Era un jueves de enero del 2006 en
Amsterdam. El frío calaba hasta los
huesos aunque andaba por la calle con calcetas de lana, pantalón grueso, blusa
con cuello de tortuga, suéter de lana, chaqueta de invierno, guantes, gorra y
bufanda.
Eran más o menos las ocho de la noche y había
una profunda oscuridad combinada con un viento que cortaba como un cuchillo
mientras caminaba por las calles del centro de Amsterdam esquivando
transeúntes.
Aunque era invierno y un día entre semana el
centro estaba lleno de turistas. Yo
había ido a comprarme un par de guantes ya que los que tenía no me calentaban
lo suficiente. Las tiendas estaban
atascadas de gente porque era semana de ofertas. Entrar a una tienda con la ropa de invierno
puesta era desagradable. Uno sudaba mientras
intentaba hacer las compras pero al salir de la tienda el sudor se sentía
pegajoso y frío . Como no encontraba los
guantes que quería, pasé por varias tiendas hasta divisarlos. Cada vez que entraba o salía de una, tenía
que esperar a que la gente pasara lentamente de un lado al otro. Había ruido por todos lados y el fastidio se
empezó a manifestar en mí.
Al salir de la tienda donde había encontrado
los guantes lo único que quería era ir a casa.
Tenía hambre ya que no había cenado. Comencé a caminar hasta la parada
del tranvía esquivando gente y bicicletas que se atravezaban por mi camino.
Llegué a la parada en Leidseplein. Me dolían los pies y el viento era más fuerte. Entre el ruido de la
gente hablando, riendo o gritando, los tranvías pasando, los carros, las
bicicletas y la música que salía de algunos bares alrededor de Leidseplein,
escuché una música conocida.
Agudicé el oído y la reconocí: Era la sinfonía número 5 de Beethoven. Normalmente no me impresiona escuchar alguna
sinfonía clásica en la calle pero la manera en que los músicos estaban tocando
la sinfonía era hechizante. Me dirigí hacia donde venía la
música. Mientras más me acercaba más
podía escuchar la interpretación armoniosa y fina de los músicos. Al llegar al lugar comprobé que los músicos
no tenían más de 20 años. Eran 6 chicos que entonaban la
sinfonía a la perfección. Habíamos
cinco personas enfrente de ellos.
Mientras más la escuchaba, más me hipnotizaba la manera en que los
músicos hacían su interpretación.
No sé que sucedió pero sentí un dolor en el
corazón y se me empezaron a salir las
lágrimas. Me sentí un poco ridícula al
hacerlo y vi de reojo a las demás personas para ver si no me veían llorar. No podía creer que esos chicos tan jóvenes
pudieran enterpretar a Beethoven tan fantásticamente.
La interpretaron desde el primer movimiento
hasta el cuarto. En total la sinfonía
dura mas o menos media hora y estuve ahí hasta que terminó el ultimo
movimiento. Los transeúntes pasaban de
un lado al otro, pero los que se quedaban a escuchar no podían moverse. Era como si la interpretación de la sinfonía
nos hubiera atrapado y no nos dejaba marcharnos. No sentía más ni el frío, ni el viento, ni
el cansancio, ni el fastidio de haber estado en las tiendas llenas de gente.
Era lo que necesitaba en una noche de invierno
como esa. Era como una medicina para el
alma, la música calmaba mis penas, me relajaba y me hacía sentir liviana.
Al casi terminar la sinfonía con el cuarto
movimiento en Allegro los muchachos estaban eufóricos. Sonreían y se miraban
uno al otro como si estuvieran contándose la cosa más maravillosa del mundo.
Tocaban cada quién su instrumento con todas las ganas posibles. Algunos de ellos sudaban y las gotas de
sudor les corrían por el rostro pero a ellos no les importaba. Los que
estábamos presentes escuchando la interpretación estábamos contagiados con el
entusiasmo de los chicos.
Al terminar todos los presentes aplaudimos
efusivamente. Ya no éramos cinco
personas escuchando sino que como treinta.
Los chicos se inclinaban en agradecimiento y se abrazaban uno al otro.
Empezaron a caer las monedas en la caja abierta
de un violin. Yo esperé a que la gente
se dispersara porque quería saber más de estos chicos. ¿Cómo era posible
que pudieran interpretar esa sinfonía la perfección? ¿Dónde habían
aprendido a tocar así? ¿Por qué no estaban en una orquesta famosa de Europa? Quería saber la verdad sobre ellos.
Me acerqué a uno y le pregunté. Me contó que él y sus compañeros eran rusos. Habían venido a Holanda hacía dos meses. Habían estudiado música desde los 6 años con
los mejores maestros y era lo único que sabían hacer ya que habían ensayado
muchas horas los siete días de la semana.
En Rusia no era posible entrar a una orquesta sinfónica que los
contratara porque lamentablemente habían más músicos que trabajo para
ellos. Me dijo que estaban de ilegales
en Holanda y vivían en albergues temporales.
De noche, se turnaban para cuidar los instrumentos musicales porque en
esos lugares era fácil que se los robaran.
No sólo me había impresionado su música sino
que también su historia. Quería
ayudarlos pero no sabía cómo. Es una de
esas ocasiones en que quieres ayudar y no tienes los medios para hacerlo.
Busqué en mi billetera y encontré 66 euros.
Se los di y les dije que se compraran una buena cena. Les desee la mejor suerte del mundo y me fui.
Desde entonces cada vez que escucho la sinfonía
número 5 de Beethoven me acuerdo de esa noche y me pregunto que habrá sucedido
con ellos. Espero que hayan logrado ser
legales en Holanda, que hayan logrado entrar a una orquesta y hayan podido
interpretar su música para un público mayor.
Eran demasiado buenos como para vivir ganándose unas pocas monedas en la
calle.
...traigo
ResponderBorrarecos
de
la
tarde
callada
en
la
mano
y
una
vela
de
mi
corazón
para
invitarte
y
darte
este
alma
que
viene
para
compartir
contigo
tu
bello
blog
con
un
ramillete
de
oro
y
claveles
dentro...
desde mis
HORAS ROTAS
Y AULA DE PAZ
COMPARTIENDO ILUSION
SILVIA
CON saludos de la luna al
reflejarse en el mar de la
poesía...
ESPERO SEAN DE VUESTRO AGRADO EL POST POETIZADO DE DJANGO, MASTER AND COMMANDER, LEYENDAS DE PASIÓN, BAILANDO CON LOBOS, THE ARTIST, TITANIC…
José
Ramón...
Wow! Me han hecho bellos comentarios pero este es uno de los más hermosos! Muchas gracias José Ramón. De todo lo que mencionaste, Titanic es lo unico que no me gusta. Demasiado comercial y meloso.
BorrarUn abrazo y busco tu blog.