lunes, 23 de abril de 2012

Las Mujeres Manipuladoras



Hace poco quedé con una amiga para comer.  Estábamos a media cena y platicando de lo más lindo cuando veo a su esposo entrar al restaurante. Se saludaron y ella le dijo que la esperara sentado en otra mesa y que ordenara algo de beber porque iba a tardar otro poco. 

Yo estaba entre sorprendida y confundida. Le pregunté que hacía él ahí. Ella me sonrió maliciosamente y me confesó: “Yo lo hice que viniera a traerme. El iba a ir a ver el partido Real Madrid –Barcelona con sus amigos pero no lo podía permitir”. Le pregunté que por qué y me dijo que no era posible que él saliera de casa exactamente cuando ella lo hacía. Así que lo había obligado ir a traerla para terminar la noche juntos. Yo le pregunté sino le tenía confianza y me dijo que no. Que cada vez que iba a ver el partido con sus amigos él no contestaba el teléfono. Y ella se sospechaba que estaba con otra mujer. 

Si hay algo que a los hombres les encanta es ver un partido de fútbol. Cuando hay un partido ellos quedan con sus amigos, van a un bar y se quedan hipnotizados al televisor, gritan, abuchean, etc. Gane o pierda su equipo se emborrachan. Son felices con tener una noche así con sus amigos y hacer cosas de hombres. 

Después de que mi amiga me confesó el por qué él estaba ahí me dió pena. Había un pequeño televisor en el restaurante donde estaban pasando el partido y él se sentó exactamente enfrente a beberse una cerveza esperando a su esposa. A partir de ese momento procuré terminar la plática rápido para que se fueran porque me sentía muy incómoda. 

Este es un clásico ejemplo de manipulación y de celos enfermizos. Dos cosas que a los hombres les desagrada enormemente. 

Las mujeres manipuladoras por lo general son mujeres que lo han tenido todo o que han obtenido lo que han querido a través de engaños, dulzura excesiva, atractivo físico, lloriqueos, etc. en el transcurso de su vida. Ellas no sólo son manipuladoras con los hombres sino que también con amigos y familia. 

Un ejemplo de como manipular a la familia lo tengo con un amigo al que llamaré Ernesto. Ernesto es un buen chico, un poco tímido, muy amigable. Pero no podía conservar a una novia gracias a su mamá. Su mamá es una persona sumamente astuta y manipuladora. Ella siempre ha tratado a Ernesto como a “su bebé” y no acepta el hecho de que Ernesto ya es un hombre de veintinueve años hecho y derecho. Cuando él empieza a salir con alguien en serio, su mamá le mete malas ideas en la cabeza con respecto a la chica hasta que logra separarlos. Ernesto todavía vivía con su madre hasta este año. Hace unos años se fue a vivir solo y su madre le metía ideas en la cabeza como que con ella estaba mejor.  Ella le llevaba comida preparada a su apartamento casi todos los días y hasta seguía lavándole la ropa una vez por semana. Para que él regresara a vivir a su casa, aprovechó la ocasión en la que él estuvo en el hospital para convencerlo que era mejor estar bajo sus cuidados. 

En febrero de este año Ernesto conoció a una chica de la cuál se enamoró y se casó en este mes. Lo hizo así para evitar que su mamá lo disuadiera de la idea de estar con ella. Todo el mundo piensa que hizo mal pero yo le doy la razón. Sino lo hubiera hecho de esa manera nunca hubiera salido de la influencia  y de la casa de su madre. Si funciona o no su matrimonio, ya veremos. Solo espero que su esposa no sea manipuladora. Porque normalmente los hombres que crecieron con algún miembro de la familia manipulador (en especial la mamá) tienden a buscar mujeres iguales. 

Hay algunas mujeres que lloran, se muestran resentidas por cualquier cosa que el hombre haga y todo les duele y el hombre hace todo lo que ellas quieren por temor a lastimarlas o perderlas. 

Un ejemplo de esto lo tengo en Marta, quien es una amiga manipuladora. Yo siento mucha pena por su novio. Ella se inventó una enfermedad nerviosa por un fin de semana que su novio se fue con sus amigos a la playa y como no había conexión de teléfono en el lugar, ella estaba que se moría pensando en las cosas que él había hecho. Cuando él regresó la encontró hecha un despojo humano. Intentó convencerla que no había sucedido nada pero ella no le creyó. Desde entonces cuando él quiere ir a algún lado con sus amigos ella se inventa que entrará en la crisis nerviosa de nuevo llorando, suplicando y reprochando. Se pasan todos los días juntos y están planeando casarse. Cuando yo lo conocí a él era un chico formidablemente alegre y jovial. Ahora hasta carece del brillo en sus ojos, se le nota infeliz. Tampoco creo que Marta sea tan feliz viviendo de esa manera. 

Si yo intento hacerle ver a ella lo que está haciendo, también a mí me hace escenas, lloriqueos y me acusa de no ser una buena amiga o de no apoyarla. Así que prefiero mantenerme al margen y alejada. 

Leí lo siguiente en el artículo Abre los ojos ante la Manipulación :

“El perfil de una persona manipuladora suele ser el de alguien que impone su autoridad porque no ha aprendido a tener relaciones más saludables con los demás. Detrás de su máscara se esconde una persona muy desdichada a quién le viene muy grande el personaje que se ha creado para defenderse de su propio miedo ante la vida y ante la posibilidad de ser rechazado. La persona manipuladora nunca reconoce sus faltas o sus fracasos sino que los refleja en sus víctimas a las que hace responsables de sus desgracias personales. En definitiva, se cree sus propias mentiras y ante el miedo reacciona con agresividad chantajeando a sus víctimas de una forma enfermiza, infantil, egoísta y cobarde.

Si de niños hemos aprendido a relacionarnos de esta manera nociva con personas que además tenían un rol de poder en nuestras vidas, de adultos arrastraremos bloqueos emocionales, muchas veces enterrados en nuestro subconsciente que nos provocarán un gran complejo de inferioridad, culpabilidad y una baja auto-estima que será un caldo de cultivo de todo tipo de maltrato desde físico a psicológico en todas las áreas de la vida.” 

He acá algunas actitudes de las mujeres manipuladoras para aprender a reconocerlas: 

- Hace sentir culpable a la otra persona por situaciones propias 

- Enojarse, suplicar o llorar con la otra persona para conseguir lo que quiere 

- Montar una escena de lágrimas, dramática y pedir perdón después de un enojo o pelea para evitar terminar la relación. 

- Se muestran excesivamente vulnerables o que necesitan mucha protección.

 - Siempre esperan que los demás las ayuden y comprendan pero son incapaces de comprender y ayudar a los demás. 

- Pierde la conciencia de los límites y llega a extremos peligrosos 

Lo más difícil para un hombre que está con una mujer manipuladora es darse cuenta de las manipulaciones a las que está sometido y dejar el miedo por un lado o pensar en si mismo para lograr enfrentarlas y librarse de ellas. 

Es difícil pero no imposible. Solo es cuestión de estar concientes de lo que está sucediendo y tomar el paso de encontrarse a si mismo y luchar por la felicidad propia, para después construir mejores, más sanas y reconfortantes relaciones.


Lamentablemente no pude encontrar artículos interesantes sobre mujeres manipuladoras para mis lectores varones .  Solo hay varios foros y hasta una página en Facebook que se llama Odio a las mujeres manipuladoras  donde no hay mucha actividad.   Al parecer es un tema tabú.

martes, 17 de abril de 2012

El Hombre Manipulador




Hace muchos años atrás conocí a un chico guapo en mi trabajo.  En apariencia era amable, respetuoso, jovial, gracioso, encantador.  Me gustó mucho y de inmediato nos empatamos.  Como trabajábamos en el mismo lugar yo sentía que sus llamadas frecuentes y las visitas a mi oficina (todavía más frecuentes) eran halagadoras. 

En el trabajo se usaba uniforme pero fuera de él yo me vestía como cualquier chica en sus veintes: Sexi y atractiva.  Empezó a decirme cosas como que mis piernas eran demasiado flacas para estarlas exhibiendo así que no debería usar faldas tan cortas.  O que los pantalones demasiado apretados me hacían ver como un hombre.  Por las noches me decía que me iba a llamar antes de acostarme y lo hacía más o menos a la misma hora. A veces me llamaba de nuevo bastante entrada la noche y me decía: “quería asegurarme que no habías salido”.

Mi mundo se empezó a reducir cuando decidimos irnos a vivir juntos.  No me dejaba salir con mis amigos. Los domingos, que era los días que yo ocupaba para visitar a mi familia, me decía que no fuera porque él se iba a sentir muy sólo sin mí y nos poníamos a ver una maratón de fútbol que duraba toda la tarde.  Jamás salíamos al cine o a comer en esos días.  Si me gustaba el fútbol lo terminé de odiar después de varios domingos así. 

Me decía cosas como: “Que flaca eres.  Pareces una calavera.  Come más”.   Y si comía mucho me decía “Oye, deja de comer que te vas a poner como un globo”.   Me celaba hasta la sombra y me hacía escenas si algún amigo o conocido varón me hablaba.  En el trabajo si llegaba a verme un cliente varón, me llamaba y hostigaba durante la visita del cliente hasta ponerme muy nerviosa y hacia que me viera como una novata.  Si el cliente era importante, descolgaba el teléfono para asegurarme que no me llamara.  Como no le contestaba el teléfono pasaba frente a la puerta de mi oficina mil veces cual león acechando a su presa. 

Cuando salíamos con amigos tampoco era agradable.  Se la pasaba haciendo bromas a mis expensas.  Se burlaba de cosas que yo había dicho o hecho y me hacía sentir que yo no valía.

Perdí mi autoestima, perdí la alegría de vivir y perdí contacto con mis amigos y familia. Me sentía como un pájaro desplumado en una jaula de oro.

Con el tiempo el renunció y se fue a trabajar a otro lado y fue cuando empecé a sentirme más tranquila y relajada.

Tenía un amigo llamado Steve que también trabajaba conmigo y había visto las manipulaciones que mi ex me hacia.  Steve siempre me decía que debía de dejarlo y nunca le hice caso.   Y no era el único que me lo decía.  Yo en el fondo sabía que estaba mal, pero no tenía fuerzas como para dejarlo.  Siempre estaba intentando complacerlo y no importaba lo que yo hiciera, siempre hacía las cosas mal ante sus ojos.

En su nuevo trabajo mi ex tenía que trabajar de noche así que casi no nos veíamos.  Yo venía a casa a las 8 de la noche y él se iba a esa hora a trabajar. Se llevaba mi carro para asegurarse que yo no saliera.  Luego él regresaba como a las 7 de la mañana y a esa hora yo ya me estaba arreglando para irme a trabajar. 

Un día llegó Steve a mi casa como a las ocho y media de la noche y me exigió que fuera con él.  Me negué y me dijo: “Tienes que ver a tu novio y lo que está haciendo”.

No me explicó más pero yo intuía lo que iba a ver.  Me llevó a un centro comercial a la par de donde mi ex trabajaba.  Fuimos directo a los juegos mecánicos y ahí estaba mi ex con una chica gorda besándola y abrazándola.   Me dio tanta cólera que fui a pedirle las llaves de mi carro.  Steve se quedó discretamente viendo sin que mi ex lo viera.  A la chica no le dirigí la palabra pero a él le dije: “¿Y con “esta” me engaña? Si quería engañarme lo hubiera hecho con alguien que fuera más bonita y tuviera mejor cuerpo que yo.  No con esto.”

Salí de ahí con las llaves de mi carro y llorando de la cólera.  Steve me ayudó a sacar mis cosas de la casa esa misma noche y me llevó a la casa de una amiga.  Siempre le estaré agradecida a Steve por haberme abierto los ojos.

Mi ex me rogó regresar.  Me lloró, me escribió miles de cartas, recibí miles de llamadas.  Recuerdo en especial una ocasión en la que yo no había encontrado parqueo cerca de mi trabajo y había dejado mi carro a tres cuadras en una zona donde jamás lo dejaba.  Ese día había llovido y cuando llegué a mi carro, encontré una carta entre el parabrisas metida en una bolsa de plástico para que no se mojara. 

Cometí el error de regresar con él un par de meses después pero sólo fue para que la cosa se pusiera peor.  Terminamos muy mal después de eso y hasta ahora no quiero verlo ni en pintura.    

Esta es tan solo una historia de tantas en las cuales las mujeres caemos víctimas de la manipulación.  Hay varias formas de manipulación pero todas tienen un común denominador:  el manipulador es una persona encantadora, que al principio de la relación te baja las estrellas del cielo y te dice lo hermosa que estás para ganarse tu cariño.  Poco a poquito empieza a decirte cosas que debes de cambiar, a veces de una manera muy amable y sutil y otras un tanto pesado como para hacerte sentir mal.  A veces hasta pone la voz de niño o te hace ojitos para lograr sus propósitos.  Como estás enamorada te dejas seducir por ello.

Otra cosa muy común es que te hace sentir culpable.  Y lo peor es que es de sus propias faltas.  Un ejemplo: “Por tu culpa no voy a poder comprarte el regalo que había pensado para tu cumpleaños. Haz aumentado de peso y no creo que te vaya a quedar” OJO!  Que acá no sólo te está diciendo que no te va a dar nada para tu cumpleaños sino que encima te está llamado gorda.

Otra arma muy poderosa es el enfado.   “No te quedó bien la cena.  Que feo el sabor.  ¿Sabes que?, no me comeré esta asquerosidad. ¿Te das cuenta que estaré sin comer por tu culpa?” OJO!  Te está llamando mala cocinera y te deja dudando si de verdad lo eres o si solo te quiere hacer sentir mal.  Luego te dice de que se quedará sin cenar por tu culpa ¿No sabe el número de la pizzería?  Y si esta escena se repite seguido: ¿Por qué no cocina él?

Otra arma poderosa es crear una situación de desesperación.  Te grita, te dice palabras feas y en el peor de los casos hasta te puede levantar una mano.  Luego te llora, te suplica y te pide que lo perdones.   Un ejemplo típico es el de una vez en que íbamos a una fiesta con mi ex.  A él no le gustó el vestido que me puse y me hizo cambiarme como tres veces.  Cuando al fin me vestí como él quería empezó a gritarme diciéndome que ya íbamos tarde que era mejor no ir.  Se fue de la habitación dando un portazo.  Normalmente mi reacción era ir tras de él y suplicarle pero ese día no me apetecía.  Estaba cansada y honestamente después de tanto cambio de ropa no quería ir más.  Regresó a la habitación, me gritó de nuevo y yo no reaccioné.  Me tumbé en la cama y me quité los zapatos.  Volvió a irse y regresó otra vez más sereno.  Me abrazó, lloró y me dijo que había tenido un mal día y me rogó que fuéramos.  Al final fuimos pero me la pasé fatal.  Cada vez que tenía una de estas escenas sentía que me quedaba sin energía porque requiere mucha energía tener este tipo de pleitos y más si son todos los días.

El arma letal es el pedirte perdón.  Cuando ya has aguantado miles de sus arranques de furia, de sus ojitos de perrito, de hacerte sentir culpable, de enfados, lloriqueos, reproches, etc.  Llegas a cansarte y decides que es mejor dejar las cosas.  Se lo dices y él cambia de estrategia.  Ahora no te culpara a ti sino que se culpará a él por todo lo que hizo mal, lo que te dijo, te da la razón, ahora quiere cambiar todo lo que por años le has pedido que cambiara.  Quiere que lo perdones por todo el daño que te ha hecho y te promete que tendrán el mejor de los futuros si juntos trabajan para ello. 

El grave error que cometemos las mujeres es que nos dejamos seducir por el encanto y por las bellas palabras del manipulador.  Queremos creer de que realmente las cosas van a cambiar.  Queremos creer de que realmente él es sincero y vamos a ser felices juntos y para siempre.  Pero no es así, esta es solo un arma para retenerte, para seguirte controlando y para seguirte manipulando.  Tarde o temprano volverá a lo mismo y el círculo vicioso se volverá a repetir.

Es difícil para una mujer no caer en la trampa de un manipulador, pero más difícil es salir de ella.  Requiere una fuerza de voluntad inmensa y si tu autoestima está por los suelos ¿De dónde la sacas?  Pero las mujeres somos seres maravillosos que podemos encontrar fuerzas de donde no las hay.  La clave en todo esto es que tienes que pensar en tres prioridades: Primero tú, segundo tú y tercero tú.   Analizar si tú eres feliz, si es realmente como quieres vivir el resto de tu vida, si esa persona es realmente la que quieres para que sea el padre de tus hijos. 


También existe la manipulación de la mujer hacia el hombre.  Pero esa… será otra entrada en mi blog. 

Links de interés:







miércoles, 11 de abril de 2012

Mi papá, el cometa



El día de mañana mi padre cumple sesenta años.   Otra vez no puedo localizarlo.  No me aflijo mucho porque sé que es  algo usual.  Se pierde por temporadas y uno se preocupa mucho para luego aparecer como que si nada y al escuchar mis reclamos me dice: ¿Qué?  ¿ De qué te enojas?  Yo estoy bien. 

El siempre ha sido así.  Sino que lo testimonien sus dos ex mujeres.   Decidió no casarse de nuevo para no tener que lidiar más con esos pleitos.  Dice que conmigo tiene suficiente ya que yo actúo más como su mamá o mujer que como su hija.

Desde niña mi mamá evitó a toda costa que yo tuviera trato alguno con mi papá. Ellos se separaron cuando yo tenía apenas 5 años.  Me lo pintó como un hombre perverso, irresponsable, drogadicto, soñador, loco, malvado, mentiroso, embustero, bohemio y  alcohólico.   He de decir que algunos de los adjetivos fueron exagerados y otros no.  Cada vez que lo veía, que eran dos veces al año, mi mamá se moría de los nervios de que yo iba a adoptar su forma de ser y  a ser como él.  Ella no quería que yo me “contagiara” de su horrenda forma de ser y sus malas actitudes y costumbres.  Cada vez que yo regresaba de una de esas visitas me estresaba dándome un sermón y tratando de sacar información de lo que me había dicho por si me había mal aconsejado.  El nunca hizo nada de lo que mi mamá temía pero eso era lo que ella creía ciegamente. Cuando cumplí los 16 años tuve un pleito tan grande con mi mamá después de haberlo visto, que voluntariamente decidí dejar de verlo a él y a toda su familia bajo la amenaza que al cumplir los 18 años yo ya era una adulta y si quería buscarlo, lo iba a hacer.  Al menos estuve tranquila por 2 años de mi vida sin pelearme con mi mamá por ello.

Se llegaron los 18 años y no lo busqué.    Se llegaron los 20 y luego los 22.  A los 22 ya no podía vivir más sin mi otra familia, así que decidí tomar acción.  A los primeros que busqué fueron a mis abuelos paternos y a través de ellos supe de mi papá.   Vivía en esa época en South Lancaster, Massachusetts (cerca de Boston) y seguía viviendo con su segunda mujer e hija.   El me envió una carta para empezar la comunicación de nuevo en la cuál se leía lo siguiente:

Lo siento mucho hija, yo sé que no he sido un buen padre para ti, yo he estado pagando de una forma u otra todos los errores que yo he cometido contigo, como si tu fueras la culpable de lo que sucedió entre tu mamá y yo y hoy me doy cuenta de ello.  Ahora quiero buscar de ti, hablarte, entablar mas los hilos de comunicación y de amor y cariño que te tengo.  Pero también te lo quiero demostrar, no sólo decírte cuanto te quiero en palabras sino que también en hechos.

Por eso ahora me siento como el más grande de los villanos, pero yo le he pedido a Dios que me perdone y ahora a ti y así ahora los años que me queden de vida dedicártelos a ti y a mis posibles nietos que me des. 

Ahora bien, si tú me rechazas, no te culpo porque yo no he estado allí cuanto tu me has necesitado.  Aún así sabes que tú estás en mi corazón y en mis oraciones de todos los días.   Que Dios te bendiga!!
Con todo mi amor,  Odonel”

La carta me causó sentimientos encontrados.  La parte de: “No solo decirte cuanto te quiero en palabras sino también en hechos” me enterneció mucho y quise con todas mis fuerzas que fuera cierto.   La parte de “...y en mis oraciones todos los días” no me la creí ni de chiste.  ¡No ha orado nunca!  Y si lo habrá hecho alguna vez, fue por pura necesidad y no por convicción.  Me di cuenta que la carta la firmó con su nombre y no como papá. 

Mi alma de aventurera me llevó a un viaje de varios meses por Argentina poco después de haber recibido esa carta y estando allá, recibí la noticia de que él iba a ir a Guatemala en dos meses más.   Yo tenía en ese momento la posibilidad de quedarme en Argentina con un buen trabajo y un buen chico, pero era muy lejos de mi país y con las ganas de ver a mi papá, decidí mejor emprender el viaje de regreso y prepararme para el reencuentro.

Yo tenía muchas dudas con respecto a su persona por las cosas que mi mamá me había dicho por años.  Una de las cosas era que él no había querído que yo naciera.   Que él había faltado a propósito mi nacimiento por ello.  Esa historia me carcomeó el cerebro por años pero aún teniendo resentimiento al respecto, quería darle la oportunidad a él de que me lo dijera en la cara o que lo negara.  Yo iba a juzgar si era sincero o no.

Se llegó el día de nuestro encuentro.  Era un sábado a medio día en mi restaurante favorito.  Nos abrazamos y durante la comida nos pusimos al día en nuestras vidas.  Cuando se llegó el postre entonces comencé a hacerle preguntas.  El contestaba una a una con honestidad.  Se empezó a formar lentamente una historia diferente a la que mi mamá me había dado.    Llegó el momento esperado en el que le hice la pregunta que más me interesaba: “ ¿Es cierto que no querías que yo naciera y por eso te perdiste mi nacimiento?” Se quedó en silencio viéndome fíjamente mientras asimilaba la pregunta.  Se le llenaron los ojos de lágrimas y tomándome de la mano sin quitarme la vista me dijo: “Si su mamá le dijo eso estaba mintiendo.  Yo esperaba con ilusión el día en que usted naciera.  Lamentablemente no me pudieron localizar y me perdí su nacimiento, pero me fui esa noche a la casa y hasta que no terminé de pintar su cuna no me acosté a dormir”. 

Me dió mucha alegría su respuesta y me sentí feliz de saber la verdad después de tantos años.  Ese mismo día mi papá me dijo estas palabras: “M’ija, yo soy una persona muy irresponsable y lo sé.  No sé ser padre, nunca lo supe ser.  No puedo mantener una comunicación constante aunque quiera y no espere de mí llamadas todos los días o cartas diarias.  Pero si le ofrezco mi corazón y mi honestidad en este momento.  Espero que me acepte como soy”.

Desde entonces los lazos de padre e hija se han estrechado cuando se ha podido.  Hemos hecho un par de viajes juntos, hemos compartido varias historias y hemos hecho nuevas y buenas memorias.  No será el mejor padre del mundo pero al menos fue honesto en decírmelo y yo lo acepto como es.   Cuando se desaparece como un cometa me preocupo pero sé que estará bien porque tiene un carisma y una suerte que cualquiera envidiaría.   Siempre sale adelante aún en las situaciones más comprometedoras.

Para la mala suerte de mi mamá, hay muchas cosas que heredé de mi papá, ya que nuestros carácteres se parece mucho.  Pero no todas esas cosas son malas.  Con los años he aprendido que sí, que es bohemio, mentiroso y un poquito embustero, soñador y loco pero es un excelente artista, tiene un carisma y un don de liderazgo capaz de mover montañas.   Tiene un gran corazón y muchos de sus defectos son opacados por sus virtudes.    Es un espirítu libre y un irresponsable aventurero.  Pero así lo quiero. 


Papa:  ¿Será que ya te fuiste a la quinta dimensión con los mayas?  Te deseo un feliz cumpleaños en donde estés y recuerda que te quiero muchísimo.   ¡Y comunicate o atenete a las consecuencias!  

lunes, 2 de abril de 2012

Esa noche...



No recuerdo todos los detalles de aquella noche ya que estábamos intoxicados de tanto alcohol.  Lo que recuerdo con claridad es que mientras más bebíamos más ganas nos daban de sentirnos, de amarnos y de estar juntos.

Entre mis recuerdos rotos encuentro un beso robado, una caricia escondida, una conversación profunda que no comprendo cómo se dió, algunas risas y palabras que se llevó el viento.

Estuvimos acechándonos  mútuamente como felinos a su presa hasta que nuestros deseos tomaron posesión de nuestros sentidos y nos dejamos llevar.

Salimos del bar donde estábamos y nos dirigimos a un motel.  Entre bromas y manos deslizándose en los rincones más remotos de nuestros cuerpos encontramos la habitación que buscábamos. 

Cama redonda y paredes en semicírculo tapizadas de espejos. El tapiz siniestro llegó hasta en el techo del lugar, dejándonos expuestos de una manera vulnerable.  La alfombra roja intensificaba lo seductor del lugar.

Ropa volando por la habitación, besos, caricias, suspiros, palabras de deseo entrelazadas en nuestras lenguas que se comían entre sí.

Observé a través de los espejos tu cuerpo desnudo, con todas sus virtudes y todos sus defectos mientras clavaba mis uñas en tu espalda.   Abracé esa imagen para retenerla en mi memoria y revivirla en las noches solitarias de mi existencia.

Disfruté cada uno de nuestros movimientos, cada gota de sudor, cada gemido cálido y sincero.  Nos comimos y recorrimos cada centímetro de nuestras pieles para volverlo a hacer y asegurarnos que no quedara ningún rincón sin explorar.

Por donde mis ojos se posaran estuviste presente y en mi mente se enfrentaban el morbo y el pudor en una lucha sin tregua.  Me dejé llevar por el antojo de poseerte y demostrarte lo que significabas para mi en esa noche vana.

Nos amamos hasta que llegó el alba junto con el agotamiento.  Dormimos.

Al despertar entre penumbras nos abrazamos y nos besamos como reconociéndonos o como si con ello lograríamos retener para siempre lo que había sucedido en la noche anterior. 

Ahora que ha pasado el tiempo no sé si abrazarás el mismo recuerdo que yo tratando de retener esa sensación de locura y satisfacción temporal.  No se si en tu memoria, en un rincón escondido de tu imaginación, todavía deseas mi piel tanto como yo deseo la tuya.  Lo que si sé es que no podría vivir con la ausencia de esa noche en la que logramos fundir nuestras pieles a tal grado que sentimos el cielo y el infierno en lo más profundo de nuestras almas extraviadas.