lunes, 28 de noviembre de 2011

Embarazada y Sola

La historia que escribí a continuación es la historia de cientos de mujeres quienes han tenido relaciones sexuales antes del matrimonio y no se han informado bien de los diferentes métodos para evitar el embarazo.  Todavía es un problema en nuestra sociedad Latina que los padres no hablen a los hijos sobre ello y no se tiene mucha información al respecto de parte de las escuelas u otras instituciones educativas.  La falta de educación, en especial en los países tercermundistas, puede contribuir a una sociedad que no prospera ni se desarrolla hacia el progreso.  

Esta historia es para todas esas valientes mujeres que han salido adelante en circunstancias impresionantes.




No puedo ni levantarme de la silla ya que estoy petrificada con la noticia:  Estoy embarazada.

José Pablo y yo acabamos de terminar la relación y no estoy en condiciones de llamarlo y pedirle que venga por mí.

El doctor me felicita y empieza a decirme que tengo que hacer cita con su asistente para ecografías, chequeos, etc.  La cabeza me da vueltas y solo atino a asentir.

Salgo del consultorio del doctor y camino sin rumbo por la calle hasta encontrar un parque.  No logro ordenar mis pensamientos.  Mientras me siento en una banca observo a las personas a mi alrededor.  Casi todas ellas son mujeres que me doblan la edad, con dos o tres hijos y más de alguna con niñera incluida.   ¡Y yo que apenas puedo sostenerme  sola!

A mis veinte años no tengo nada que ofrecerle a un bebé.  Mi madre ha muerto hace muchos años y mi padre está desaparecido por unos cuántos más.  Así que me toca enfrentar esto sola.  Estoy en el primer año en la Universidad, trabajando de recepcionista en un Hotel para solventar mis gastos.  Vivo en una habitación de alquiler en una casa de huéspedes.  ¡De verdad que esto es un lío grave!

Y acá en mi ciudad el ser una madre soltera es una verguenza y las mamás hacen casar a las hijas a la fuerza.  Al menos nadie me casará a la fuerza con alguien a quien no quiero.  Y yo no quiero a José Pablo.  Es más, me pesa mucho tener un hijo de él.  Es el hombre más egocéntrico, machista y narcisista que conozco. 

Pienso en un aborto pero no tengo ni idea de donde hacerlo.  Además, las historias que me han contado de esos lugares clandestinos, no me hacen tener muchas ganas de abortar. Y abortar ha de costar mucho dinero.  Yo no tengo absolutamente nada de dinero en este momento.

¡Un hijo! no sé que voy a hacer.  No tengo ni idea.  ¿Cómo mantenerlo?  ¿Qué le voy a dar de comer? Si a veces no me alcanza ni para comer yo misma con ese misero salario que tengo.   ¿Dónde lo dejo cuando me vaya a trabajar?  ¿Quién me lo va a cuidar? ¿Lo aborto y sigo mi plan de vida como que si nada?

Y con todas estas preguntas en mi cabeza me acuerdo de todas esas mujeres solteras que se llenan de hijos y aún así sobreviven.  No sé ni como le hacen.  Algunas de ellas hasta ganan menos dinero que yo.

Lo que sé es que no voy a tomar una decisión hoy.  La noticia me ha caído como un balde de agua fría y no la he asimilado todavía. 

Cómo quisiera saber que José Pablo va a tomar responsabilidad de sus actos y que juntos busquemos una salida a esta situación.  No me quiero casar con él ni mucho menos tener una relación, pero el problema debería de ser resuelto por nosotros dos y no solo yo.

Pero él es muy machista.  Por eso lo dejé.  Es de esos hombres que se creen invencibles y creen que las mujeres debemos de adorarlos por siempre mientras nos usan como alfombra.

Cuando yo era menor soñaba el casarme con el hombre de mis sueños y tener hijos con él.  Esto lo cambia todo.  ¿Qué hombre me va a querer con un hijo encima? 

De verdad que soy una estúpida de primera.  Me culpo por ello como culpo a José Pablo.  Sabiendo los riesgos no tomamos todas las precauciones.  Y acá está el resultado de nuestra irresponsabilidad. 

Espero poder encontrar paz con la decisión que tome.  Estoy abrumada.  No puedo ni pensar...me quiero morir...


Links de interés: 







lunes, 21 de noviembre de 2011

Un Amor para Siempre



Cuando regresé a casa del trabajo Doña Mina, la señora de la tienda de la esquina, me dijo que Doña Ofelia estaba a punto de perder la batalla contra el Cáncer que llevaba desde hacía más de tres años. 

Dejé mis cosas apresuradamente en el apartamento y me dirigí al cuarto piso, apartamento 4-B donde Doña Ofelia vivía con Don Ricardo por más de cuarenta años.

La puerta estaba abierta y todos los vecinos y familiares estaban en silencio entrando y saliendo de la habitación donde Doña Ofelia se encontraba.  Después de saludar a algunos entré a la habitación y me paré cerca de la ventana que daba hacia la calle.  Nunca había entrado a la habitación y se notaba el decorado antiguo con muebles a los cuáles tiempo ya les había pasado la cuenta.  Tenía un diseño floral estilo granjero de los años 80’s del siglo XX.  La cubrecama era del mismo estampado que las cortinas. Habían fotos colgadas de Don Ricardo y Doña Ofelia jóvenes y recién casados. Había un olor a viejo y medicinas pero cada vez se hacía más profundo el olor a muerte.   Porque la muerte tiene olor personal que se reconoce únicamente cuando está cerca.

Sentado en una silla a la derecha de la cama se encontraba Don Ricardo.  Tenía entre sus manos temblorosas la mano huesuda y arrugada de Doña Ofelia.  Se veían a los ojos como encantados y enamorados por primera vez.  Esa misma mirada con la que se han visto por los cincuenta años que tienen de estar juntos. 

Recordé una ocasión en la cuál Doña Ofelia, tan amable, me había invitado a cenar.  Estábamos platicando en la cocina cuando llegó Don Ricardo, quién había estado un par de horas ayudando a su hijo a reparar su carro.  Entró, se quitó la chaqueta y dijo:  ¿Dónde está la mujer más hermosa del mundo?  Doña Ofelia con una gran sonrisa lo recibió y le dijo:  “La mujer más hermosa del mundo estaba esperando ansiosa al mejor hombre del mundo”.

Se les veía caminar por la calle del brazo, riendo y hablando de todo, como si se vieran por primera vez después de mucho tiempo.   A veces, cuando iba de compras, divisaba a Don Ricardo con un ramo de flores entre las manos.  Le gustaba sorprender a Doña Ofelia con detalles. 

A veces me encontraba en casa de ellos cuando Doña Ofelia interrumpía la plática para arreglarse un poco mientras decía: “Ya casi viene Ricardo.  No quiero que me vea en estas fachas”.

Eran la envidia del vecindario, en especial de todas las señoras viudas, mal casadas y solteronas.  El amor de ellos es incomparable con cualquier otro que haya visto jamás.   Se han respetado, amado y cuidado por tantísimos años y aún conservan ese amor que sintieron la primera vez que se vieron.

Doña Ofelia me contó que conoció a Don Ricardo en la casa de una amiga. Ella visitaba a la amiga y Don Ricardo estaba visitando al hermano de ella. Desde que se vieron sabían que habían nacido el uno para el otro.

Cuando a Doña Ofelia le diagnosticaron cáncer en los intestinos, Don Ricardo le dijo: “No te preocupes amor.  Saldremos de esta como hemos salido de todas.  Yo estaré siempre a tu lado”.  Y Don Ricardo desde ese mismo instante se dedicó a la tarea de ayudarla a soportar su enfermedad de la mejor manera posible.

Aunque la habitación se encontraba llena de gente Don Ricardo y Doña Ofelia parecían estar solos.  Hablaban de recuerdos de mejores tiempos y se reían de ello.  Don Ricardo de vez en cuando dejaba rodar algunas lágrimas que se limpiaba con la manga de la camisa rápidamente para retomar la compostura y seguir recordando con el amor de su vida.

El olor a muerte se hizo más intenso y todos sabíamos que la hora ya estaba por llegar.

En un momento Doña Ofelia dejó de hablar.  Miró a los ojos de Don Ricardo muy penetrantemente y sin voz le dijo:  Te amo.  Cerró los ojos y falleció en ese momento. 

Todos en la habitación estábamos sollozando viendo la escena.  Don Ricardo empezó a llorar desconsolado y nadie se atrevía a decir o hacer nada. 

Al cabo de unos minutos que parecían eternos, Don Ricardo dejó de llorar de repente y comenzó a reír.  Todos nos veíamos las caras consternados sin saber como reaccionar. 

Se paró y nos dijo: “Señoras y señores, muchas gracias por estar aquí.  Si me río y parezco loco no lo soy.  Me estaba recordando de como Ofelia y yo hablamos de lo que iba a pasar después de este momento y las locuras que a ella se le ocurrían. Como ustedes saben tenía un sentido del humor entusiasta, aún en sus peores momentos.  Ella ha sido la única mujer en mi vida y sin ella no hubiera podido vivirla a plenitud como lo hice.  Me suplicó que no llorara mucho así que trataré lo más que pueda en complacerla.  También me pidió que les agradeciera por haber estado en este momento.  A cada uno de ustedes Ofelia les ha dejado una carta que repartiré dentro de un momento.  Ella quería agradecerles de su puño y letra.  También me pidió que les dijera que no quería vernos a todos de negro.  En cada una de las cartas describe el vestido o el traje que más le gustó de ustedes y uno de sus últimos deseos es que se pongan ese traje para el funeral.  También me suplicó que les dijera que no se preocupen por mí.  Que ella me estará cuidando en mis últimos días como siempre lo ha hecho.   No tengo ni que decirles de lo que la amo y que minutos después de su muerte todavía me llena su presencia.  Se que se encuentra entre nosotros, la siento muy cerca.  A Dios le agradezco por haberme dado la dicha de ser feliz por tantos años y el amor eterno existe, doy fé de ello”.

Acto seguido Don Ricardo depositó la mano de Doña Ofelia en la cama, le besó en la mejilla y se paró para caminar lentamente hacia dónde tenía las cartas. 

El haber sido testigo de un amor como el de Doña Ofelia y Don Ricardo hasta el final y más allá de la muerte me hizo sentir feliz y esperanzada.  Los pájaros afuera nos deleitaban con su canto.  Todos en la habitación nos sentíamos en paz.

lunes, 14 de noviembre de 2011

Egoísta

A mis lectores y amigos:

Antes de empezar la historia de hoy quiero darles las gracias.  Gracias a ustedes mi blog se está dando a conocer y está tomando vuelo.  Les agradezco por leerlo y por compartirlo. Por si no lo han visto, les comparto el video de la entrevista que me hicieron de la revista en línea Círculo Dilecto:


Egoísta

Quiero escribir del egoísmo, pero no el egoísmo de niños sino que el de adultos.  Porque son completamente distintos.  Por ejemplo de niños nos decían:  “No seas egoísta y presta tus juguetes”.  Estoy segura que más de una ocasión le hemos prestado el carro a la hermana, las herramientas al vecino, etc.  Y aunque no siempre nos va de maravilla (tu hermana chocó tu carro y tuviste que pagarlo tú porque ella no tenía dinero), seguimos prestando nuestras cosas.  Eso si, con cautela y no a cualquiera.

Pero el egoísmo en adultos se puede manifestar de distintas formas.  He aquí unos ejemplos:

·         Tengo una amiga a la que llamaré Pendeja. Su novio la tiene controlada y la llama a cada rato.   Las preguntas que le hace son:  ¿Dónde estás?, ¿Con quién estás?, ¿a dónde vas?.  Cada noche él le llama a las 10 de la noche en punto para ver si se va a dormir a esa hora.  A parte de que el tipo es un manipulador y celoso, también es egoísta.  ¿Por qué?  Pues por qué no deja a la Pendeja vivir.  Quiere controlar la vida de la Pendeja como que le perteneciera cuando no es así.  Pero también Pendeja tiene que dejar de ser Pendeja y poner al tipo en su lugar.

·         Tengo otra amiga a la que le pondremos de nombre María Magdalena.  Esta amiga es de las que va a reuniones donde van todos sus amigos y personas desconocidas.  Después de unas cuantas copas empieza a hacer drama.  Siempre provoca una pelea con alguien, hace que su mejor amiga esté de mediadora, involucra siempre a 3 o 4 personas en su pelea, arruina la fiesta o evento, grita, llora, se asegura que todo el mundo se entere.  Después de que María Magdalena hace su escena se queda un ambiente desagradable en la fiesta.  Además sus amigos la tienen que escuchar todo lo que ella tiene que decir y quejarse. Se están haciendo tan popular sus escenas que ya la están dejando de invitar.  Sus amigos están alejándose de ella y ella se queja de todo el mundo como si fuera de los otros la culpa, jamás de ella.   Eso a parte de que María Magdalena necesita un psicólogo y dejar de beber también es ser egoísta.  No se da cuenta que su actitud afecta y hiere a otras personas, en especial a sus amigos más cercanos. 

·         Conozco a alguien al que llamaré Estúpido.  Estúpido hace comentarios abusivos y agresivos en todas partes:  En persona, facebook, por teléfono, etc.  El piensa que es muy gracioso lo que hace.  Hay amigos que le aplauden lo que hace.  Algunas veces sus comentarios hieren a otras personas y aunque él lo sabe, se justifica diciendo que él es así y el que quiera que lo acepte y el que no, ya sabe que hacer.  A parte de que Estúpido tiene un complejo de inferioridad grande es egoísta.  Han habido ocasiones en que sus amigos tienen que ayudarle cuando las cosas se salen de proporción.  No se da cuenta que sus acciones afectan a otras personas y puede tocar sensibilidades o provocar sentimientos que no debería provocar.

·         Tengo una conocida a la que llamaré la Amiga de los Animales.  La Amiga de los Animales tiene un perro al cuál trata como que si fuera su bebé.   Lo saca a pasear a todos lados inclusive cuando la invitan a una reunión en casa, a un bar, etc.  Le pregunta al que organizó la reunión si puede llevar al perro.  Si esa persona le dice que si, lleva al perro y él orina, no se está quieto, quiere atención.  La Amiga de los Animales se enoja si no la dejas llevar al perro.  Dice que no eres comprensivo y ella tampoco va a la reunión porque no quiere dejar al perro solo.  Aparte de que a la Amiga de los Animales le falta un tornillo y seriamente necesita ayuda psicológica es egoísta.  Egoísta porque no se pone a pensar de que la acción de llevarse al perro a todas partes afecta a las demás personas.  Ella se piensa que todos debemos ser amigos de los animales como ella pero no se pone a pensar que puede haber gente alérgica  o gente a la que le dan miedo los perros. Aparte de que el perro ensucia y llena de pelos todo el lugar.



·         Tengo una amiga a la que llamaré Ensimismada.  Ensimismada me ha llamado para salir a tomar una copa.  Cuando salimos me habla sólamente de ella.  De lo que ha sufrido, de lo que le ha pasado, etc.  Se pasa todo el tiempo hablando de ella y cuando la interrumpo con algo que me pasa a mí, cambia la conversación inmediatamente y no presta atención.  También tiende a llamarme cuando necesita algo.  Se cree que yo tengo que solucionarle todos sus problemas.  Cuando me llama ni siquiera me pregunta como estoy, como ha sido mi día, que me ha pasado a mí. Ensimismada no se da cuenta de ello y a pesar de que se lo he dicho, continúa así.  Yo opté por alejarme de ella y por no contestarle sus llamadas.  Hace poco cambié de número de teléfono y también de dirección y no le dije nada.  A lo mejor eso le hace salir de su mundo y darse cuenta de que habemos más personas, a parte de ella, en el planeta tierra.  Esto es ser ultra re-contra egoísta.

·         Tengo una amiga que tiene novio y lo llamaré Lo Que Yo Digo  El vive con mi amiga y a veces se le olvida avisarle a ella de actividades que él ha planeado con ella.  Cuando mi amiga le reclama, Lo Que Yo Digo le dice que lamentablemente no pueden cambiar los planes y se tienen que hacer como él dice.  Mi amiga se está cansando del asunto y él va por la vida como que si nada estuviera pasando  Y aunque ella hable con Lo Que Yo Digo, él pareciera no comprender que él está en una relación en la cuál los dos deben de tomar decisiones.  A parte de que Lo Que Yo Digo es un Narcisista está haciendo que mi amiga viva SU vida en lugar de vivir la vida como pareja.  Esto es demasiado egoísta.


Y así podría seguir con miles de ejemplos pero no acabaría nunca de escribir.    Está en nosotros mismos cambiar las diferentes formas del egoísmo, porque al final, somos los egoístas que pensamos que tenemos derecho a imponer a los demás lo que queremos.  Porque nuestras acciones afectan a personas (en especial a las que más nos quieren) y nos quedaremos con un sabor amargo cuando notemos que las personas se alejan de nosotros por ello.  Tenemos que concientizarnos y ver que actitud egoísta estamos tomando para así cambiarla y dejar de afectar a nuestros seres más queridos.  Al final, la vida da vueltas y nunca sabemos cuando lo que estamos ofreciendo, será regresado por alguien más lo cuál nos afectará en su momento.    

Le agradezco a mis amigos íntimos por haber estado ahí en mis momentos egoístas. Porque todos en este mundo hemos tenido más de algún episodio egoísta, incluyéndome a mí. Espero haberlos cambiado todos.  Excepto cuando no quiero compartir mi helado de chocolate, ahí si que todavía soy egoísta. 




Video de Belinda – Egoísta ft.  Pitbull

lunes, 7 de noviembre de 2011

La Peor Soledad



La peor soledad.  Esa que te entra como el frío hasta los huesos y te hace temblar.  Pero no temblar de frío sino que de miedo.  Miedo de pensar que ahí te quedarás estancado, marchito, sin salida.  Que estarás solo por el resto de tu vida.  Pero no te encuentras solo de verdad.  Tienes una pareja y duermes con ella todas las noches.  Tienes amigos con los que contar. Tienes familia.  Pero ninguno de ellos sabe en realidad cómo te sientes.  No les has dicho porque ya lo intentaste y no te comprendieron, no te escucharon y siguieron la vida como que si nada.

Esa es la peor de las soledades.  Es peor que estar completamente solo.  Pasas las noches en vela mientras escuchas a la otra persona respirar a tu lado calmadamente.  Te ries cuando tus amigos se burlan de lo que acabas de decir. Te sientes alejado de tu familia porque no comprenden quién eres. Te lamentas de tu situación pero no haces nada por cambiarla porque ya has perdido las fuerzas.  Porque te acomodas a la vida como es y no estás listo para hacer un cambio.

Y poco a poco entras en un remolino que te lleva al hoyo profundo de la soledad infinita.  De la soledad sin esperanza.  Eres la sombra de lo que fuiste y nadie se da cuenta.  Haces las cosas por inercia, como por instinto.  Sueñas con un cambio de ciento ochenta grados pero no haces nada por alcanzarlo. 

No te atreves a ver tu reflejo en el espejo.  Sabes que en tus ojos verás la tristeza que llevas encima, que te hace la vida más pesada.  Tu pareja planea tu futuro aún cuando sabes que no estás seguro de que quieres un futuro con esa persona.  Pero no protestas o dices algo.   Dejas a tu pareja decidir por ti.

Tampoco el trabajo te entusiasma.  Sueñas con ser escritor, pintor o algo distinto que estar sentado frente a la computadora ocho horas al día.  Haciendo las mismas cosas, enfrentando los mismos desafios, viendo a las mismas personas.  Monotonía.  Ese es el nombre de tu vida laboral y personal.

Sientes un vacío inmenso en tu interior, cómo que te han arrancado el corazón.  No sabes como salir de este letargo y sabes que la respuesta está en ti pero no te atreves a buscarla, a encontrarla.  Y así se pasan días, meses, años sin que hagas nada por cambiar tu situación.

Hasta que un día llega la gota que derrama el vaso.   Ya no puedes más y decides dar el cambio que necesitabas desde hace mucho tiempo.  Terminas esa relación que no te hacía feliz,  decides buscar un trabajo más productivo, decides hacer algo con tus sueños y retomas las riendas de tu vida. 

Te entra un pánico inmediato después de tomada la decisión, pero ya lo has hecho, no hay vuelta de hoja.  Sufres y lloras porque te sientes indeciso de si tomaste la decision correcta o no.  Llamas a tu ex pareja con la cuál no tienen nada en común.  Llamas a esos amigos que con el tiempo dejaron de serlo, para ver si así encuentras la respuesta de si estás haciendo lo correcto.  Llamas a tu familia pero tienen sus propios problemas como para acarrear con los tuyos. Pero esas llamadas sólo te dejan vacío, sientes que ahora si estás realmente solo.  Entras en depresión.   No quieres saber nada de la vida.  Duermes horas de horas, vas al trabajo por inercia, esperas que la vida pase sin notar tu presencia.

Con el pasar del tiempo te sientes más sereno, más tranquilo y te das cuenta que ya no te sientes tan solo.  Te sientes mejor que antes. Empiezas a disfrutar de tu nueva vida,  a encontrarte a ti mismo, encontrar esa chispa que habias perdido.  Le encuentras sentido hasta a las más mínimas cosas.  Tu rutina y tu vida han cambiado por completo y te sientes satisfecho, estás relajado, sonríes, empiezas a ser feliz.

Y llegará el momento que encuentres nuevos retos, nuevos amores, nuevos sueños pero  ya tomaste el control de tu vida,  te sientes fuerte.  No te dejaste vencer por la soledad, porque has decidido lo que quieres y lo que no quieres hacer .  Sabes que no quieres volver a caer en la peor soledad del mundo porque ahora te tienes a ti mismo.

Si quieres saber más acerca de la soledad:



Sentirse solo o estar solo?  http://www.es-asi.com.ar/node/82

martes, 1 de noviembre de 2011

La Loca de la Pista de Baile



Su cuerpo se contonea sensual mientras sigue el ritmo de la música.  En la pista de baile, no hay nadie que se le compare.  Cada canción, cada composición, la hace tan suya como si ella la hubiera creado.  Todas las noches se le ve en el mismo lugar, bailando sin parar, tarareando cada canción.  Duerme de día pero muy poco para evitar las pesadillas. Se llama Rebeca pero en el pueblo le llaman la Loca de la Pista del Baile.

No hay noche alguna en la que un galán no trate de conquistarla, porque a pesar de su edad está bien conservada.  Pero ella no está interesada ni le habla a nadie, solo baila.

Sus manos recorren suavemente sus muslos, sus caderas, sus brazos, su cuello y se enredan en su cabello. Luego estira los brazos hacía arriba y termina entrelazando los dedos de ambas manos.  Baila siempre con los ojos cerrados. 

Vive en la Calle Santander. Hace tres años tenía un esposo y una hija a la que cuidar. Entonces era otra. Daba clases de inglés en la escuela local y hablaba con los vecinos. Solía ir cada sábado al mercado e integraba el coro de la iglesia.  Pero un día lluvioso de abril ella iba manejando el coche en la carretera de regreso a casa y se quedó dormida al volante. El carro fue a chocar contra un árbol en el Kilómetro 220. Su esposo e hija murieron al instante y a ella la llevaron al hospital en estado de coma.

Cuando despertó del coma y supo lo que había pasado fue tan grande el dolor que decidió no volver a hablar.  Lloraba día y noche su desdicha y no lograba encontrar consuelo en nada. Como la recuperación fue larga compartía la habitación del hospital con una anciana moribunda.

Un día el hijo de la anciana le trajo un radio para que se entretuviera.  La anciana solía tener el radio prendido durante el día y cantaba sin parar.  El entusiasmo de la anciana por la música hizo  que Rebeca resistiera esos días fríos y solitarios de su vida reducida a una cama de hospital y cuatro paredes blancas.  La anciana le hablaba a ella o a la soledad, ella nunca supo bien a quién.  La anciana contaba que había sido una gran bailarina en sus años mozos.  Había aprendido a bailar el Charleston tanto como el vals y el rock n'roll. Describía con alegría cada canción, quién la cantaba y la fecha en que había sido escrita y para quién o por qué. 

Cuando ella estaba a punto de salir del hospital la anciana empeoró su condición y los doctores decidieron hacerle una operación de emergencia.  La anciana le pidió a la enfermera que le diera el radio a Rebeca para que se lo cuidara. La anciana no regresó nunca a recuperar su radio.  Rebeca al enfrentarse de nuevo a otra perdida decidió consolarse con la música.

Al salir del hospital ya conocía cada una de las canciones de moda y las canciones antiguas. Llegó a su casa tembló del miedo al saberla tan vacía así que se quedó afuera de la puerta escuchando el radio. Estuvo en la puerta  por tres días sin atreverse a entrar. Cuando al radio se le acabó la bateria sollozaba sin parar.

 Los vecinos se apiadaron de ella, le dieron de comer, la vistieron y le ayudaron a vaciar la casa de recuerdos fantasmales para luego venderla .  Con el dinero de la venta le compraron el apartamento que queda en el ático de la casa No. 12 en la Calle Santander  y lo decoraron sencillamente.  El resto de dinero se lo depositaron en el banco para que empezara una nueva vida.

Inmediatamente después de estar ubicada en su nueva residencia, empezó a vagar de noche por las calles sin rumbo acompañada del radio. Nadie sabía muy bien por qué pero corre el rumor que de noche puede escuchar a los fantasmas de su hija y esposo llamarla sin cesar. Una noche nostalgica caminó por la Calle Revelación y se topó con la Discoteca del pueblo.  Al escuchar la música que venía de adentro como hipnotizada  entró al lugar.  Desde esa noche de luna marchita no ha dejado de llegar a la Discoteca para bailar. 

Dicen que es la primera en llegar y la última en irse.  Los días que la discoteca está cerrada llega con su radio y se queda en la puerta toda la noche escuchando canciones tarareando incanzable cada una de ellas.
La han tratado de ayudar, pero no se deja.   Los vecinos han hablado de llevarla al manicomio pero se lo piensan porque en realidad ella no molesta a nadie.  Ella solo vive para la música. 

Y ahí se le ve, cada noche, contoneándose como culebra sin perder nota alguna.  Es la loca de la pista de baile, quién encontró en la música lo que nadie puede traerle de regreso.  Su desgracia va más allá de los tonos tristes de los boleros de antaño o las notas alegres de la música popular.   La música le evita el dolor de lo que no quiere recordar.  Sin ella no podría vivir.