“Ama a tu prójimo como a ti mismo” Mateo 22:39

En la Biblia, el libro sagrado de todos los tiempos, en Mateo 22:37-39 está escrito: “"Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente"—le respondió Jesús—. ³⁸ Éste es el primero y el más importante de los mandamientos. ³⁹ El segundo se parece a éste: "Ama a tu prójimo como a ti mismo”.

¿Y quién es nuestro prójimo? Los sinónimos son: semejante, persona, individuo, tipo, tío, fulano.  El significado en el diccionario es: Persona considerada en relación con cualquier otra, con la que forma parte de la humanidad.

Pero concentrémonos en la primera palabra: Semejante.    Nuestro semejante.  Otro ser humano.  

Cuando Jesús predicó esa enseñanza que está grabada en la Biblia, no dijo:  “Ama a tu prójimo excepto a los homosexuales, lesbianas, emos, góticos, transexuales, gente de color, minusválidos, etc.” 

Él no específicó determinadas personas o grupos.  Simplemente lo resumió en: amar a nuestro semejante como a nosotros mismos no importando quien sea, como sea, lo que haga, o lo que deje de hacer.   

Escribo esta entrada por los homosexuales y lesbianas de nuestra sociedad latina.  Estos seres que tienen que sufrir en silencio el hecho de tener una orientación sexual distinta a la que en la sociedad está permitida.  Estas personas tienen que esconder quienes son de sus familias, amigos, trabajo, sociedad para pretender ser alguien que sea aceptado por los demás. 

Lo que yo no comprendo es cómo si somos tan religiosos y nos golpeamos el pecho cada domingo en nuestras respectivas iglesias, independientemente de cual sea, hemos decidido que los homosexuales y las lesbianas cometen pecado, por lo tanto, son seres despreciables y abominables a los cuáles tenemos que marginar o apartar.

De nuevo, cito a otro versículo de la sagrada escritura: “El que esté libre de pecado que tire la primera piedra”  San Juan cap. 8.

Poniéndome de ejemplo, no, yo no soy quién para tirar la primera piedra porque he pecado.  Y tú ¿Eres libre de tirar la primera piedra?

Sí, existe en la sagrada Biblia pasajes en los cuáles condena al homosexualismo, es más hasta llega a decir que hay que matar a los homosexuales (puedes leer más sobre esto en el artículo El Homosexualismo según la Biblia )  Pero en estos tiempos no es permitido matar a una persona.  Es prohibido.  Independientemente de si la persona que se mata es homosexual o no, el castigo es la cárcel.   Y así como esa ley ha cambiado con el paso del tiempo ¿Por qué no podemos cambiar la manera de ver a los homosexuales y lesbianas si son nuestros semejantes?

Recuerdo hace unos años atrás que tenía un vecino que era travesti.  Participó en un concurso de travestis bajo el seudónimo de “Ella Frutella”.  Se puso una peluca espectacular y un vestido maravilloso de color celeste.  Llegó al lugar del concurso en una limosina para llamar más la atención.  No ganó pero quedó entre las finalistas.  Como mi familia mormona decía que yo “vivía en la ciudad del pecado” (Amsterdam) decidí enviarles fotografías de Ella Frutella por rebeldía.

No escuché nada de mi familia por una semana hasta que me llamó un día mi tío, obispo de la iglesia mormona, en comunicación enlazada con mi tía y mi mamá.   Mi tío empezó haciéndome preguntas de Ella Frutella. Me preguntó si yo era amiga de mis vecinos o si solo era por el concurso que les había hablado.  Cuando le conté que iba seguido a comer a su casa percibí en ese silencio que corta como el filo de un cuchillo, la sorpresa de mi respuesta.  Entonces, para echarle más leña al fuego a lo que ya sabía que se venía encima, agregué:  “Por cierto, el próximo fin de semana voy a ver a mis amigas lesbianas que viven en Bélgica.  Me quedo en la casa de ellas todo el fin de semana.  ¡Vieras que divertidas son!”.   Mi tío ahí no aguantó más y me dijo:  “M’hija, te voy a decir algo:  el ser gay (homosexual o lesbiana) es una enfermedad.  De tanto juntarte con ellos te vas a contagiar.  No estés jugando con fuego M’hija, y no nos estés preocupando a nosotros.  Sabemos que querés vivir la vida como te plazca pero no de esa manera, arriesgándote a un contagio”. 

Cuando escuché estas palabras pegué una carcajada que retumbó en todo mi edificio.  Esta conversación fue hace ya casi 10 años y aún no me he “contagiado” de la enfermedad. Confieso que me siguen fascinando los hombres.

Sabemos que el ser gay es sentirse atraído sexualmente por una persona de su mismo sexo.  En nuestras sociedades cerradas y arcaicas se cree que es una enfermedad o pensamientos que se puede curar ya sea yendo a la iglesia, yendo a donde un psicólogo, yendo a un doctor o inclusive a una institución mental en la cuál la persona se puede “curar” con el tiempo.  Pero eso no funciona de esa manera.

La persona gay llega a vivir atormentado por ello.  No se les ha dado ni una sola oportunidad desde mucho antes de que esa persona se declare gay.  Ya está escrito y sabido que son gente pecadora y abominable a la que hay que curar.  Ellos son “culpables hasta que no se demuestre lo contrario” completamente distinto de lo de alguien acusado de ser homicida. 

Ellos viven la vida ocultando quienes son en realidad, pretendiendo ser lo que la sociedad quiere que ellos sean, inclusive ocultando su verdadero yo de sus padres, hermanos e hijos; las personas más cercanas a ellos.  ¿Te gustaría vivir toda tu vida pretendiendo ser alguien que no eres?  Yo la verdad no me imagino mi vida de esa manera pero tristemente lo he visto varias veces.

Hace poco estaba hablando con una amiga que está pasando por un divorcio.  Estuvo casada por 15 años y tiene 2 hijos de ese matrimonio.  Mientras la consolaba -según yo- dándole palabras de aliento, me dijo:  “Ya no puedo más.  Te tengo que contar la verdadera razón por la que me divorcié: Soy lesbiana, siempre lo he sido”.  

Casi me caigo de la silla cuando me lo dijo porque la conozco desde hace muchísimos años y honestamente mi detector de lesbianas no funciona.  Le pregunté si al final “había salido del clóset” y me dijo que no.  Que muy pocas personas sabían la verdadera razón.  Es más, a su ex-esposo, le dijo que ya no lo amaba, cuando en realidad nunca lo amó y nunca pudo tener un orgasmo con él.  

Esto es triste cayendo en lo absurdo. ¿Todo por una sociedad que dictamina lo que debemos de ser?  

¿Y por qué los gays son discriminados, dejados a un lado, maltratados, despreciados, aborrecidos y odiados?   Por miedo. Porque la gente tiene miedo y quiere controlar lo que lo causa.  Se escudan en la religión y en las sagradas escrituras para ocultar su miedo.  Creen que con estar marginando, causando dolor y haciendo lo que la sociedad les dictamina que hagan, van a dejar de sentirlo.  Pretenden usar todas las armas a su alcance para destruir algo que no se puede destruir.  Algo que ha existido en toda la historia de la humanidad por los siglos de los siglos.  Y al hacer eso en lugar de destruir lo que tanto temen solo lo hacen más fuerte, más palpable, más tangible.  

Los tiempos están cambiando rápidamente,  para bien o para mal, pero están cambiando.  En estos tiempos modernos tenemos que recordar el segundo mandamiento más importante:  Tenemos que amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos.  Tenemos que dejar a la gente que es diferente a lo que conocemos como “normal” tener una vida como cualquier otra persona.  Tenemos que darles una oportunidad.  No debemos de dejarnos vencer por el miedo infundado en lo que nos han dicho y enseñado pero que no hemos experimentado.

Por mi parte he de decir que entre mis mejores amigos cuento con homosexuales y lesbianas que han sido, son y serán los seres más maravillosos que hay en este planeta.  Algunos de ellos todavía viven “dentro del clóset” ocultando lo que son.  

Lo que más me duele es saber que los padres de homosexuales y lesbianas saben que son gays pero pretenden que no lo saben o viven la vida haciéndose los ignorantes como si el tener un hijo gay es la cosa más grave del planeta.  Y lo peor de todo, es que no lo hacen por ellos mismo, no.  Lo hacen por lo que “la sociedad vaya a decir” o por lo que determina la religión.  La verdad que me da asco saber que eso va más allá que el amor de un padre por su hijo.

No tengamos miedo y rompamos las barreras y prototipos que la sociedad nos impone.  ¿Porque no podemos amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos como lo dijo Jesús, a quien tanto admiramos y adoramos?  

Les dejo a mi autor favorito, Mario Vargas Llosa y su maravilloso artículo La Casa del Gay

03.08.2012:   Este fin de semana se celebra el Orgullo Gay en Amsterdam, Holanda.  Me encantó ver que la iglesia también apoya el acontecimiento.  Esta foto es de la Westerkerk y como pueden ver ha puesto la bandera gay para que todos lo vean.  En todas partes del mundo se debería de seguir este ejemplo.   

Artículo interesante:  Homosexuales en la Biblia