jueves, 5 de julio de 2012

Unas Vacaciones Inolvidables



Mis vacaciones en México ya estaban por terminar.  Había estado en Veracruz por una semana y quería pasar unos tres días en Puebla para luego proseguir a la ciudad de México.  Quería  quedarme en la ciudad por un par de días más y tomar el avión que me trajera de regreso a Ámsterdam. 

De Veracruz a Puebla me dijeron que lo mejor era tomar el bus nocturno ya que eran muchas horas de un viaje tedioso que era mejor aprovecharlas durmiendo.  Este viaje había sido maravilloso exceptuando que lo había hecho sola en lugar de haberlo hecho con el que había sido mi novio.  Un poco antes del viaje nos peleamos y separamos y yo no quise desperdiciar el boleto.

En Veracruz estuve meditando al respecto y aunque sola y triste disfruté de los días soleados,  de la playa, de la comida y de su gente.

Estaba entusiasmada de ir a Puebla.  Me habían dicho que era una ciudad espectacular.   

Se llegó la noche en la que tomé el referido bus , me puse los audífonos e intenté dormir.   Pasadas algunas horas el bus estaba a oscuras. El chófer con el ayudante charlaban y yo no podía dormir.  Acababamos de pasar a un comedor, de esos típicos de carretera.  Habíamos estirado los pies, charlamos, comimos y fuimos al baño.  Siempre ha sido difícil para mí dormir después de que algo me despierta así que estaba bien despierta pensando en lo bonito del viaje a pesar de haberlo hecho sola.  

El bus dio un frenazo repentino.  Se abrió la puerta y entraron varios hombres armados.  Le pidieron al chófer que encendiera las luces y un hombre con un pasamontañas que parecía ser el líder nos dijo:  “ ¡Esto es un asalto, queremos todas las cosas de valor!”.  Me llamó la atención que él era el único que tenía pasamontañas mientras que los otros se cubrían el rostro con un pañuelo y todos llevaban puesta una gorra. Los asaltantes comenzaron  a despojarnos de nuestras pertenencias.   Yo intenté rápidamente buscar mi pasaporte y esconderlo pero como estaba sentada en los primeros lugares no me dió tiempo a hacerlo.   Se llevaron mi bolso con todo:  dinero, tarjeta de crédito, tarjeta de débito, cámara, celular y pasaporte.  Me despojaron también de mi iPod con los audífonos y de un anillo que no tenía mucho valor.  

Luego le pidieron al chófer que abriera el compartimiento de las maletas y poco a poco descargaron nuestras maletas a un pick up que tenían en la parte de enfrente  del bus mientras a nosotros nos seguía apuntando el hombre con el pasamontañas.   Había gente llorando, otros estábamos callados sin decir nada viendo la escena.  El hombre con el pasamontañas nos callaba o nos amenazaba con matarnos.  

En menos de quince minutos acabó toda la operación  y a una señal  se subieron  algunos a una camionetilla que estaba parqueada frente al pickup y otros al pickup y se fueron dejándonos sin nada.   Faltaban todavía seis horas para llegar a nuestro destino.    Sin saber que hacer, el chófer nos calmó y nos dijo que a veces sucedía esto en México.  Nos indicó que podíamos ir a la estación de la policía en Puebla para poner una denuncia y obtener papeles temporales.   

Habíamos varios extranjeros en el bus y todos estabamos muy nerviosos y preocupados.  No tiene nada de gracia quedarse sin dinero ni pasaporte en un país que no es el nuestro.   Las próximas seis horas nos dedicamos a comentar lo sucedido y a tratar de obtener la mayor información posible de la gente local.  Me dijeron que se podía obtener un permiso de salida del país por la perdida del pasaporte y que era aceptado para entrar a Europa.  Esa era mi mayor preocupación.

Al llegar el bus a la estación me bajé sin saber que rumbo tomar.  El chófer nos indicó como llegar a la estación de la policía y un grupo se dirigió ahí inmediatamente.  Eran las ocho de la mañana y lo que menos me apetecía era estar en una estación de policía esperando por horas a que me atendieran.  Revisé las bolsas de mi pantalón y me encontré con 100 pesos.   Por lo menos podía comprarme un desayuno antes de decidir que hacer.  Caminé por las calles aventurando y sin dirección.  Encontré en una esquina un café bonito y sencillo.  Después de escudriñar los precios me senté y ordené un desayuno.    Tenía la mente en blanco, no sabía que hacer.  Al terminar de comer pedí un café y me quedé escudriñando a los demás comensales.  

Había un muchacho que me estaba observando.  Ya me había fijado antes pero no le había prestado atención hasta ahora.  Era un hombre de mi edad, alto, delgado y con un cabello rizado negro que hacia contraste con sus ojos color miel.   Me sonrió y le devolví la sonrisa y seguí viendo alrededor sin dejar de verlo disimuladamente.

Después de un rato nuestras miradas se encontraban a cada momento y no parabamos de sonreir.  Me gustaba su sonrisa sensual y su mirada traviesa.   Por un momento se me olvidó que estaba en problemas.
Se levantó y se dirigía hacía mí  cuando veo que al mismo tiempo se levantan dos hombres de distintas mesas pero iban atrás de él a cierta distancia.  Lo primero que pensé fue: “No puede ser ¡Otro asalto!”.   Se sentó en mi mesa y veo que los hombres se vuelven a sentar en distintas mesas .  Me sorprendí.  El al ver que yo veía a los hombres se río y me dijo: “No te preocupes, son mis guardaespaldas”.   

Su nombre era Eduardo y era el hijo del alcalde de la ciudad.  En un par de horas nos pusimos al día con nuestras vidas.  Le conté por lo que estaba pasando y me dijo:  “Mientras estés acá no te faltará ni casa, ni comida, ni ropa, ni dinero”.   Terminamos enrollándonos y tuve los días más fantásticos de mi vida.  Parecía una persona famosa o del jet set.   Eduardo me llevó a comprar ropa de lujo, zapatos, bolsas, todo lo que se me ocurriera y sin reparos de dinero.  Como su papá era el alcalde, le pidió a su secretaria que me arreglase los papeles que necesitaba para salir del país, sin necesidad de tenerme que presentar a la estación de policía.  Me llevó a restaurantes de lujo, fiestas fantásticas y hasta a su finca con caballerías, ganado y una piscina espectacular.

Sentía como que estaba viviendo un sueño.  A los tres días cuando me tocaba ir a la ciudad de México, Eduardo me rogó que me quedara un día más y que él mismo me llevaría a la ciudad de México.  Pasamos el día en un club haciéndonos un masaje, jugando golf y disfrutando del resto de las instalaciones. Esa noche tuvimos una cena romántica en un restaurante que abrió las puertas únicamente para nosotros.  Había un trío de cantantes de boleros amenizando la noche.   Eduardo me confesó entonces que se había enamorado de mí.   A mi me halagó su confesión pero a la vez me abrió los ojos y me di cuenta que yo no estaba enamorada de él.   Mi corazón todavía pertenecía al chico con el que me había peleado en Ámsterdam.   Aun con ese sentimiento escondido en lo más profundo de mi ser, pasé una noche maravillosa con Eduardo haciéndonos el amor como nunca.

Al siguiente día un helicóptero nos esperaba para trasladarnos a la ciudad de México y yo iba cargada con dos maletas de ropa.  Nos hospedamos en un hotel de lujo y Eduardo estaba muy triste por mi partida.  Yo me había pasado unos días fantásticos con él pero tenía muchos deseos de regresar a Holanda.  Me hacia falta mi vida normal.   Eduardo me llevó al aeropuerto y se le llenaron los ojos de lágrimas al tener que decirme adiós.  Yo me sentía mal porque no sentía tristeza de dejarlo.

Al regresar, por no haberme comunicado por una semana con nadie, mi ex estaba preocupado.  Al comentarle del robo se asustó y me confesó que no se hubiera perdonado si algo me hubiera pasado.  Regresamos en ese mismo instante.  Eduardo intentó comunicarse conmigo pero nunca le contesté sus correos electrónicos.  Pobre chico.  

Eduardo:  Por si me estás leyendo gracias por todo.


1 comentario:

  1. Muy buen relato! Me alegro que las vacaciones tuvieran un final "feliz"... por lo menos ayuda olvidar lo del robo.

    No hay nada peor que quedarse sin la documentación y todo lo personal (mas que por el valor en si, por todo lo que conlleva) y no me quiero ni imaginar como debe ser estando en un país extranjero...

    Un saludo,
    Sonia.

    ResponderBorrar