lunes, 19 de septiembre de 2011

El Candidato Presidencial



Mientras me compongo la corbata siento un vacío en el estómago.  Me da un mareo y me siento en la cama.  ¿Qué fue lo que me motivó llegar  a ser candidato Presidencial? 

Lo que me motivó en el pasado es muy distinto de lo que ahora me motiva.  Antes me motivaba hacer algo bueno por mi país, por mi gente, por la bandera y por forjar un futuro mejor para toda la nación.  Después de 10 años en la política lo que me motiva ahora es el poder y el dinero. Así de simple.  

A veces me da asco.  Me doy asco.  Asco de ver cómo he dejado que me influencien los que me rodean y aconsejan.  Asco de ver que lo único que nos motiva a mí y a mis allegados es llegar al puesto más alto y enriquecernos con ello.  Asco de ver que me he convertido en una persona mezquina, sin escrúpulos, sin corazón, sin alma. 

Nos aprovechamos en especial de la gente que más tenemos que ayudar:  Los pobres.  Esa gente honrada, humilde, sin maldad, con una nobleza sin límites.  Esa gente que le hace falta educación porque no llegan ni al 6to año de la primaria por tener que buscar desde muy temprana edad el sustento.  Su falta de educación es la clave que nos hace aprovecharnos de ellos.  Para venderles la idea de que nosotros les proveeremos de tierras, dinero, trabajo sin que ellos sepan que en verdad no vamos a hacer absolutamente nada por ellos.  Porque no queremos y porque no nos conviene.  No nos conviene educarlos porque en las próximas elecciones no podemos volverlos a hacer creer en nosotros.  Lo más gracioso es que todos los candidatos a la Presidencia lo hacemos.  Somos enemigos en muchas cosas pero en algo si estamos de acuerdo:  Mantener al ignorante: ignorante.  Para nuestro propio beneficio.

En cuanto a mis colaboradores hay dos de calaña putrefacta:  El encargado de las Finanzas y el encargado de la Campaña.  Yo ni quiero saber como logra el de Finanzas esas sumas de dinero estrambóticas para la campaña.  Lo único que sé es que ahora que estoy pasando a la segunda vuelta, tengo comprometidos todos los puestos claves de mi gobierno a personas de dudosa reputación o que se sabe a voces que son corruptos o tienen lazos con los narcotraficantes.  Yo no puedo hacer nada al respecto.  Sólo sigo las instrucciones que me da el de Finanzas junto con mis consejeros.  

A mi encargado de Campaña le debo de que hagamos giras a lugares que nunca he oído mencionar en mi vida y al llegar encuentro miles de personas con camisetas del partido, carteles, etc.  Al principio creía que teniamos tantos seguidores pero luego me dí cuenta que les pagábamos con dinero y/o comida y los traíamos en buses de lugares remotos.  “Todo es cuestión de imagén” dice él.  Además me ha hecho parecer un pastor de iglesia.  Digo cosas en mis discursos como que “Dios me ha hablado y ha abogado para que este pueblo pare de sufrir” ó: “Dios me ha enseñado el camino a seguir” y patrañas de esas para que la gente religiosa se lo crea.  ¡Yo ni siquiera voy a la iglesia!  Además, ha hecho comerciales con todas las canciones populares y con letra pegajosa para que a la gente se le quede y vote por nosotros.  Y ahí salgo yo en esos comerciales como el hombre bueno, que va a cambiar el destino de toda una nación porque yo soy el único que lo puede hacer. 

Me miro en el espejo y me dan ganas de escupirme la cara.  De pegarme a mi mismo por hipócrita e hijo de puta.  ¿Cómo he podido caer tan bajo?  Me he dejado llevar como un títere hasta este nivel.  Todo por el poder.  Todo por el dinero.  Según yo que es para dejarles una mejor herencia a mis hijos.  ¿Herencia de qué?  ¿De millones de dólares robados a mis paisanos?  ¿A que se den cuenta cómo me crítica el pueblo antes, durante y después de haber sido Presidente de este país?  ¿A tener que fugarnos al término de mi período porque sino corro el riesgo de ir a la cárcel? 

No sé...  No sé por qué me entró de repente este miedo.  Este miedo al fracaso.  Mi contrincante en la segunda vuelta es bueno y está tan corrupto como yo.  Los dos estamos en este mar de corrupción que nos tiene hasta el cuello.  Tenemos comprometida la vida si no seguimos adelante.  Yo soy un novato a la par de él.  Él tiene una reputación a la que cualquiera le puede pisar la cola.  Pero nadie lo hace.  Le tienen miedo.   

En cuanto a mí he hecho mis actos de corrupción de manera solapada aunque unas pocas personas se han dado cuenta.  A los que tengo que comprar, ya los he comprado.  Y a los que tengo que engañar ya los tengo comiendo de la palma de mi mano.  Pero me siento muy desdichado, me siento sucio, me doy asco. 

Veo mi imagen en el espejo.  Veo mi Rolex, mis zapatos que compré en Europa de Ermenegildo Zegna, mi pantalón y camisa de Armani, pero no puedo verme a los ojos.  No tengo el valor de verme a los ojos.  Deseo fugarme ahora mismo y terminar con esto de una vez.  ¡Como quisiera hacerlo!   

En cuánto me termine de arreglar, tengo que salir de mi casa a una vez más engañar, a fingir, a hacerle creer a la gente que yo soy el que cambiará el futuro de este país que ya está hasta el cuello del lodo.  Porque mis antecesores han sido como yo; y porque los que me seguirán serán como yo.  Esto no va a cambiar porque todos queremos lo mismo:  El poder y el dinero. 

Y mientras no eduquemos al pueblo, el pueblo seguirá esperanzado que algún día saldrán de pobres, que algún día alguien los va a rescatar de la miseria, que algún día esta nación será una potencia mundial.  ¡Esa gente tiende a olvidar tan rápido! Yo me sorprendo que en cada campaña les ofrecen lo mismo, con diferentes rostros, con diferentes nombres de personas y de partidos y aún así ellos siguen confiando en todos nosotros.  Esperanzados en algo que jamás se alcanzará, a menos que un milagro suceda.  Porque cualquiera que toma el camino de la política en este país, empieza con muy buenas intenciones y termina como todos:  deseando el poder y el dinero.   

Voy a beber un trago de tequila para armarme de valor y seguir adelante.  Ya no puedo echarme para atrás.  Mi futuro, el de mi familia y el de todos mis colaboradores está en mis manos.  ¡A seguir con el teatro!

3 comentarios:

  1. Triste realidad...
    Necesitamos un cambio, estoy seguro que tu también lo crees.

    Gustavo Tijuana
    guga@gmail.com

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  2. Triste realidad...
    Necesitamos un cambio, estoy seguro que tu también lo crees.

    Gustavo Tijuana
    guga@gmail.com

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  3. Triste realidad...
    Necesitamos un cambio, estoy seguro que tu también lo crees.

    Gustavo Tijuana
    guga@gmail.com

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