“Temo el día en que la tecnología sobrepase
nuestra humanidad, el mundo solo tendrá una generación de idiotas”
Esta cita es atribuida a Albert Einstein (pero no ha sido comprobado que él
la haya dicho) y está corriendo por la internet como virus con fotos de chicos
y chicas viendo las pantallas de sus teléfonos.
Desde hace un poco más de dos años los teléfonos inteligentes, mejor
conocidos como Smartphones, han incursionado en todo el mundo, siendo sus
mejores representantes el iPhone y el BlackBerry. He visto como todos los que poseemos un Smartphone
(incluyéndome) nos obsesionamos con el mismo.
Chequeamos el Facebook, el Twitter, las noticias, el clima, el
Instagram, el Pinterest, el correo eléctronico. La aplicación que nos tiene más
atrapados es el Whatsapp. Con el
Whatsapp uno puede enviar mensajes de textos, fotos, videos, compartir
contacto, compartir tu ubicación y hasta enviar una nota recién grabada con tu
bella voz a tus contactos que estén en cualquier parte del mundo y todo esto gratis.
Recuerdo mi primera experiencia con alguien que tenía un Smartphone hace
dos años. Era la persona más moderna de
todos mis amigos. Si nos juntábamos para
comer, ella estaba chequeando su correo electrónico, Facebook, etc. Y si
teníamos duda de cualquier cosa, ella se ofrecía a chequear en Google
inmediatamente. Me molestaba
profundamente. Decidí que no iba a ser
así si algún día poseía un Smartphone.
Confieso que no he respetado mi propia palabra ya que yo misma estoy
chequeando mi teléfono cada dos por tres.
Siento que los Smartphones han servido como excusa para no interactuar con
las demás personas. Cuando yo chequeo el
Smartphone es porque me siento un poco cohibida ya que no conozco mucha gente
en la fiesta donde estoy y en lugar de hacer amigos me escudo en el
teléfono. También me ha servido para
evitar a esa persona que me cae mal.
También para evitar conversaciones que no quiero tener.
Hace cinco años que tomo el mismo metro por las mañanas en Ámsterdam. En el camino hay jóvenes que se bajan en
cierta parada para ir a la escuela secundaria o para ir a la Universidad. La mayoría de estos jóvenes están chequeando
algo en su teléfono. También la mayoría
está con sus audífonos puestos. Yo
calculo que de 50 jóvenes habrá 10 que están conversando entre sí. Los demás están viendo la pantalla de su
teléfono. A veces me acerco a ver qué es
lo que hacen: unos están en el Whatsapp, otros jugando video juegos, otros
viendo algún video. Todo esto a las ocho
de la mañana. Me ha afectado tanto ver
eso que he decidido que a esa hora yo voy a leer un libro. Creo que mi tiempo es más productivo leyendo
un libro que chequeando mi teléfono. El
pasado lunes fue la excepción: dos chicos se pelearon y los demás estaban
observando la pelea, pero no faltó quien tomara un video de la misma. Al
terminar la pelea, todos inmediatamente tomaron su teléfono, me imagino que
para contar sobre la pelea en el Twitter, Facebook o Whatsapp.
Creí que por estar en Europa y vivir en un país primermundista hacía que la
gente fuera así, pero descubrí el año pasado que en mi país, Guatemala, también
sucede ese fenómeno. Es increíble porque
los guatemaltecos se viven quejando de que les roban los teléfonos más sin
embargo los están usando constantemente.
No digo que la tecnología sea mala, al contrario, nos facilita muchas
cosas. ¿Pero quién nos pone los límites?
Usamos la internet para una tarea de investigación, hacer la reservación de un
restaurante, chequear nuestra cuenta bancaria, comprar ropa y zapatos, hacer reservaciones
de cine, inversión de dinero, reservar y pagar vacaciones y hoteles, hasta para
arreglar una cita con un@ chic@ o conseguir novi@, ver las noticias de la
farándula, puedes chatear con alguien que vive lejos, puedes encontrar a alguna persona perdida,
puedes hacer compras del supermercado, ver tu serie favorita, bajar música, ver
porno, etc.
Hace veinte años no teníamos todo tan a la mano como ahora. El problema con ello es que estamos perdiendo
la costumbre de interactuar con las personas.
No hay nada más patético que ver amigos, familia, etc. que están juntos
pero todos están viendo algo en la pantalla del teléfono “inteligente”. Los que tenemos este teléfono inteligente
somos esclavos del mismo. Lo primero que
hacemos al despertarnos es chequearlo, ver si hay llamadas perdidas, mensajes
en el Whatsapp, quién nos escribió en el Facebook, que noticias hay en el Twitter,
etc.
El día de hoy me pasaron una noticia increíble: ayer hubieron tiroteos en
Monclova, Coahuila, México. Desde las
7:45 de la mañana con una duración de más de una hora, se registraron "narcobloqueos" y enfrentamientos entre miembros del
Ejército y la Policía Federal contra civiles armados. La noticia de por sí es alarmante (puedes
leerla en este link). A mí en lo personal no me gustaría estar en
medio de una balacera como ésta. Me imagino el ambiente lleno de tensión y
miedo que se vive. Pero lo que más me
impactó fue ver la foto que venía con la noticia. En ella vez gente en el suelo cubriéndose y a alguien con su teléfono. La persona que tomó la foto me imagino también
estaba usando el teléfono. ¿Somos
capaces de perder la vida por estar informando al resto del mundo lo que estamos
viviendo en ese momento?
He visto varias páginas en la internet en la que jovenes dicen que no
entienden como es eso de que “el mundo tendrá una generación de idiotas.” Pues diciendo “no entendiendo” ya es una mala
señal. Si dependemos de la tecnología, si perdemos la paciencia por culpa de la
tecnología, si aceptamos todo lo que vemos en la internet sin investigar, si
perdemos nuestra salud por culpa de la tecnología, si no conocemos más lo que
importa a nuestros seres queridos por prestar más atención a la tecnología, si
usamos la tecnología como excusa para evitar el contacto humano o si perdemos
el contacto humano por culpa de la tecnología, si usamos la tecnología para
herir a una persona o para hacer bullying, si usamos la tecnología para
enterarnos de la vida de alguien o para juzgar a través de fotos lo mal, gorda
o fea que está esa persona, si llamamos al teléfono “inteligente”, si perdemos
un amanecer, tiempo con nuestros amigos y/o familiares, la playa, un juego, etc.
por estar viendo la pantalla de nuestro teléfono y si usamos la tecnología en vez de nuestro cerebro, lamento darte la mala noticia: sí, somos una
generación de idiotas.
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