miércoles, 24 de diciembre de 2014

Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo

Feliz Navidad les desea Kutz!

Les comunico que el año 2015 será un año interesante para Kutz!  he estado trabajando en varios proyectos en los cuales ya se están viendo los frutos. Esperen algunas sorpresas! Kutz evolucionará a otra dimensión! 

Gracias por leerme, comentarme y compartirme. Sin ustedes no sería lo mismo. 

Feliz Navidad y próspero año Nuevo! No olviden realizar sus sueños porque sin ellos no somos nosotros mismos!

Un abrazo,

Kutz

miércoles, 17 de diciembre de 2014

Primeras Reflexiones de los 40 años






Acabo de cumplir los 40 años y les puedo decir que se siente exactamente igual que a los 39 años.  Aunque siento como si hubiera pasado a otro nivel.  Es un poco difícil de explicar si no estás en los 40 así que cuando los vivas sabras a qué me refiero.  Cada día me veo al espejo a ver si noto cambios en mi rostro o en mi cuerpo.  He notado que mis pensamientos han cambiado también.  Ahora pienso en cómo me quiero preparar para mi vejez pero no solo lo estoy pensando sino que también estoy tomando acciones.  Por ejemplo, estoy investigando sobre seguros funerarios.  Estas son cosas ni se me hubieran ocurrido en mis 30’s.

Para celebrar mi cumpleaños número 40 decidí regalarme un viaje.  Comenzó en Miami con amigos, sol, playa, cocteles y fiesta.  Pero de Miami lo mejor que me llevé fue haber nadado con los delfines.  Era uno de los sueños que tenía que hacer realidad.  Yo toda mi vida he tenido una adoración por los delfines.  Me parecen las criaturas más hermosas de la tierra.  Me emocionó tanto el poder tocarlos y nadar con ellos así que estuve llorando como por 5 minutos sin parar.  Las experiencias de esa naturaleza son las que más atesoramos en la vida.  De Miami, recuerdo muy bien la textura del delfin, pero no recuerdo nada el sabor de las copas de $12 que me tomé en South Beach.  

Después de Miami me fui a Guatemala.  Después de dos días en la ciudad capital decidí viajar por mis lugares favoritos.  Entre las experiencias que más atesoro fue subir un volcán en erupción y poner mis malvaviscos en la lava negra.  También pasé tres días en la playa sin hacer absolutamente nada más que disfrutar.  Fueron los días en los que más dormí en todo mi viaje. Estuve hablando con amigos y familiares, y me enteré de sus metas, sus sueños y pude ver sus logros.  Aprendí por ejemplo que mi sobrina de 11 años quiere ser diseñadora de modas.   También me alegré de ver que el negocio de una amiga ha prosperado de tal manera que ella ya está obteniendo ganancias del mismo.

Tres días antes de mi cumpleaños, el sábado 22 de noviembre, hice una fiesta para celebrarlo.  El tema de la fiesta fue 80’s/90’s y todos los amigos con los que compartí en esos años estuvieron presentes.   Contraté a un DJ que tocó música de esa época.  

La experiencia de revivir momentos con canciones de una época que marcó tu vida es algo que recomiendo a todos hacer alguna vez cuando lleguen a ser un adulto mayor.   Me gustó mucho el comentario del novio de una amiga que le dijo: “En esa fiesta fuiste tan feliz que hasta te quitaste 20 años de encima”.  

Una de las cosas que aprendí en los días que estuve de vacaciones es que ya no quiero trabajar donde trabajo y ya no quiero hacer lo que estoy haciendo. Quiero irme de Europa y regresar a Latinoamérica para pasar mi vejez ahí.  Quiero vivir cerca de una playa tropical.  A todos los que les cuento de mi plan me dicen que estoy loca y que estoy hablando tonterías pero cuando en algunos años me vean que les digo: “¡Adiós!  ¡Voy a hacer mi sueño realidad y vivir en una playa tropical!” quiero ver a cuántos se les cae la quijada al suelo.  

A veces las decisiones de las personas nos parecen absurdas porque no comprendemos el transfondo de las mismas.   Como por ejemplo mi madre no comprende porque yo quiero ir a cada rato (entiéndase cada dos años) a Guatemala.  Ella desde que se fue a vivir a Estados Unidos hace 23 años jamás ha sentido la cosquilla de regresar a su tierra.   Pero si le cuento de lo que comí, de los lugares a los que fui, de la gente, de los paisajes, de la música entonces se pone nostálgica y le entra el gusanito de regresar.  

Cuando estuve en Guatemala uno de mis tio-abuelos a quien quería mucho estaba en el hospital.  Su nombre: Luis Alberto alias “El Neco”. Lo fui a ver al principio de mis vacaciones.  Estaba en un hospital de esos generales donde se siente el abandono, la falta de atención y de medicinas.   Desde que tengo memoria conozco al Neco como una persona alegre y jovial.  Siempre estaba sonriendo y siempre estaba de buen humor.  A pesar de que estaba ensuerado, con una gran herida en el cuello y sin poder hablar se le notaba que estaba contento de verme.   Le hice un par de bromas y él reía mientras trataba de taparse la herida del cuello que yo ya había visto tenía en carne viva.

Ese día cuando me iba le dije:  “Sabés que te quiero mucho  ¿verdad?” él asintió con la cabeza un poco distraído pero entonces le tomé ambas manos y las puse entre las mías, lo vi a los ojos fijamente y le repetí: “Te quiero mucho, mucho.  Lo sabés ¿verdad?” y esta vez el asintió prestando toda su atención  y como pudo me dijo que él también.

Ese minuto nuestro vale para mí más que todo lo que viví en el viaje, que mi fiesta, que los recuerdos, inclusive que la experiencia con los delfines. Ese minuto en el que le pude decir a Neco cuánto lo quería lo guardo como el tesoro más grande de mi viaje porque lamentablemente unos días después Neco falleció.   Así que tuve que asistir a un funeral también.  Pero no lo sentí como una perdida sino que como una ganancia ya que yo vi a Neco el ultimo día que estuvo vivo y realmente estaba muy mal y sufriendo.   Uno no quiere ver a sus familiares así.  

Neco vivía en un lugar llamado El Rancho, lugar donde mi abuelo nació y creció.  Mi abuelo iba mucho a esa casa a visitarlo a él y a mi tio Julio a quien le llamamos cariñosamente el Zarampagüilo.    Hace algunos años yo me fui con mi abuelo porque quería ver el por qué se entusiasmaba tanto de ir ahí.   Realmente en El Rancho no había mucho que hacer.  En ese viaje mi abuela cargó a mi abuelo con recipientes plásticos llenos de comida para los días que íbamos a estar, así que ni siquiera íbamos a cocinar.  Al llegar al Rancho pensé que que me iba a aburrir con los tres “ viejitos”.  Mi sorpresa fue que al contrario, me divertí bastante.  ¡Estos tres viejitos juntos eran tremendos! Se hacían bromas unos a los otros y parecía como que si estuvieran competiendo entre ellos para ver quién era el más gracioso.  Yo no paraba de reirme de verlos interactuar.

Me llevaron a conocer un poco el pueblo que en realidad no tenía nada extraordinario que ver.  Uno de los días llegó un primo que nos llevó unos cocos.  Cuando estaba a punto de tomármelo me dijeron que no lo hiciera.  De algún lugar sacaron una botella de ron y se la agregaron a los cocos.  La verdad es que nunca había tomado ron de esa manera pero me encantó.

Mi tio Julio, El Zarampagüillo, casi no escuchaba y mi abuelo casi no miraba.  Pero de alguna manera cuando ellos hablaban se entendían tan bien que no había necesidad de repetir nada.  Neco siempre con su cabello tan blanco peinándoselo y mi abuelo y El Zarampagüilo le hacían bromas al respecto.

Cuando me fui del Rancho me fui triste.  Nunca más volví a tener la oportunidad de compartir con los tres viejitos como lo hice en esa ocasión.  

Neco fue el ultimo que murió de los tres.  Y esa es una de las razones por las que siento que su partida fue una ganancia.  Dejó de sufrir para irse a reunir con mi abuelo y El Zarampagüillo.  ¡Ya me imagino las que estarán haciendo allá donde estén!

En mi viaje aprendí que no importa cuándo y no importa cómo, siempre debemos demostrarsle amor a los que amamos.  Así como lo demostré, también recibí el amor de varias personas.  Muchas gracias por ello.  Eso es mi motor para seguir realizando mis sueños.

                                                               Descansa en Paz Neco




miércoles, 22 de octubre de 2014

Las Crisis de los 30s, 35s y 40s






Me faltan 33 días para llegar a mis cuarenta años.  Es difícil describir como me siento al respeto.  

Hace diez años experimenté por primera vez el miedo a cambiar de década.  De los veinte a los treinta.  Creía que no había hecho nada en mis veintes.  Que todo había sido una pérdida de mi tiempo y energía.  Después experimenté otra crisis cuando llegué a los 35 años y ahora estoy experimentando sentimientos encontrados.  Ahora no siento que sea una crisis sino que lo estoy tomando más maduramente.

Voy a explicar los sentimientos de cuando cumplí 30, 35 y ahora que voy a cumplir 40 y cómo logré disipar las dudas, miedos y temores de madurar y crecer.

Crisis de los Treinta:  La primera vez que escuché al respecto fue cuando mi amigo Luis René me dijo que se sentía extraño de llegar a cumplir 30 años.   Tenía el temor que había perdido su tiempo o que lo que había hecho en sus veintes había estado todo equivocado.   Yo no le tomé mucha importancia porque yo era tres años menor que él.   Cuando yo llegué a mis 29 años y ya casi iba a cumplir los 30 fue cuando supe a qué se refería Luis René.  En realidad parecía que no había tomado buenas decisiones en mi vida: No me había graduado de la Universidad, vivía en Holanda que en esa época odiaba, había fracasado en mi relación, vivía en una habitación pequeña y ruidosa, mi trabajo no era de lo mejor y tenía que arreglar los papeles de migración ya que corría el peligro de que me expulsaran de Holanda por el hecho de haber terminado mi relación con un holandés.  Además me sentía vieja y que nadie se iba a fijar en mí.  Estaba soltera y me sentía insegura de mi misma.

Mi amiga María no comprendía por qué yo estaba tan mal.  Una noche salimos a una discoteca y me preguntó que me pasaba.  Yo le dije: “Siento que ahora que cumpla 30 años nadie se va a fijar en mí.  Que ya soy mayor y van a pasar de mí por lo mismo”.  Ella me vio con una expresión de incomprensión que todavía tengo en la memoria.  Luego me dijo: “Mira a esos chicos de allá.  Creo que tienen como 25 años A quienes están viendo?”  Le contesté: “a nosotras”. Luego me dijo: “Mira a la par de ellos, las chicas que están al lado izquierdo.  Creo que tienen como 20 años.  Míralas como están de inseguras”.  

En eso me fijé que las chicas querían llamar la atención de los chicos que nos estaban viendo pero se daban cuenta que ellos estaban más interesados en nosotras.  Se notaban nerviosas, inseguras, incapaces de hacer algo para que la situación cambiara a su favor.  En eso María me susurró al oído: “¿Qué temes ahora? Tienes experiencia, todavía te vez joven y atractiva y tendrás a muchos chicos buscándote por ello”.   En ese momento comprendí el mensaje que mi amiga María me quería transmitir y de repente mi inseguridad se transformó para sentirme la dueña del mundo.   Miré a uno de los chicos que nos estaba viendo y le guiñé el ojo.  Lo veía entusiasmado mirándome de tanto en tanto y pronto se atrevió a hablarme.  Ni volteó a ver a las rubias guapas que estaba paradas a su lado tratando de llamar su atención.  

Cuando cumplí los 30 años y con una actitud más positiva decidí cambiar lo que no me gustaba de mi vida en ese momento: Me cambié de departamento a uno más grande y más cómodo, empecé a arreglar toda la papelería para poderme quedar en Holanda, cambié de trabajo, empecé a apreciar el país y medio año después comencé una relación con un holandés.  

Crisis de los Treinta y Cinco:  Tenía una vida tranquila, tenía un buen trabajo, una casa preciosa, una relación estable pero sentía que me hacía falta algo.  Me costaba levantarme por las mañanas, me costaba hacer cosas aunque me gustaran.  Me hacía falta una motivación pero no sabía de qué.  Estuve buscando por la internet ya que los sentimientos eran parecidos a los de la crisis de los treinta.  La diferencia era que mi vida estaba estable.  No quería cambiar nada de ella.

En ese entonces no había nada en la internet que indicara que había una crisis a los treinta y cinco, hasta que encontré un libro en inglés que se llamaba “Thirty something and over it (Treinta y algo y arriba de ello)” de una autora llamada Kasey Edwards.   Por ser el único libro que contenía información al respecto decidí comprarlo.   Me sorprendí  de ver la similitud en sentimientos que tenía con la autora: Ella también lo había tenido todo a los 35 años de edad y también sentía que le hacía falta algo.  Entonces ella explicó que a los 35 años uno ha llegado al final de sus metas: Ya estudié, ya me gradué, ya conseguí un excelente trabajo, ya escalé los puestos que quería escalar, tengo la vida que quería, tengo al novio que quería.   Entonces las metas se acabaron y uno se siente como perdido.  Ella explicó que cuando uno estudiaba la meta era graduarse, que cuando uno se graduaba la meta era conseguir un trabajo, que cuando uno conseguía un trabajo la meta era obtener un mejor trabajo o puesto.  A los treinta y cinco años ya hiciste todo ello.  Alcanzaste todos tus objetivos y no te queda nada más allá.

Kasey aconsejaba en su libro que uno tiene que empezar por recordarse qué era lo que uno quería hacer de niño.  Ese sueño que nos quitaron de niños (yo quiero ser piloto, yo quiero ser pintor, yo quiero ser escultor, etc.) porque nos dijeron que eso no nos iba a dar dinero.  Ese pasatiempo que nos gustaba tanto y que no lo logramos desarrollar porque no nos dejaron.  Entonces ella aconsejó que en cuanto supiéramos cual era ese pasatiempo entonces lo desarrolláramos ahora.  Ahora era el momento de hacerlo.

Me quedé pensando por varios días sobre el libro.  Recuerdo que cuando lo leí iba camino a Guatemala, de vacaciones.  En mis vacaciones tuve mucho tiempo de pensar en qué era lo que quería hacer de niña que no me dejaron.  Fueron varias cosas pero ¿Qué era lo que me gustaba más que nada?  En eso recordé que era escribir.   Cuando regresé de mis vacaciones decidí tomar unos cursos de escritura.  Luego de tomar esos cursos conocí a alguien que me motivó tanto a escribir y fue cuando comencé el blog.  Desde que tengo el blog siento que mi vida tiene más sentido.  Dejé de sentir pesar de levantarme cada día.  Mi actitud cambió y me sentía más contenta conmigo misma.  Tenía una motivación para vivir y hacía que mi percepción de la vida cambiara por el hecho de hacer uno de mis sueños realidad.  Fue un cambio pequeño en mi rutina diaria pero un cambio eficaz que dio un resultado positivo.  Se me quitó la crisis.  Esta crisis de los treinta y pico tiene un nombre en inglés que es “Thrisis”.  Ahora se encuentran muchos artículos al respecto en inglés.  En español todavía no hay muchos artículos (o libros) al respecto.

Crisis de los Cuarenta: Honestamente no sé si llamarle crisis o llamarle retro inspección.    Porque lo que más he hecho a los 39 años es cuestionarme  si la vida que he llevado ha sido la que realmente he querido, si he logrado todo lo que me he propuesto, si he madurado, si he aprendido algo importante que me haya preparado para los años que comienzaré como adulto mayor.

He de decir que mi vida en los últimos 5 años ha dado un giro inesperado y sorprendentemente positivo.  Yo desde siempre he sabido que no soy una persona normal.  Mis pensamientos, sentimientos y acciones han sido completamente distintos a los de los demás.  Cuando era niña en lugar de jugar Barbies como todas las niñas jugaba al fútbol con los niños, jugaba con arañas y gusanos, y tierra, cosas que a las niñas normales no les gusta.  De adolescente me gustaba la música rock, me encantaban los reptiles en especial las culebras y cuando mis amigas hablaban de matrimonio y cuántos hijos querían tener yo las miraba como si estuvieran hablando en un idioma desconocido porque no las entendía para nada.  Cuando era adulta me fui contra la sociedad puritana y machista en la que vivía.  Decidí vivir sola, hacer lo que quisiera, llevar mi vida como yo quería sin rendirle cuentas a los demás.  Si me pongo a pensar en lo que he logrado durante mis veintes pero sobre todo en mis treintas he de decir que me siento satisfecha con las decisiones que he tomado.

El giro inesperado que tuve después de los treinta y cinco fue que al novio con el que estaba desde los 30 años y al cuál todavía amaba con locura le dije adiós.  Terminé la relación cuando cumplí 37 años.   Me di cuenta en los últimos años de relación que no me hacía feliz a pesar de que según yo él era el amor de mi vida.   Es difícil dejar a alguien pero más difícil es dejar a alguien cuando todavía lo amas.  Sabía que a esa edad corría el riesgo de no encontrar otra pareja tan rápido y también sabía que corría el riesgo de no llegar a tener hijos pero elegí luchar por mi propia felicidad a pesar de los riesgos.  

Lo primero que hice cuando terminé la relación fue analizar si quería tener un hijo de verdad.  Si definía que sí, entonces iba a luchar por tenerlo aunque fuera sola.  Después de pensarlo por algunos meses decidí que no era algo necesario en mi vida.  Nunca fue mi meta principal.  Si sucedía perfecto pero sino, iba a estar en paz conmigo misma sin sentirme frustrada por no llegar a ser madre.   Lo segundo que decidí es que no iba a tener una relación solo porque sí.  Si me decidía a tener una pareja era porque esa persona iba a ser alguien que valorara y apreciara mi manera de ser, que la respetara y que quisiera ir conmigo de la mano para alcanzar cada uno de nuestros sueños y metas brindando apoyo, soporte y amor.   El encontrar una pareja así no significa para mí un matrimonio.  Nunca fue mi meta casarme.

Así que a los 39 años casi llegando a los 40 estoy soltera, sin hijos y sin compromisos.  Yo no tengo ningún problema con ello.  Me siento muy bien ya que recuperé la autoestima que había perdido durante mi última relación sentimental y he aprendido que el estar soltera también tiene sus ventajas.  Los que tienen problemas en aceptar eso son mi familia y amigos cercanos.  No pueden comprender por qué yo no tengo la urgencia de tener pareja y por qué no me doy cuenta que ya se llegará el día en que físicamente no seré capaz de tener hijos.

Si me pongo a pensar en cómo me siento ahora que voy  para las 40 puedo decir que estoy contenta de lo que he logrado, he acumulado experiencias que no cualquiera acumula, he crecido como persona y me he sincerado conmigo misma, con lo que quiero, con lo que he logrado y con lo que todavía me falta por alcanzar.   He viajado y conocido diferentes culturas, he aprendido después de mis treinta un idioma difícil el cuál domino bien.  He aprendido a vivir en Holanda, un país primermundista.  He superado muchos obstáculos que no creí superar jamás.  Lo mejor de todo es que soy una persona feliz, una persona sana, una persona sin conflictos.

A veces me siento mal por tener tan buena vida.  Tengo algunos amigos que están pasando problemas de salud severos, o problemas financieros o problemas realmente malos y todos tienen mi edad.   Pero luego recapacito y sé que no es mi responsabilidad la felicidad de los demás sino que solo la mía. 

El cumplir 40 años me da un poco de miedo.  Es difícil darse cuenta que uno ya no es joven y que ya es un adulto mayor.  ¡En diez años más estaré viviendo por medio siglo!  Pero siento que estoy entrando a los cuarenta con el pie derecho.  He notado cambios en mi apariencia física y los he aceptado.  No me importa tener más arrugas o más peso.  También he notado el cambio en mi manera de pensar. Me siento bien conmigo misma y sé que aunque no he logrado nada de lo que la sociedad espera de mí he logrado mucho para mí misma y eso es lo importante. 

Decidí terminar mis treinta haciendo lo que me gusta hacer: voy a viajar, voy a ver a mi familia y amigos, voy a fiestar, voy a relajarme, voy a subir un volcán, voy a mirar el atardecer en una playa, voy a comprarme ropa, voy a ir a mi lugar favorito y voy a comer rico.  Creo que me lo merezco por haber tenido tan buena década.

¡Así que ya estoy lista para los cuarenta!  ¡Que vengan!






lunes, 6 de octubre de 2014

Rompiendo Estereotipos



El otro día mi supervisor en mi trabajo me preguntó si iba a pedir días libres en Navidad y le dije que no.  En eso un colega, holandés, dice: “Silvia no hace nada en Navidad porque es una solitaria”.

Supuestamente es el humor holandés pero yo sé que hay algo más profundo que eso.  Es porque en la sociedad  donde vivimos nos basamos en los estereotipos.  Este colega cree que porque estoy soltera soy una solitaria cuando es todo lo contrario:  a veces no me doy a basto con lo que tengo que hacer ya que mi vida social es bastante activa.

Un estereotipo es una idea o imagen aceptada por la mayoría como un patrón o modelo de cualidades o de conducta.

Voy a mencionar varios estereotipos que nos han enseñado y los que personalmente me he dado cuenta que no son como la gente lo cree:

Soltera sinónimo de solitaria:   La gente se imagina que porque estoy soltera me la paso sola, en casa, triste, comiendo helado y viendo novelas o peliculas de amor.  Llorando por mi desamor y abrazando la almohada de noche pensando en dónde se encontrará mi media naranja.  De todo lo que acabo de decir lo único que es cierto es que duermo abrazada a la almohada pero eso es porque soy un poco extraña ya que nunca he usado la almohada para recostar mi cabeza al dormir.   Como ya lo escribiera en mi articulo La Vida de una Neosoltera me la estoy pasando de maravilla.    Solitaria será la lombríz que tengo en el intestino pero por lo demás no me he sentido solitaria para nada.   Tengo amigos, tengo amantes, tengo lo que necesito.     

Las mujeres tienen que tener hijos:  El otro día leí un artículo de una chica que desde muy temprana edad (25 años) le pidió a su médico que la esterilizara ya que ella no quería tener hijos.   El medico no aceptó la propuesta porque dijo que era muy joven para tomar una decision así.  Le dijo que regresara a los 30 años.  Ella regresó a los 30 años y se lo volvió a pedir.  El le dijo que regresara a los 35 años.  Entonces ella le dijo: “a los 35 me va a decir que a los 40 y así voy a pasar toda la vida tomando pastillas para no quedar embarazada.  Yo no quiero tener hijos ni quiero tomar pastillas para evitarlos.” Ella llevó su caso a otros médicos hasta que al fin uno le dijo que la iba a esterilizar.   

No todas las mujeres queremos hijos ni  queremos ser mamás.  Así como tampoco todas las mujeres nacimos para ser mamás.    Tomar la decisión de no ser mamá es como estar en contra de toda una sociedad.  Se siente la presión de amigos y familiares y aún desconocidos por no querer ser mamá.  ¿Cómo es posible no querer ser mamá?   Pues no se puede explicar.  Simplemente no se quiere o no se tiene el deseo.

Todos debemos de casarnos o tener una relación monógama:   El otro día tuve una conversación interesante con un chico italiano.  El me contaba que ha intentado tener tres relaciones serias pero que ninguna ha durado más que un año.  El motivo es que se aburre al pasar cierto tiempo de tener relaciones sexuales con la misma persona.  Necesita variedad y diversidad.  

Otra amiga mía me contó que a ella le encantaría tener una relación abierta pero su novio no quiere entonces lo que hace para no aburrirse es pasar días sin verse.  Me puse a pensar que si en algún momento el novio le pide vivir con él, entonces van a tener un problema serio.

No todas las personas se quieren casar o quieren vivir una vida monógama.  No todos aspiran a tener una familia.  Más bien quieren explorar, experimentar, probar otras cosas.   Y no tiene que ver con la edad porque he conocido a varias personas de distintas edades que piensan así.

Cuando estas personas a las que les llamaré “libres” intentan tener una relación seria se ponen ansiosos, se sienten atrapados y no son felices.  

En la sociedad actual hay practicas conocidas y polígamas como el poliamor o los swingers y nuevas formas de amor poligamo que va contra las culturas o religiones de algunos lugares pero que se están expandiendo rápidamente. 

El hombre es el que debe de proveer en su hogar:  En nuestra sociedad se nos ha enseñado que el hombre tiene que proveer lo necesario para mantener un hogar y la mujer es la que debe de cuidar a los hijos y hacer los quehaceres del hogar.  Algunas veces el salario de él no alcanza entonces la mujer también tiene que trabajar.  Pero también existen matrimonios en los que la mujer gana tanto dinero o tiene una mejor profesión que el hombre, entonces el hombre se queda en casa para cuidar a los niños.  Pero eso sólamente lo he visto en Europa.  En Latinoamérica tenemos el tabú que si hombre no puede proveer es un don nadie.  Y como la sociedad es machista, verían mal que un hombre se quedara en casa a cuidar niños y a hacer los quehaceres de la casa.  


Una mujer es débil. El hombre es fuerte:  Este es uno de los estereotipos que más detesto.  Porque eres mujer se piensa que eres frágil y débil, que no puedes hacer las cosas que los hombres hacen y no me refiero solo a lo físico sino que también a lo intelectual y emocional.    Hay muchas mujeres feministas que intentan romper este estereotipo demostrando que ellas también pueden hacer lo que los hombres hacen.  
El problema es que no existe todavía igualdad de valores entre mujeres y hombres.  En la sociedad latina a la mujer la tienen de menos porque todavía existe el machismo en porcentajes altos.

Recuerdo que en los años 80’s había una canción que se llama “Corazones Rojos” del grupo Los Prisioneros.  En ese tiempo las mujeres nos escandalizamos de la letra de la canción.  30 años han pasado desde que saliera esa canción ¿Ha cambiado la mentalidad en 30 años?  Muy poco la verdad. 


La mujer que se acuesta con varios hombres es una puta:  Para mi la mejor versión personificada de una mujer “puta” en la televisión es Samantha Jones de Sex and the City. Es una mujer que le gusta el sexo y se acuesta con todo hombre (y mujer) que ella ha querido.  Ha experimentado de todo y aunque algunos experimentos son un fracaso (como el de ser lesbiana) otros son un éxito.  Ella es una persona feliz y realizada, una mujer exitosa con una vida fabulosa llena de hombres bellos en su alcoba. Si, es promiscua pero no puta. Ella no cobra dinero sino que lo hace por placer. ¿A quién le hace daño con ello? 


También se estereotipa una mujer soltera, madura, exitosa como alguien que solo sirve para tener sexo sin ponerse a pensar que a lo mejor una persona así también es capaz de tener una relación estable.

La gente gorda no puede hacer nada:  Lo vemos en todos lados: la televisión, los videos musicales, los carteles publicitarios, siempre ponen modelos semi desnudas y delgadas.   También las series de televisión como la de “The House Wives” (Las Amas de Casa) ponen como amas de casa a mujeres delgadas, guapas, maquilladas, etc.  Ven a la gente gorda como un fracaso, como algo que no se debe de ver, como algo que se debe de ignorar.   

Yo tengo una amiga que toda la vida fue gorda por un problema de metabolismo.  La hicieron sentir tan mal por ser gorda que decidió hacerse una operación en el intestino para adelgazar.  Me comentó que los comentarios que recibían eran con saña y con toda la intención de herirla.  La operación fue un éxito, ahora ella está casi tres tallas menos de lo que era.  Me cuenta que las personas que más se burlaban de ella ahora son más gordas que ella y por lo tanto le tienen envidia. Y Ahora la desprecian por ser más delgada.   ¿Como chingados se logra hacer feliz a la gente?  Pues no prestándoles atención porque nunca serán felices. 

Los hombres solteros o divorciados no quieren tener la responsabilidad de los hijos:  Mi hermano es soltero pero tuvo una niña con una chica por accidente.  He vivido de cerca la decisión de mi hermano de ser padre de mi hermosa sobrina.  La madre de ella no ha querido que mi hermano sea parte de la vida de la niña por el hecho que ella quiere que él le pague una cantidad de dinero fuerte.  Mi hermano paga la manutención de la niña y gastos médicos pero no es una persona rica como para pagarle mucho dinero.  El ha tenido que llevar a la madre a juicio para que le den el 50% de la custodia de la niña para tener el derecho de verla, ya que la madre no lo dejaba verla.  Ha sido un proceso largo y amargo para mi hermano pero nunca ha dejado de luchar por el derecho de ser padre. 

Los niños hay que vestirlos de niños y a las niñas de niñas:  Han habido dos historias que me han encantado que he leído.  En Alemania un padre ha decidido vestirse de mujer para apoyar a su hijo de tres años que quiere hacer lo mismo.   En Argentina una mamá luchó para que su hijo de 6 años fuera registrado como niña porque él mismo lo pidió.  Muchas personas dicen que a esas edades los niños todavía no pueden decidir que género quieren ser.  Pero por lo que he leído en ambas historias, estos niños sabían desde que nacieron que no querían ser niños.  En ambas historias cuando los niños eran obligados a vestirse como hombres se sentían profundamente tristes y no eran los mismos.   Puede ser que sea una fase o puede ser que sea para siempre.  ¿Qué mas da? Un padre lo que quiere para sus hijos es la felicidad.

Si tienes algún estereotipo que quieras romper y compartir con los demás por favor deja un comentario.