí y que yo soy la que decidirá qué camino voy a tomar en mi vida.


14.  Acepté de que es una posibilidad de que no tenga hijos en los próximos 3 o 4 años y que puedo vivir sin ellos.  Que no necesito de hijos para ser feliz.  Me gustaría experimentar el ser mamá pero puedo hacerlo de otras maneras.


15.  Aprendí a que puedo usar tacones hermosos sin hacer que mis pies sufran por ello.  Por eso ahora sólo compro zapatos cómodos.


16.  Aprendí a vestirme de acuerdo a mi edad y a la ocasión (Aunque no pierdo oportunidad para enseñar las maravillosas piernas que todavía conservo).


17.  Aprendí que no toda la gente mayor tienen la razón y que a veces ellos también se equivocan. 


18.  Aprendí a vivir un duelo y aceptar los sentimientos que lo acompañan.


19.  Aprendí a aceptar un rompimiento amoroso o de amistad y que el tiempo lo cura todo y no aferrarse inmediatamente a otra persona.


20.  Entiendo la importancia de la ropa interior cómoda.


21.  Aprendí a respetar las opiniones y la crítica de los demás.


22.  Aprendí que es mejor enfrentar y resolver las deudas que esconderse e ignorarlas.


23.  Aprendí a apreciar una noche estrellada, una puesta del sol, el mar, los volcanes y las montañas.  Nada de eso puedo apreciar donde vivo a menos que me salga de mi rutina.


24.  Aprendí que no hay que meterse en los problemas o en la vida de los demás.  Uno puede aconsejar pero no puede hacer que esa persona haga lo que uno cree que es lo mejor para él o ella.


25.  Vivir el presente y no estar deseando lo que fue ayer o estar pensando en cómo será mañana.


26.  Aprendí a pedir ayuda cuando la necesito. Soy una persona independiente y casi todo el mundo me conoce de ser una persona de carácter fuerte.  Pero hay momentos en los que soy tan débil o sensible como cualquier otra persona y necesito ayuda.  Los consejos que recibo de mis amigos o familia cuando me siento así son increíblemente sabios y los atesoro.


27.  Aprendí a valorar la amistad.  Darme cuenta que tenemos amigos en diferentes categorías: Amigos para toda la vida, amigos de fiesta, amigos temporales, amigos que te hacen daño y te tienen envidia (si ya sé que entonces no son amigos pero se presentan como tal), etc.  De todos ellos he aprendido algo y les agradezco infinitamente por brindarme su amistad (aunque solo fuera para hacerme daño, eso solo me ha hecho más fuerte).


28.  He aprendido que uno puede cambiar hábitos en cualquier época de la vida. Tan solo con tener la perseverancia y resistencia para no volver a caer en ellos.


29.  He aprendido que el ser positivo te hace ver las cosas de distinta manera y te ayuda a alcanzar mayores cosas que ver todo con negatividad.  Es por ello que siempre tengo una sonrisa conmigo y trato de sacarle a lo malo, lo bueno.


30.  He aprendido que los sueños pueden hacerse realidad si tan solo uno hace el esfuerzo por alcanzarlos.  No importa la edad ¡sí es posible!




Todavía me falta un año en mis 30’s así que haré el esfuerzo para seguir haciendo cosas maravillosas y ¡empezar los 40’s con el pie derecho!


jueves, 5 de diciembre de 2013

Un cumpleaños feliz





Envejecer es algo duro.  En especial cuando se está en la recta final a los cuarenta.   Uno se pone a analizar la vida y darse cuenta que no ha realizado muchas cosas de las que se han prometido o no se han hecho los sueños realidad.  ¿Habrá tiempo para ello?   ¿O ya es demasiado tarde?

Con esos pensamientos estaba Carol esperando sus treinta nueve años.  ¿Quién lo iba a decir que Carol iba a estar en sus treinta y ocho todavía soltera y sin hijos?  Ella no lo planeó así, solo sucedió.  Y sentía una gran pesadez, casi llegando a la depresión de saberse sola a esta edad.   Pero Carol no se dejaba vencer por sus pensamientos negativos  así que se juntaba  seguido con sus amigos, la pretendían varios chicos y tenía tanta energía que podía andar de fiesta en fiesta como una veinteañera.   Pero no había encontrado esa persona con la que tuviera esa química que buscaba,  esa persona que la hiciera sentirse completa, su alma gemela.

Decidió pasar su cumpleaños en Barcelona con su amiga Juliana que vivía en esa ciudad.  Los días previos a su cumpleaños se la pasaron de compras, yendo a los lugares turísticos, a buenos restaurantes y bares.  Hablaron y coquetearon con chicos guapos y divertidos.  Visitaron otra ciudad y bebieron hasta más no poder.   

El día de su cumpleaños decidieron comer en un restaurante especial.  Se decidieron por uno de comida internacional recomendado por la gente local.  Se compraron las mejores ropas y se maquillaron y arreglaron el pelo hasta quedar de lo más guapas.  Se la pasaron riendo y hablando de todo un poco.  Comieron la comida más exquisita y bebieron de los cocteles más exóticos.  Querían divertirse y pasarla bien ya que Carol tenía que regresar a su país al día siguiente.

Después del restaurante se dirigieron al bar más popular de la zona.  Dentro del bar la mayoría eran veinteañeros pero a ellas no les importó.  Bebían, bailaban y charlaban con el que quisiera.  

Después de una hora de estar ahí, entro  un chico atractivo que enseguida posó la mirada en Carol.  Cuando ella lo vio sintió como una corriente eléctrica le recorría por el cuerpo.   El chico era conocido en el lugar, ya que saludaba a todos incluyendo al encargado del bar.  Después de algunas miradas furtivas entre los dos, el chico se dirigió dónde estaba Carol y se presentó como Esteban. 

Esteban era un chico local que trabajaba como Jefe del Departamento Técnico de una multinacional.  Lo increíble era que tenía la misma edad que Carol pero también se miraba más joven de lo que era.  Se pasaron la noche haciendo lo que  ambos hacían como cosa normal pero cada quién en su respectiva ciudad: Hablaban con todos, bebían, bailaban, hacían nuevos amigos.   Parecían una pareja que se conocían hacía mucho tiempo porque había armonía y la atracción era evidente entre ellos.  Tenían a la gente del lugar encantada y así también estaban el uno por el otro.

Media hora después de haberse conocido no pudieron más y se besaron tan apasionadamente parecía que no se iban a separar nunca.  Mientras más enredaron las lenguas más sabían que esa noche la iban a terminar en la cama juntos. 

Pasaban las horas Carol y Esteban estaban cada vez más y más románticos.  La pobre Juliana estaba sentada en un rincón aburriéndose de lo lindo.  Se desesperó tanto que le anunció a Carol que se iba y Carol ni siquiera reparó en su partida.

Se llegó la hora en la que el bar tenía que cerrar.  Se dirigieron a otro bar y sucedió la misma magia que en el primero: la gente encantada con ellos;  ellos bailando, bebiendo y hablando con todo el mundo.  Daba gusto verlos juntos, irradiaban felicidad y juventud, todos querían estar con ellos.

Llego un momento en que no podían más: se deseaban con  locura. No podían dejar de acariciarse y besarse. Se empezaron a meter mano por todos lados.  Ella estaba mojada y él la tenía dura. Era embarazoso pero a la vez se divertían de estarse tocando en público.  Decidieron dejar el bar y dirigirse al apartamento de Esteban.   

Al llegar al apartamento sus ropas volaron en un dos por tres por toda la habitación.  Se besaron de pies a cabeza y se tocaron por todos los rincones.   Estuvieron así por horas, amándose cada milímetro de piel, perdiéndose en cada suspiro, besando cada rincón. 

Mientras más se besaban, acariciaban y sentían, más querían estar juntos.  Estaban en el éxtasi total, en un plano astral del que no querían regresar nunca.   Entre besos y caricias Esteban le dijo a Carol:  “Te parecerá estúpido lo que voy a decir, a lo mejor pensarás que estoy loco pero quiero decirte que en este momento siento que te amo”.  Ella no lo podía creer.  Estaba reprimiéndose las ganas de decirle lo mismo.  Era inexplicable pero ese era el sentimiento que a los dos les embargaba.  Se dijeron “te amo” varias veces sin censuras y sin reproches.

Después de varias horas, agotados, se durmieron abrazados y con las manos entrelazadas.    Carol soñó que tenía que apurarse para irse en un avión.   Soñó que corría por la pista de aterrizaje detrás del avión y el avión se alejaba a toda velocidad de ella.  Se despertó de un sobresalto ya que entre sueño y realidad recordó que tenía que tomar un avión de verdad.  Vio la hora y se dio cuenta que era el momento justo para levantarse, vestirse, ir a la casa de Juliana a recoger sus cosas, e ir al aeropuerto a tomar el avión.  Pero estaba tan calientita y a gusto en los brazos de Esteban que volvió a cerrar los ojos.  Esta vez soñó con que se mudaba a Barcelona para siempre. 

jueves, 14 de noviembre de 2013

Estar desnuda frente a extraños







Mi amiga Carolina me dijo: “Para tu cumpleaños como regalo te voy a llevar a un Spa mixto donde tenemos que estar desnudas pero es un spa increíble porque tiene….”. 

Ya no escuché más de lo que me dijo sino que me quedé pensando: “Spa mixto/desnudas”.  Con lo mente abierta que soy no debería de tener problema con ello pero sí que lo tenía.

En Guatemala y me imagino que en toda Latinoamérica, nos enseñan a las mujeres desde bien pequeñas que tenemos que ser pudorosas y cuidadosas con nuestro cuerpo.  En los gimnasios las duchas tienen puerta o cortina.  Algunas mujeres salimos de la ducha ya  vestidas o con una toalla encima.  Si salimos con una toalla encima entonces somos unas expertas en ponernos la ropa interior sin que se nos vea ni una teta ni siquiera parte de una nalga.  Ya en ropa interior, algunas nos sentimos cómodas de seguirnos vistiendo a la vista de todos sin toalla.  Otras optan por dejarse la toalla hasta que terminan de vestirse. 

Lo que no entiendo ahora que lo pienso es ¿por qué?  los baños usualmente están clasificados uno para hombres y otro para mujeres.  Entiendo que queramos taparnos de los hombres pero ¿por qué hacerlo de las mujeres?

He estado investigando con mis amigos latinos varones y ellos me cuentan que para algunos hombres es igual que para las mujeres y a algunos otros no les importa andar desnudos enfrente de los demás varones.  Mi amigo José que es de España me dijo: “Depende de dónde estés y como se comporte la demás gente” y me explicó que si vas a un sauna en Alemania donde todo el mundo se siente cómodo de estar desnudo no es lo mismo que ir a uno en España donde ves a hombres tapándose y a lo mejor todavía hay duchas individuales.  Alguien más me contó que en un lugar de las Canarias les pedían a los hombres usar pantalón largo en un Spa.

Pues con todos estos antecedentes he de decir que aún para mí, que soy tan abierta a hablar de cosas que nadie se atreve, también era un tabú estar desnuda frente a extraños, hombres y mujeres, hasta el sábado pasado.
 
Los días antes de ir al Spa estuve pensando al respecto, de cómo me iría a sentir y que si me iba a gustar o disgustar la experiencia contando con el pasado tan pudoroso que llevé desde niña. ¿Me iría a sentir incómoda?  ¿Habrá gente morbosa?  ¿Qué pensarán las demás personas de mi cuerpo? Eran algunas preguntas que tenía antes de ir al Spa.

Recuerdo que una vez me atreví a estar desnuda con dos amigas en un Hamam (baño turco) pero era solo para mujeres.  Como era turco recuerdo que algunas de las mujeres estaba tapadas ya que la cultura turca también es bien pudorosa.  También una vez me atreví a estar topless en una playa pero éramos mi novio y yo y unas 3 o 4 personas más.  Así que decidí que iba a ir al Spa mixto y experimentarlo sin prejuicios y de ahí iba a sacar mi conclusión.

Se llegó el día del Spa y llegamos con mi amiga Carolina.  Preguntaron si habíamos traído toalla, sandalias y bata.  Yo había llevado toalla y sandalias pero no bata ¡estaba dispuesta a estar desnuda todo el tiempo! Mi amiga Carolina me explicó que para ir a comer o para ir a las áreas comunes necesitábamos la bata.  Tuve que alquilar una.

Nos desvestimos y en bata entramos al Spa.  El Spa era de lujo, había una piscina en medio del lugar en la cual la mitad estaba adentro y la mitad afuera.  Había jacuzzis, baños de vapor, piscinitas pequeñas, duchas.  Todo mixto.  También habían saunas diferentes: uno con colores, otro con música, otro con una fogata y había uno en el que la gente hacía cola para entrar a cierta hora.  Al parecer había algún tipo de ejercicio adentro que se hacían en grupo.  No entramos a ese.  Había lugares para tomar el sol y un jacuzzi a la intemperie. Y masajes y áreas para tratamientos específicos.

Entramos primero a una piscinita pequeña.  El primer hombre que veo desnudo es un señor como de 60 años con una panza del tamaño de un embarazo de 9 meses.  No me gustó verlo para nada.  Luego vi un par de señoras de más o menos 80 años.  Jamás había visto el cuerpo de alguien de esa edad desnudo y me impactó.  El saber de que yo estaré así algún día me hizo impactarme aún más.  Por un momento me sentí morbosa por estar viendo el cuerpo de los demás pero luego me di cuenta que disimulada y discretamente todos nos mirábamos los cuerpos de todos. 

¡Qué envidia me dio el verles las tetas a dos chicas de más o menos 20 años!  También de ver a una chica de esa edad con su novio tan guapo.  Me sentí muy bien conmigo misma de ver algunas miradas de envidia de mujeres de mi edad hacia mi cuerpo.  Todo muy discreto pero se nota.  Ver y comparar los cuerpos de los hombres y los diferentes tamaños de penes.  Algunos daban risa y otros ¡qué cuerpazo! o ¡qué tamaño! Había uno que parecía un Adonis y que cuando íbamos a entrar al jacuzzi a la intemperie se paró en las gradas para hablar con su novia sin dejarnos pasar y no nos quedó nada más que admirarlo mientras esperábamos que pasara. 

Habíamos alrededor de 100 personas en el lugar todas esparcidas espaciosamente y de todas esas personas solo sentí una mirada morbosa sobre mi cuerpo.  El hombre parecía venir de un país arábico y la forma que veía era asquerosa.  Fue en el único momento que me sentí incómoda.  Por lo demás mientras más iba pasando el tiempo más cómoda me sentía.   Era inevitable sentarse o acostarse en un sauna y ver para un lado y encontrarse con un par de bolas y un pene colgando o una mujer con las piernas abiertas enseñando el coño.  Era chocante para mí pero a la vez me ponía a pensar “pero si yo también estoy desnuda, puedo hacer lo mismo” y abría las piernas para ver si veía alguna reacción pero no obtenía ninguna.  Habían personas que se rasuraban en las partes íntimas y otras no.  Al principio era extraño pero después me daba igual como estuviera cada quién.

Ahí me di cuenta que podemos estar en un lugar así y sentirnos cómodos y tranquilos mientras nosotros no pensemos en lo que los demás están pensando.  Esa es la fórmula: hacer lo que queramos sin importarnos lo que los demás piensen.

Recuerdo que uno de los últimos saunas a los que entré había un hombre viéndome descaradamente las tetas.  No tengo grandes tetas y después de ver las tetas de las demás en ese lugar me gustó que me las estuviera viendo.  Mis pobres teticas se quedaban cortas con tanta teta hermosa.  Extendí los brazos hacía atrás para pararlas y enseñarlas.  A las tetas sin vergüenzas les gustó la acción y se exhibieron sin reproches.

Cuando almorzamos después de un delicioso masaje de media hora, nos tocó ponernos la bata y entonces me pareció raro estar en bata y no desnuda.  Carolina me contó que cuando es verano la gente está tomando el sol, desnudos.  Me dijo: “¿Te imaginas lo raro que ha de ser para un camarero atender a gente desnuda?” ha de ser gracioso.  Como era gracioso estar en bata comiendo. 

Después de estar unas 6 horas en las instalaciones, nos dimos cuenta que había más gente todavía.  Ya eran como las 6 de la tarde un sábado y parecía que todos al mismo tiempo habían decidido ir al Spa.  Entramos a un sauna y estaba llenísimo. Casi no había espacio para sentarse.  Entonces es diferente porque mientras antes estábamos acostadas, cerrábamos los ojos y podíamos estirar las piernas si queríamos, acá estábamos todos sentados y viéndonos las caras.  Pero no eran solo las caras sino que también los cuerpos.  Era más obvio y confrontador. 

También las duchas estaban más llenas y a la par mía podía estar una mujer o un hombre duchándose dando de vueltas bajo el agua y con más cercanía a vernos y rozar el cuerpo.  Ahí supe que era hora de partir.  Me di cuenta que mientras nos diéramos un espacio adecuado era cómodo estar desnudo pero si ya estábamos amontonados entonces se volvía desagradable. 

Me encantó la experiencia y la voy a repetir.  Recuerdo que hace algunos años atrás mi compatriota Ricardo Arjona sacó una canción que se llama “Desnuda”. La gente se escandalizó con esta canción y hasta hubo debates al respecto. En las primeras estrofas se lee:

No es ninguna aberración sexual,
Pero me gusta verte andar en cueros
El compás de tus pechos aventureros
Víctimas de la gravedad
Será porque no me gusta la tapicería
Que creo que tu desnudez es tu mejor lencería

Yo pienso que esa manera de enseñarnos ocultar nuestro cuerpo desde pequeños también ayuda a los complejos que tenemos con respecto al mismo.  En el Spa vi a personas obesas, personas desproporcionadas, personas con cuerpazos.  Al principio me sorprendía pero después de un par de horas lo vi tan normal que ya me daba igual. Había mujeres obesas con tetas envidiables o mujeres flacas pero con un culo hermoso.  Creo que si tenemos el cuerpo expuesto de esa manera aprendemos a aceptarnos más los unos a los otros.



¡Así que…desnudémonos y seamos felices.!

Y ahora que por fin te tengo así:
desnuda y precisamente enfrente,
desnuda también un poquito la mente 
pon tus complejos junto de tu ropa...