miércoles, 14 de noviembre de 2012

Nuestra elección después de una tragedia




En el reciente terremoto que azotó a Guatemala, una de las familias más afectadas fue la de Engelber  de Jesús Ramírez Castillo de 26 años.    Engelber perdió a su madre y a sus hermanas. Una sobrina sobrevivió a la tragedia pero resultó con las piernas quebradas, su casa quedó destruída y a Engelber le tuvieron que amputar una pierna ya que le cayó un paredón encima.  

Otra víctima del terremoto fue Iván Vásquez, de 18 años,  quién perdió a sus padres y hermanos y su estado de salud es débil porque se niega a comer.

Otro afectado fue Rómulo Vásquez Yoc, quién perdió a 10 familiares entre ellos su hijo, su hermano y la familia de su hermano. Entre los fallecidos habían ocho niños de 13, 12, 11, 9, 7, 5 y 3 años.  Estas víctimas murieron soterradas mientras extraían o acompañaban a los que extraían  arena blanca y piedra pómez para fabricar block.

Estos son ejemplos de tres de los sobrevivientes que en un poco más de treinta segundos su vida les cambió completamente.  Son casos extremos en los que una tragedia puede hacer que se pierdan familiares, cosas materiales y en el caso de Engelber hasta su pierna.

Los seres humanos a veces olvidamos que aunque planeamos y tenemos la vida de una manera, algo fuera de nuestro alcance puede pasar que cambiará completamente lo tenemos y conocemos dando un giro de 180 grados.  Y no me refiero únicamente a un desastre natural como un terremoto o un huracán sino que puede ser la muerte súbita de un familiar, un despido laboral, un divorcio, etc.

En el caso de Engelber, no solamente tiene que llorar la muerte de su madre y hermanas sino que tiene que seguir una terapia que durará meses para lograr caminar y al salir del hospital tendrá la incognita de donde vivirá porque su casa fue destruída.

En los países como Guatemala, la gente no cuenta con un seguro de vivienda, o seguro médico, o ahorros para reconstruir su vida.   Si se tiene suerte, a lo mejor el Presidente de Guatemala o alguna asociación o programa de ayuda le ofrecerá a Engelber la reconstrucción de su vivienda o a rehabilitarse como debe de ser.  Eso sera cuestión de suerte.

En el caso de Iván, a lo mejor estaba todavía estudiando  o tuvo la suerte de graduarse este año.  Ahora tiene que ver como se gana la vida además de ver como logra sobrellevar la muerte de su familia sin ninguna ayuda psicológica disponible. 

En el caso de don Rómulo, ya es una persona adulta que sabe valerse por si mismo.  Pero es muy probable que su trabajo consistía también en extraer arena blanca y piedra pómez de ese lugar del cuál ahora no es posible hacer.   Tendrá que buscar la manera de sobrevivir con otro trabajo y además sobrellevar la pena de la muerte de sus famliares sin ninguna ayuda psicológica disponible.

Estas víctimas serán olvidadas con el tiempo, como suele suceder después de que las cosas se enfrían y no son noticia.  Ellos tendrán que velar por si mismos.

Ayer me puse a leer un escrito de un famoso blogger de Estados Unidos, Dan Pearce, con el título:  Why I like messed up girls que se traduciría algo asi como “Porque me gustan las chicas complicadas”.

En el artículo Dan está contando que una de sus mejores amigas quiere que él tenga una chica buena, que siempre esté con risitas,  que esté lista para un picnic en el bosque y que no tenga nada de complicado o nada de maldad en ella.  La chica perfecta de las películas románticas, concluye Dan.

Pero él dice que le gustan las chicas que hayan tenido un pasado complicado, que están pasando por algún problema, o las que han tenido muchos retos en su vida.   El dice que se siente atraído por ese tipo de chicas porque él se siente cómodo, porque puede ser imperfecto, porque puede hacer cosas estúpidas y cometer errores y ellas no lo juzgarán duramente por ello, las que sepan los secretos más oscuros de él y no lo juzgarán o no dejarán de pensar que él no es atractivo para ellas solo por ello.

Estoy contando esta historia porque Dan ha dado en un punto muy importante que diferencia a una chica de la otra.  Cuando suceden tragedias fuertes como las que le sucedió a Engelber, Iván o don Rómulo, a ellos les quedan dos opciones:  1. Lamentarse, culparse, deprimirse, caer en apatía, creer que la vida no vale la pena y suicidarse, consumirse en el alcohol o drogas o simplemente morir en vida.   O: 2. Pueden lamentarse, culparse, deprimirse, pero levantarse, aceptar la derrota, aprender de la experiencia y salir adelante, hacer de su vida algo productivo y aceptar lo que pasó con valentía y echándole ganas.  

Las personas que optan por la segunda opción tienen una fortaleza de espíritu y mente que a la hora de que tengan que enfrentar una segunda, tercera o cuarta tragedia lo harán sin lamentarse y simplemente se harán más fuertes, sabios y serán felices con cosas pequeñas, naturales o que las demás personas no apreciarán de la misma manera.

En el momento de una tragedia es cuando se diferencian los valientes de los cobardes.  A todos en esta vida nos pasaron, pasan o pasarán tragedias.  Pero cada uno de nosotros decidimos como vamos a seguir viviendo y si vamos a dejar que lo que nos pasó tenga un efecto positivo o negativo.   Y eso lo podemos lograr sin ayuda de los demás.  Depende de nuestra fuerza de voluntad y nuestras ganas de sobreponernos a ello.

Un ejemplo mundial de como sobreponerse a una tragedia es lo que sucedió el 11 de septiembre del 2001 con las Torres Gemelas en Nueva York.  A nivel mundial nos afectó, en el momento que sucedió nos preguntábamos el por qué, muchas vidas se perdieron, los edificios completamente destruídos, desolación, desaliento, creímos que la tercera Guerra Mundial se nos venía encima y sobre todo nos sentimos vulnerables ya que un país primermundista como lo es Estados Unidos tuviera un ataque de esa manera. ¿Que sucedería con los demás países? 

Pero como la canción que el grupo Live interpretó para esa tragedia con el título “I will Overcome” (Sobreviviré), sobrevivimos, reconstruímos, sanamos las heridas y aunque quedaron cicatrices y recuerdos que no se olvidarán jamás, Nueva York y el resto del mundo siguió para adelante.

Así que en nuestras manos está el ser valientes o cobardes.   Mi mayor deseo es que Engelber, Iván, don Rómulo, los demás afectados de esta tragedia, tú, el resto del mundo y yo, elijamos ser valientes y nos sobrepongamos a cada una de las tragedias que tengamos con la frente en alto y haciéndonos fuertes.





Que Dios bendiga a todas las víctimas del terremoto de Guatemala.  Fortaleza mis hermanos.

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