miércoles, 20 de marzo de 2013

Somos una Generación de Idiotas




“Temo el día en que la tecnología sobrepase nuestra humanidad, el mundo solo tendrá una generación de idiotas” 

Esta cita es atribuida a Albert Einstein (pero no ha sido comprobado que él la haya dicho) y está corriendo por la internet como virus con fotos de chicos y chicas viendo las pantallas de sus teléfonos.

Desde hace un poco más de dos años los teléfonos inteligentes, mejor conocidos como Smartphones, han incursionado en todo el mundo, siendo sus mejores representantes el iPhone y el BlackBerry.  He visto como todos los que poseemos un Smartphone (incluyéndome) nos obsesionamos con el mismo.  Chequeamos el Facebook, el Twitter, las noticias, el clima, el Instagram, el Pinterest, el correo eléctronico. La aplicación que nos tiene más atrapados es el Whatsapp.  Con el Whatsapp uno puede enviar mensajes de textos, fotos, videos, compartir contacto, compartir tu ubicación y hasta enviar una nota recién grabada con tu bella voz a tus contactos que estén en cualquier parte del mundo y todo esto gratis.

Recuerdo mi primera experiencia con alguien que tenía un Smartphone hace dos años.  Era la persona más moderna de todos mis amigos.  Si nos juntábamos para comer, ella estaba chequeando su correo electrónico, Facebook, etc. Y si teníamos duda de cualquier cosa, ella se ofrecía a chequear en Google inmediatamente.  Me molestaba profundamente.  Decidí que no iba a ser así si algún día poseía un Smartphone.  Confieso que no he respetado mi propia palabra ya que yo misma estoy chequeando mi teléfono cada dos por tres.

Siento que los Smartphones han servido como excusa para no interactuar con las demás personas.  Cuando yo chequeo el Smartphone es porque me siento un poco cohibida ya que no conozco mucha gente en la fiesta donde estoy y en lugar de hacer amigos me escudo en el teléfono.  También me ha servido para evitar a esa persona que me cae mal.  También para evitar conversaciones que no quiero tener. 

Hace cinco años que tomo el mismo metro por las mañanas en Ámsterdam.  En el camino hay jóvenes que se bajan en cierta parada para ir a la escuela secundaria o para ir a la Universidad.  La mayoría de estos jóvenes están chequeando algo en su teléfono.  También la mayoría está con sus audífonos puestos.   Yo calculo que de 50 jóvenes habrá 10 que están conversando entre sí.  Los demás están viendo la pantalla de su teléfono.  A veces me acerco a ver qué es lo que hacen: unos están en el Whatsapp, otros jugando video juegos, otros viendo algún video.  Todo esto a las ocho de la mañana.  Me ha afectado tanto ver eso que he decidido que a esa hora yo voy a leer un libro.  Creo que mi tiempo es más productivo leyendo un libro que chequeando mi teléfono.  El pasado lunes fue la excepción: dos chicos se pelearon y los demás estaban observando la pelea, pero no faltó quien tomara un video de la misma. Al terminar la pelea, todos inmediatamente tomaron su teléfono, me imagino que para contar sobre la pelea en el Twitter, Facebook o Whatsapp.

Creí que por estar en Europa y vivir en un país primermundista hacía que la gente fuera así, pero descubrí el año pasado que en mi país, Guatemala, también sucede ese fenómeno.  Es increíble porque los guatemaltecos se viven quejando de que les roban los teléfonos más sin embargo los están usando constantemente. 

No digo que la tecnología sea mala, al contrario, nos facilita muchas cosas.  ¿Pero quién nos pone los límites? Usamos la internet para una tarea de investigación, hacer la reservación de un restaurante, chequear nuestra cuenta bancaria, comprar ropa y zapatos, hacer reservaciones de cine, inversión de dinero, reservar y pagar vacaciones y hoteles, hasta para arreglar una cita con un@ chic@ o conseguir novi@, ver las noticias de la farándula, puedes chatear con alguien que vive lejos,  puedes encontrar a alguna persona perdida, puedes hacer compras del supermercado, ver tu serie favorita, bajar música, ver porno, etc.

Hace veinte años no teníamos todo tan a la mano como ahora.  El problema con ello es que estamos perdiendo la costumbre de interactuar con las personas.  No hay nada más patético que ver amigos, familia, etc. que están juntos pero todos están viendo algo en la pantalla del teléfono “inteligente”.  Los que tenemos este teléfono inteligente somos esclavos del mismo.  Lo primero que hacemos al despertarnos es chequearlo, ver si hay llamadas perdidas, mensajes en el Whatsapp, quién nos escribió en el Facebook, que noticias hay en el Twitter, etc.

El día de hoy me pasaron una noticia increíble: ayer hubieron tiroteos en Monclova, Coahuila, México.  Desde las 7:45 de la mañana con una duración de más de una hora,  se registraron "narcobloqueos" y enfrentamientos entre miembros del Ejército y la Policía Federal contra civiles armados.  La noticia de por sí es alarmante (puedes leerla en este link).   A mí en lo personal no me gustaría estar en medio de una balacera como ésta. Me imagino el ambiente lleno de tensión y miedo que se vive.  Pero lo que más me impactó fue ver la foto que venía con la noticia.  En ella vez gente en el suelo cubriéndose y a alguien con su teléfono.  La persona que tomó la foto me imagino también estaba usando el teléfono.  ¿Somos capaces de perder la vida por estar informando al resto del mundo lo que estamos viviendo en ese momento?


                             Foto de aristeguinoticias.com


He visto varias páginas en la internet en la que jovenes dicen que no entienden como es eso de que “el mundo tendrá una generación de idiotas.”  Pues diciendo “no entendiendo” ya es una mala señal. Si dependemos de la tecnología, si perdemos la paciencia por culpa de la tecnología, si aceptamos todo lo que vemos en la internet sin investigar, si perdemos nuestra salud por culpa de la tecnología, si no conocemos más lo que importa a nuestros seres queridos por prestar más atención a la tecnología, si usamos la tecnología como excusa para evitar el contacto humano o si perdemos el contacto humano por culpa de la tecnología, si usamos la tecnología para herir a una persona o para hacer bullying, si usamos la tecnología para enterarnos de la vida de alguien o para juzgar a través de fotos lo mal, gorda o fea que está esa persona, si llamamos al teléfono “inteligente”, si perdemos un amanecer, tiempo con nuestros amigos y/o familiares, la playa, un juego, etc. por estar viendo la pantalla de nuestro teléfono y si usamos la tecnología en vez de nuestro cerebro, lamento darte la mala noticia:   sí, somos una generación de idiotas. 



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