Que tengas una Navidad a todo dar! Gracias por leerme y comentar! Pronto volveré con más historias.
Un abrazo,
Kutz
martes, 24 de diciembre de 2013
miércoles, 11 de diciembre de 2013
30 lecciones de lo que he aprendido en mis 30’s
Hace poco cumplí 39 años y pasé un cumpleaños maravilloso y mágico. En especial porque estaba teniendo muchos
problemas en aceptar que es el último año de mis 30’s y tenía un cierto
sentimiento de que no había logrado hacer todo lo que debería de hacer.
En realidad ese sentimiento no me lo cree yo sino que mis amigos y
familia. Algunos de ellos me tiran
indirectas acá y allá porque no he logrado: tener hijos, casarme, ser dueña de
una casa, tener una vida más centrada y no de tanta fiesta y viajes como la que
tengo.
El día que cumplí 39 años conocí a un espíritu libre como yo de mi
edad. Me hizo sentir que yo era especial
y que no era la única loca que tenía una visión diferente a los demás de cómo
vivir la vida. Aunque no sé si alguna
vez lo volveré a ver, en una noche me hizo cambiar la perspectiva de mi vida y
decir:¡Yeah baby! He vivido mi vida de
una manera increíble y si volviera a tener 30 años ¡no cambiaría nada de lo que
he vivido!
He acá 30 lecciones y experiencias que he tenido en mis 30’s y que me han
marcado o cambiado:
1.
He
podido viajar a lugares remotos y exóticos como Tailandia, Bali (Indonesia) y
Turquía. En Tailandia estuve varada por
5 días (y mi hermano por 10) porque había una protesta contra el Presidente del
país y lo querían derrocar. Cerraron el
aeropuerto y éramos aproximadamente 250,000 personas varadas. El sentimiento de no poder salir de un país
es horrible en especial cuando hay histeria colectiva. Mi hermano y yo encontramos un grupo de
holandeses con los cuales nos unimos y conservamos la calma y tratamos de pasar
los días que estuvimos varados de la mejor manera posible. Esa experiencia marcó mi vida y la de mi
hermano para siempre.
2.
Conocí
al amor de mi vida y tuve la oportunidad de amarlo por 6 años, luché por
nuestro amor y aunque todavía lo amaba, supe que tenía que dejarlo ir, así que
tomé una de las decisiones más duras de mi vida que fue la de separarme de él. No me arrepiento para nada de haber estado
con él por 6 años y le agradezco en el alma por los años maravillosos y las
incontables experiencias que vivimos juntos.
Ahora mi felicidad es saber que él es feliz al lado de otra persona y
que yo me siento bien y puedo vivir soltera.
3.
Aprendí
que aunque tenemos amigos de años por una u otra razón tenemos que dejarlos ir. Esta lección fue dura de aceptar en especial
porque en alguna ocasión no supe la razón principal de nuestra separación. Pero aprendí a aceptar y mirar hacia
adelante. Nuevos amigos han entrado a mi
vida y me siento bendecida por ello.
4.
Por 9
meses estuve enferma del estómago y de los intestinos. Tuve incontables exámenes y el doctor me
diagnosticó el Síndrome del Colon Irritable.
Al aprender sobre la enfermedad, supe que era la salida más fácil para
los doctores al no encontrar la causa real.
También aprendí que la mayoría de las personas que fueron diagnosticadas
con esta enfermedad entraron en depresión al punto de dejar de trabajar y estarse
en casa encerradas. Mis síntomas eran
que no podía retener nada de lo que comía, no podía beber alcohol, café o
bebidas gaseosas, no tenía energía para nada, tenía el estómago hinchado y
dolores por todos lados. Me esforcé por
seguir trabajando y seguir con mi vida normal.
No me dejé vencer. Después de 9
meses el dolor se concentró en mi riñón derecho, empecé a tener síntomas de asma
y no podía caminar del dolor. Ahí se dio
cuenta el doctor que lo que tenía era la bacteria E. Coli y que ya me estaba
afectando los riñones y parte del pulmón.
Me dieron el antibiótico más fuerte por un mes que como consecuencia
causó un problema capilar que permanece hasta ahora. Pero lo principal es: que estoy viva. Gracias a ello he aprendido a comer sanamente
y a tomar mucha agua y también a agradecerle a Dios por la salud que me da cada
día.
5.
He
conocido gente de muchas culturas y aprendido algunas de sus tradiciones. Esto me hizo darme cuenta que en Guatemala vivimos
en nuestro propio mundo cerrado pero que deberíamos estar más abiertos al resto
del mundo. Entre mis mejores amigos
cuento con una amiga de Malta, otra de Hungría y varios peruanos. Tengo el privilegio de tener amigos de otras
partes del mundo como Portugal, Brasil, Bélgica, Marruecos, Turquía, Indonesia,
Italia, Croacia, Grecia (entre otros) y hasta conozco a alguien que viene de Katmandú,
Nepal. Es increíble las lecciones de
vida que he aprendido de esta gente y que seguiré aprendiendo.
6. He
aprendido a vivir sin mi familia ya que soy la única que vive en Europa. Los amo y extraño con locura y en cuanto
puedo me acerco a ellos. El problema
está en que también ellos están repartidos por todos lados: Utah, Carolina del
Norte, Las Vegas, Los Ángeles, Hawái, Guatemala. Así que por ello formo familias temporales
con mis amigos cercanos. Es increíble
los lazos tan fuertes que puedes tener con otras personas que son expatriadas
como tú.
7.
He
aprendido a abrirme camino en un país que no es el mío, con un idioma que no me
gusta y con personas tan ajenas a mí. He
adaptado las cosas que me gustan de la cultura como usar una agenda, estar
puntual a una cita, planear mi futuro, llevar un presupuesto pero también
conservo cosas de mi cultura como ser espontánea, comer delicioso, hacer bromas
aunque hayan problemas, ser feliz con las cosas sencillas y amar a la
naturaleza.
8.
He
aprendido a ser yo, sin aparentar. Con mis
cualidades y mis defectos. Aceptar que
no a todos les caigo bien y aprender a que no me importe. Así soy feliz.
9.
He sido
afortunada de haber compartido mi cama con hombres hermosos en cuerpo y en
alma. Sé lo que ven y lo que más les
gusta de mí. ¡Pilluelos! ¡Los adoro a todos!
10.
La
lección más dura de todas es haber aprendido que no cuento con una mamá. Que aunque esté viva no es posible ir con
ella de compras, contarle mis cosas, de que sea mi compinche, que me consuele
cuando la necesito. Me costó aceptarlo
pero finalmente llegué a la conclusión de que Dios así lo quiso y gracias a
ello soy la mujer que soy.
11.
¡Aprendí
que me encanta cocinar! También he
aprendido a comer comida de otras culturas y apreciarlas. Lo más extraño que he comido es: esperma,
sangre y veneno de culebra. Carne de cobra,
rata, lagarto y avestruz.
12.
Aprendí
que hay que aceptar que nuestro cuerpo está envejeciendo y cambiando pero que
nosotros seguimos siendo las mismas personas por dentro.
13.
Aprendí
que soy responsable de mi propia felicidad y que puedo escuchar consejos pero
yo soy la que sabe lo que es lo mejor para mí y que yo soy la que decidirá qué
camino voy a tomar en mi vida.
14.
Acepté
de que es una posibilidad de que no tenga hijos en los próximos 3 o 4 años y
que puedo vivir sin ellos. Que no
necesito de hijos para ser feliz. Me
gustaría experimentar el ser mamá pero puedo hacerlo de otras maneras.
15.
Aprendí
a que puedo usar tacones hermosos sin hacer que mis pies sufran por ello. Por eso ahora sólo compro zapatos cómodos.
16.
Aprendí
a vestirme de acuerdo a mi edad y a la ocasión (Aunque no pierdo oportunidad
para enseñar las maravillosas piernas que todavía conservo).
17.
Aprendí
que no toda la gente mayor tienen la razón y que a veces ellos también se
equivocan.
18.
Aprendí
a vivir un duelo y aceptar los sentimientos que lo acompañan.
19.
Aprendí
a aceptar un rompimiento amoroso o de amistad y que el tiempo lo cura todo y no
aferrarse inmediatamente a otra persona.
20.
Entiendo
la importancia de la ropa interior cómoda.
21.
Aprendí
a respetar las opiniones y la crítica de los demás.
22.
Aprendí
que es mejor enfrentar y resolver las deudas que esconderse e ignorarlas.
23.
Aprendí
a apreciar una noche estrellada, una puesta del sol, el mar, los volcanes y las
montañas. Nada de eso puedo apreciar
donde vivo a menos que me salga de mi rutina.
24.
Aprendí
que no hay que meterse en los problemas o en la vida de los demás. Uno puede aconsejar pero no puede hacer que
esa persona haga lo que uno cree que es lo mejor para él o ella.
25.
Vivir
el presente y no estar deseando lo que fue ayer o estar pensando en cómo será
mañana.
26.
Aprendí
a pedir ayuda cuando la necesito. Soy una persona independiente y casi todo el
mundo me conoce de ser una persona de carácter fuerte. Pero hay momentos en los que soy tan débil o
sensible como cualquier otra persona y necesito ayuda. Los consejos que recibo de mis amigos o
familia cuando me siento así son increíblemente sabios y los atesoro.
27.
Aprendí
a valorar la amistad. Darme cuenta que
tenemos amigos en diferentes categorías: Amigos para toda la vida, amigos de
fiesta, amigos temporales, amigos que te hacen daño y te tienen envidia (si ya
sé que entonces no son amigos pero se presentan como tal), etc. De todos ellos he aprendido algo y les
agradezco infinitamente por brindarme su amistad (aunque solo fuera para
hacerme daño, eso solo me ha hecho más fuerte).
28.
He
aprendido que uno puede cambiar hábitos en cualquier época de la vida. Tan solo
con tener la perseverancia y resistencia para no volver a caer en ellos.
29.
He
aprendido que el ser positivo te hace ver las cosas de distinta manera y te
ayuda a alcanzar mayores cosas que ver todo con negatividad. Es por ello que siempre tengo una sonrisa
conmigo y trato de sacarle a lo malo, lo bueno.
30.
He
aprendido que los sueños pueden hacerse realidad si tan solo uno hace el
esfuerzo por alcanzarlos. No importa la
edad ¡sí es posible!
Todavía me falta un año en mis 30’s así
que haré el esfuerzo para seguir haciendo cosas maravillosas y ¡empezar los 40’s
con el pie derecho!
jueves, 5 de diciembre de 2013
Un cumpleaños feliz
Envejecer es algo duro. En especial
cuando se está en la recta final a los cuarenta. Uno se pone a analizar la vida y darse
cuenta que no ha realizado muchas cosas de las que se han prometido o no se han
hecho los sueños realidad. ¿Habrá tiempo
para ello? ¿O ya es demasiado tarde?
Con esos pensamientos estaba Carol esperando sus treinta nueve años. ¿Quién lo iba a decir que Carol iba a estar
en sus treinta y ocho todavía soltera y sin hijos? Ella no lo planeó así, solo sucedió. Y sentía una gran pesadez, casi llegando a la
depresión de saberse sola a esta edad.
Pero Carol no se dejaba vencer por sus pensamientos negativos así que se juntaba seguido con sus amigos, la pretendían varios
chicos y tenía tanta energía que podía andar de fiesta en fiesta como una
veinteañera. Pero no había encontrado
esa persona con la que tuviera esa química que buscaba, esa persona que la hiciera sentirse completa,
su alma gemela.
Decidió pasar su cumpleaños en Barcelona con su amiga Juliana que vivía en
esa ciudad. Los días previos a su
cumpleaños se la pasaron de compras, yendo a los lugares turísticos, a buenos
restaurantes y bares. Hablaron y
coquetearon con chicos guapos y divertidos.
Visitaron otra ciudad y bebieron hasta más no poder.
El día de su cumpleaños decidieron comer en un restaurante especial. Se decidieron por uno de comida internacional
recomendado por la gente local. Se
compraron las mejores ropas y se maquillaron y arreglaron el pelo hasta quedar
de lo más guapas. Se la pasaron riendo y
hablando de todo un poco. Comieron la
comida más exquisita y bebieron de los cocteles más exóticos. Querían divertirse y pasarla bien ya que Carol
tenía que regresar a su país al día siguiente.
Después del restaurante se dirigieron al bar más popular de la zona. Dentro del bar la mayoría eran veinteañeros pero
a ellas no les importó. Bebían, bailaban
y charlaban con el que quisiera.
Después de una hora de estar ahí, entro un chico atractivo que enseguida posó la
mirada en Carol. Cuando ella lo vio sintió
como una corriente eléctrica le recorría por el cuerpo. El chico era conocido en el lugar, ya que
saludaba a todos incluyendo al encargado del bar. Después de algunas miradas furtivas entre los
dos, el chico se dirigió dónde estaba Carol y se presentó como Esteban.
Esteban era un chico local que trabajaba como Jefe del Departamento Técnico
de una multinacional. Lo increíble era
que tenía la misma edad que Carol pero también se miraba más joven de lo que
era. Se pasaron la noche haciendo lo
que ambos hacían como cosa normal pero
cada quién en su respectiva ciudad: Hablaban con todos, bebían, bailaban, hacían
nuevos amigos. Parecían una pareja que
se conocían hacía mucho tiempo porque había armonía y la atracción era evidente
entre ellos. Tenían a la gente del lugar
encantada y así también estaban el uno por el otro.
Media hora después de haberse conocido no pudieron más y se besaron tan
apasionadamente parecía que no se iban a separar nunca. Mientras más enredaron las lenguas más sabían
que esa noche la iban a terminar en la cama juntos.
Pasaban las horas Carol y Esteban estaban cada vez más y más
románticos. La pobre Juliana estaba
sentada en un rincón aburriéndose de lo lindo.
Se desesperó tanto que le anunció a Carol que se iba y Carol ni siquiera
reparó en su partida.
Se llegó la hora en la que el bar tenía que cerrar. Se dirigieron a otro bar y sucedió la misma
magia que en el primero: la gente encantada con ellos; ellos bailando, bebiendo y hablando con todo
el mundo. Daba gusto verlos juntos,
irradiaban felicidad y juventud, todos querían estar con ellos.
Llego un momento en que no podían más: se deseaban con locura. No podían dejar de acariciarse y
besarse. Se empezaron a meter mano por todos lados. Ella estaba mojada y él la tenía dura. Era
embarazoso pero a la vez se divertían de estarse tocando en público. Decidieron dejar el bar y dirigirse al
apartamento de Esteban.
Al llegar al apartamento sus ropas volaron en un dos por tres por toda la
habitación. Se besaron de pies a cabeza
y se tocaron por todos los rincones.
Estuvieron así por horas, amándose cada milímetro de piel, perdiéndose
en cada suspiro, besando cada rincón.
Mientras más se besaban, acariciaban y sentían, más querían estar
juntos. Estaban en el éxtasi total, en
un plano astral del que no querían regresar nunca. Entre besos y caricias Esteban le dijo a
Carol: “Te parecerá estúpido lo que voy
a decir, a lo mejor pensarás que estoy loco pero quiero decirte que en este
momento siento que te amo”. Ella no lo
podía creer. Estaba reprimiéndose las
ganas de decirle lo mismo. Era
inexplicable pero ese era el sentimiento que a los dos les embargaba. Se dijeron “te amo” varias veces sin censuras
y sin reproches.
Después de varias horas, agotados, se durmieron abrazados y con las manos
entrelazadas. Carol soñó que tenía que apurarse para irse
en un avión. Soñó que corría por la
pista de aterrizaje detrás del avión y el avión se alejaba a toda velocidad de
ella. Se despertó de un sobresalto ya
que entre sueño y realidad recordó que tenía que tomar un avión de verdad. Vio la hora y se dio cuenta que era el
momento justo para levantarse, vestirse, ir a la casa de Juliana a recoger sus
cosas, e ir al aeropuerto a tomar el avión.
Pero estaba tan calientita y a gusto en los brazos de Esteban que volvió
a cerrar los ojos. Esta vez soñó con que
se mudaba a Barcelona para siempre.
jueves, 14 de noviembre de 2013
Estar desnuda frente a extraños
Mi amiga Carolina me dijo: “Para tu cumpleaños como regalo te voy a llevar
a un Spa mixto donde tenemos que estar desnudas pero es un spa increíble porque
tiene….”.
Ya no escuché más de lo que me dijo sino que me quedé pensando: “Spa
mixto/desnudas”. Con lo mente abierta
que soy no debería de tener problema con ello pero sí que lo tenía.
En Guatemala y me imagino que en toda Latinoamérica, nos enseñan a las
mujeres desde bien pequeñas que tenemos que ser pudorosas y cuidadosas con
nuestro cuerpo. En los gimnasios las
duchas tienen puerta o cortina. Algunas mujeres
salimos de la ducha ya vestidas o con
una toalla encima. Si salimos con una
toalla encima entonces somos unas expertas en ponernos la ropa interior sin que
se nos vea ni una teta ni siquiera parte de una nalga. Ya en ropa interior, algunas nos sentimos
cómodas de seguirnos vistiendo a la vista de todos sin toalla. Otras optan por dejarse la toalla hasta que
terminan de vestirse.
Lo que no entiendo ahora que lo pienso es ¿por qué? los baños usualmente están clasificados uno
para hombres y otro para mujeres.
Entiendo que queramos taparnos de los hombres pero ¿por qué hacerlo de
las mujeres?
He estado investigando con mis amigos latinos varones y ellos me cuentan
que para algunos hombres es igual que para las mujeres y a algunos otros no les
importa andar desnudos enfrente de los demás varones. Mi amigo José que es de España me dijo: “Depende
de dónde estés y como se comporte la demás gente” y me explicó que si vas a un sauna en Alemania donde todo el mundo se siente cómodo de estar desnudo no es
lo mismo que ir a uno en España donde ves a hombres tapándose y a lo mejor
todavía hay duchas individuales. Alguien
más me contó que en un lugar de las Canarias les pedían a los hombres usar
pantalón largo en un Spa.
Pues con todos estos antecedentes he de decir que aún para mí, que soy tan
abierta a hablar de cosas que nadie se atreve, también era un tabú estar
desnuda frente a extraños, hombres y mujeres, hasta el sábado pasado.
Los días antes de ir al Spa estuve pensando al respecto, de cómo me iría a
sentir y que si me iba a gustar o disgustar la experiencia contando con el
pasado tan pudoroso que llevé desde niña. ¿Me iría a sentir incómoda? ¿Habrá gente morbosa? ¿Qué pensarán las demás personas de mi
cuerpo? Eran algunas preguntas que tenía antes de ir al Spa.
Recuerdo que una vez me atreví a estar desnuda con dos amigas en un Hamam
(baño turco) pero era solo para mujeres.
Como era turco recuerdo que algunas de las mujeres estaba tapadas ya que
la cultura turca también es bien pudorosa.
También una vez me atreví a estar topless en una playa pero éramos mi
novio y yo y unas 3 o 4 personas más. Así
que decidí que iba a ir al Spa mixto y experimentarlo sin prejuicios y de ahí
iba a sacar mi conclusión.
Se llegó el día del Spa y llegamos con mi amiga Carolina. Preguntaron si habíamos traído toalla,
sandalias y bata. Yo había llevado
toalla y sandalias pero no bata ¡estaba dispuesta a estar desnuda todo el
tiempo! Mi amiga Carolina me explicó que para ir a comer o para ir a las áreas
comunes necesitábamos la bata. Tuve que
alquilar una.
Nos desvestimos y en bata entramos al Spa.
El Spa era de lujo, había una piscina en medio del lugar en la cual la
mitad estaba adentro y la mitad afuera. Había
jacuzzis, baños de vapor, piscinitas pequeñas, duchas. Todo mixto.
También habían saunas diferentes: uno con colores, otro con música, otro
con una fogata y había uno en el que la gente hacía cola para entrar a cierta
hora. Al parecer había algún tipo de
ejercicio adentro que se hacían en grupo.
No entramos a ese. Había lugares
para tomar el sol y un jacuzzi a la intemperie. Y masajes y áreas para
tratamientos específicos.
Entramos primero a una piscinita pequeña.
El primer hombre que veo desnudo es un señor como de 60 años con una
panza del tamaño de un embarazo de 9 meses.
No me gustó verlo para nada.
Luego vi un par de señoras de más o menos 80 años. Jamás había visto el cuerpo de alguien de esa
edad desnudo y me impactó. El saber de
que yo estaré así algún día me hizo impactarme aún más. Por un momento me sentí morbosa por estar
viendo el cuerpo de los demás pero luego me di cuenta que disimulada y
discretamente todos nos mirábamos los cuerpos de todos.
¡Qué envidia me dio el verles las tetas a dos chicas de más o menos 20
años! También de ver a una chica de esa
edad con su novio tan guapo. Me sentí
muy bien conmigo misma de ver algunas miradas de envidia de mujeres de mi edad
hacia mi cuerpo. Todo muy discreto pero se
nota. Ver y comparar los cuerpos de los
hombres y los diferentes tamaños de penes.
Algunos daban risa y otros ¡qué cuerpazo! o ¡qué tamaño! Había uno que
parecía un Adonis y que cuando íbamos a entrar al jacuzzi a la intemperie se
paró en las gradas para hablar con su novia sin dejarnos pasar y no nos quedó
nada más que admirarlo mientras esperábamos que pasara.
Habíamos alrededor de 100 personas en el lugar todas esparcidas
espaciosamente y de todas esas personas solo sentí una mirada morbosa sobre mi
cuerpo. El hombre parecía venir de un
país arábico y la forma que veía era asquerosa.
Fue en el único momento que me sentí incómoda. Por lo demás mientras más iba pasando el
tiempo más cómoda me sentía. Era inevitable
sentarse o acostarse en un sauna y ver para un lado y encontrarse con un par de
bolas y un pene colgando o una mujer con las piernas abiertas enseñando el coño. Era chocante para mí pero a la vez me ponía a
pensar “pero si yo también estoy desnuda, puedo hacer lo mismo” y abría las
piernas para ver si veía alguna reacción pero no obtenía ninguna. Habían personas que se rasuraban en las
partes íntimas y otras no. Al principio
era extraño pero después me daba igual como estuviera cada quién.
Ahí me di cuenta que podemos estar en un lugar así y sentirnos cómodos y
tranquilos mientras nosotros no pensemos en lo que los demás están
pensando. Esa es la fórmula: hacer lo
que queramos sin importarnos lo que los demás piensen.
Recuerdo que uno de los últimos saunas a los que entré había un hombre
viéndome descaradamente las tetas. No
tengo grandes tetas y después de ver las tetas de las demás en ese lugar me
gustó que me las estuviera viendo. Mis
pobres teticas se quedaban cortas con tanta teta hermosa. Extendí los brazos hacía atrás para pararlas
y enseñarlas. A las tetas sin vergüenzas
les gustó la acción y se exhibieron sin reproches.
Cuando almorzamos después de un delicioso masaje de media hora, nos tocó
ponernos la bata y entonces me pareció raro estar en bata y no desnuda. Carolina me contó que cuando es verano la
gente está tomando el sol, desnudos. Me
dijo: “¿Te imaginas lo raro que ha de ser para un camarero atender a gente
desnuda?” ha de ser gracioso. Como era gracioso
estar en bata comiendo.
Después de estar unas 6 horas en las instalaciones, nos dimos cuenta que
había más gente todavía. Ya eran como
las 6 de la tarde un sábado y parecía que todos al mismo tiempo habían decidido
ir al Spa. Entramos a un sauna y estaba
llenísimo. Casi no había espacio para sentarse.
Entonces es diferente porque mientras antes estábamos acostadas,
cerrábamos los ojos y podíamos estirar las piernas si queríamos, acá estábamos todos
sentados y viéndonos las caras. Pero no
eran solo las caras sino que también los cuerpos. Era más obvio y confrontador.
También las duchas estaban más llenas y a la par mía podía estar una mujer
o un hombre duchándose dando de vueltas bajo el agua y con más cercanía a
vernos y rozar el cuerpo. Ahí supe que
era hora de partir. Me di cuenta que
mientras nos diéramos un espacio adecuado era cómodo estar desnudo pero si ya
estábamos amontonados entonces se volvía desagradable.
Me encantó la experiencia y la voy a repetir. Recuerdo que hace algunos años atrás mi
compatriota Ricardo Arjona sacó una canción que se llama “Desnuda”. La gente se
escandalizó con esta canción y hasta hubo debates al respecto. En las primeras
estrofas se lee:
No es ninguna aberración sexual,
Pero me gusta verte andar en cueros
El compás de tus pechos aventureros
Víctimas de la gravedad
Será porque no me gusta la tapicería
Que creo que tu desnudez es tu mejor lencería
Yo pienso que esa manera de enseñarnos ocultar nuestro cuerpo desde
pequeños también ayuda a los complejos que tenemos con respecto al mismo. En el Spa vi a personas obesas, personas
desproporcionadas, personas con cuerpazos.
Al principio me sorprendía pero después de un par de horas lo vi tan
normal que ya me daba igual. Había mujeres obesas con tetas envidiables o
mujeres flacas pero con un culo hermoso.
Creo que si tenemos el cuerpo expuesto de esa manera aprendemos a
aceptarnos más los unos a los otros.
¡Así que…desnudémonos y seamos felices.!
Y ahora que por fin te tengo así:
desnuda y precisamente enfrente,
desnuda también un poquito la mente
pon tus complejos junto de tu ropa...
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