lunes, 2 de abril de 2012

Esa noche...



No recuerdo todos los detalles de aquella noche ya que estábamos intoxicados de tanto alcohol.  Lo que recuerdo con claridad es que mientras más bebíamos más ganas nos daban de sentirnos, de amarnos y de estar juntos.

Entre mis recuerdos rotos encuentro un beso robado, una caricia escondida, una conversación profunda que no comprendo cómo se dió, algunas risas y palabras que se llevó el viento.

Estuvimos acechándonos  mútuamente como felinos a su presa hasta que nuestros deseos tomaron posesión de nuestros sentidos y nos dejamos llevar.

Salimos del bar donde estábamos y nos dirigimos a un motel.  Entre bromas y manos deslizándose en los rincones más remotos de nuestros cuerpos encontramos la habitación que buscábamos. 

Cama redonda y paredes en semicírculo tapizadas de espejos. El tapiz siniestro llegó hasta en el techo del lugar, dejándonos expuestos de una manera vulnerable.  La alfombra roja intensificaba lo seductor del lugar.

Ropa volando por la habitación, besos, caricias, suspiros, palabras de deseo entrelazadas en nuestras lenguas que se comían entre sí.

Observé a través de los espejos tu cuerpo desnudo, con todas sus virtudes y todos sus defectos mientras clavaba mis uñas en tu espalda.   Abracé esa imagen para retenerla en mi memoria y revivirla en las noches solitarias de mi existencia.

Disfruté cada uno de nuestros movimientos, cada gota de sudor, cada gemido cálido y sincero.  Nos comimos y recorrimos cada centímetro de nuestras pieles para volverlo a hacer y asegurarnos que no quedara ningún rincón sin explorar.

Por donde mis ojos se posaran estuviste presente y en mi mente se enfrentaban el morbo y el pudor en una lucha sin tregua.  Me dejé llevar por el antojo de poseerte y demostrarte lo que significabas para mi en esa noche vana.

Nos amamos hasta que llegó el alba junto con el agotamiento.  Dormimos.

Al despertar entre penumbras nos abrazamos y nos besamos como reconociéndonos o como si con ello lograríamos retener para siempre lo que había sucedido en la noche anterior. 

Ahora que ha pasado el tiempo no sé si abrazarás el mismo recuerdo que yo tratando de retener esa sensación de locura y satisfacción temporal.  No se si en tu memoria, en un rincón escondido de tu imaginación, todavía deseas mi piel tanto como yo deseo la tuya.  Lo que si sé es que no podría vivir con la ausencia de esa noche en la que logramos fundir nuestras pieles a tal grado que sentimos el cielo y el infierno en lo más profundo de nuestras almas extraviadas.   

1 comentario: