Gracias
a los diferentes temas que trato en este blog, tengo la oportunidad de
conocer gente interesante con puntos de vista diferentes y formas de
vida fuera de lo que la sociedad conoce como “normal”.
A mi me encanta dar a conocer a esas personas porque siempre tienen algo que podemos aprender. Partiendo de mi escrito Las Dos Caras de la Prostitución recibí un correo de alguien llamado Cliente X en el cual me invitaba a ver su blog llamado Barrio Rojo, un espacio sexual liberado.
Me
pareció un blog interesantísimo ya que Cliente X no es más ni menos que
un cliente que ha frecuentado prostitutas por muchos años.
Quiero
compartir en mi blog el escrito de Cliente X que se llama ¿Por qué
acudo a las prostitutas? Porque me parece interesante leer el otro
punto de vista de la prostitución y ese es el punto de vista del
cliente. Yo pienso que la sociedad latina es muy rápida en condenar
sin intentar siquiera comprender.
Así que lo que para muchos es
pecaminoso para el Cliente X ir con las
prostitutas es normal. Veamos cuáles son sus pensamientos y sobre todo, que
fue lo que le motivó tener un blog acerca de la prostitución.
Me gustaría saber tu opinión como lector de mi blog sobre este escrito.
¿Por qué acudo a prostitutas?
A
diferencia de otros blogs, en el mío no soy muy dado a hablar de mis
experiencias o circunstancias personales ya que trato de abordar el tema
de la prostitución con el rigor que amerita. Pero, como cuando se habla
de alguien que acude a prostitutas la reacción generalmente oscila
entre el asco y el morbo, he pretendido escribir con una cierta
distancia y objetividad; más que nada para que me tomen mínimamente en
serio. De manera consciente he llevado este espacio al terreno que me
apasiona, el de la política. Quien entre aquí esperando saber con qué
chica me acuesto o dejo de acostarme, qué prácticas realizo u otras
intimidades de alcoba saldrá muy defraudado. Hablo
de la prostitución como un asunto de interés social, tratando de dar a
conocer esta realidad al público en general y en particular a aquellas
personas con las responsabilidades para incidir en esta realidad. ¿Que os parece un tema muy seco y aburrido? Yo lo encuentro apasionante. Una
de las cuestiones que más reiteradamente se me han planteado es por qué
"voy de putas". Hoy me he decidido a escribir sobre este asunto tras leer el blog de una dama de compañía en el que se pregunta “¿por qué los hombres solicitan mis servicios?”. Ella
hace una diferenciación entre cuatro tipos básicos de clientes: los
casados, los solteros empedernidos, los tímidos/vírgenes y finalmente
aquellos que tienen costumbres sexuales diferentes. Cada grupo vendría a
tener unas razones diferentes.
Pues
bien, mi caso es que he pasado por diferentes etapas. No hubiese
recurrido al sexo de pago de no haber confluido una serie de factores:
para comenzar acababa de pasar por un desengaño amoroso, que en su día
interpreté como una traición y hoy como falta de vista por mi parte.
Además mis compañeros de trabajo eran muy puteros, no paraban de hablar
del tema y de animarme ya que "cuando lo pruebes, no podrás dejarlo".
Por último, y aunque os suene extraño, no sabía qué hacer con el dinero.
Curraba de la mañana a la noche, no tenía vicios y seguía viviendo con
mis padres así que ahorraba prácticamente todo lo que ganaba. Al
principio iba muy esporádicamente (cada 3 o 4 meses) y me sentía
culpable por lo que hacía. Creía, tal y como nos dicen muchos medios,
que estas mujeres estaban esclavizadas y al pagar por sexo contribuía
sostener esta situación. Esta etapa inicial la podemos denominar como de búsqueda de sexo anónimo y clandestino:
sólo iba para desfogarme sexualmente cuando ya no aguantaba más. Luego
me sentía mal pues, aunque no tenía el menor indicio de que abusasen de
las chicas, me carcomían las dudas acerca de si esa mujer que tanto me
sonreía, que me había tratado tan bien y con la que había disfrutado no
se vería obligada a hacerlo por su "chulo". La verdad es que desconocía
todo lo que hubiese tras ella ya que me limitaba a llamar a los pisos, elegir a la chica que me pareciese más atractiva, pagar, tener sexo con ella y marcharme. Por
si esto fuera poco me parecía un gasto totalmente superfluo, un "lujo
burgués" habría dicho en esa época en la que -como joven e ingenuo- era
de izquierdas. Posteriormente fui siendo más asiduo, pero variaba mucho ya que lo que me gustaba era estar con muchas mujeres como tratando de recuperar el tiempo que "perdí" con
mi novia. Ahora podía tener mucho sexo, variado y de calidad. Era como
un niño en una pastelería. Comencé a ir 2-3 veces al mes, ahora a clubes
ya que había más mujeres que en los pisos. En la etapa anterior lo que
más me preocupaba era que me viesen, por lo cual acudía a la modalidad
más discreta. En ésta, que podemos llamar de "acomodación a la
prostitución", ya
no me sentía incómodo yendo a los lupanares y fui siendo testigo de
cómo las chicas tenían total libertad para ir y venir cuando quisiesen ya
que salí con varias de ellas e incluso alguna me invitó "para violarme"
a su casa o porque simplemente estaba sola en España y quería pasar las
fiestas o los días de descanso con alguien. Todavía no conocía este
mundo pero le perdí el miedo que le tenía con anterioridad.
Tras varios años trabajando, decidí retomar los estudios y marché a Madrid donde entré en contacto con la modalidad de prostitución que encuentro más fascinante: la callejera. Al
principio me parecía terriblemente sórdida y marginal, la frecuentaba
básicamente porque en mi situación era la única que podía permitirme. Es
sobre la que existe peor prensa: mafias, enfermedades, drogas...
reconozco que al comienzo tenía muchos, muchísimos miedos. Pero
al ser más y más asiduo, comencé sin quererlo a intimar con las chicas,
a irlas conociendo, a entrar en su mundo. Ya me desenvolvía con soltura
en este mundillo y sabía las cosas que las hacen gracia, cómo
agradarlas e incluso cómo ir consiguiendo una mejor atención (los
"extras de novia" que tanto nos gustan). Esta etapa puede llamarse la de
amistad, iba con ellas porque me sentía más a gusto en su compañía que con cualquier otra persona. Siendo importante el sexo, ya no lo era todo. Disfrutaba del "ambiente", de charlar y bromear con ellas, de su compañía. También me llevaba con muchas chicas con las que nunca entraba. Lo
que me llevó a conocer esta realidad más a fondo fue el cursar una
asignatura (métodos y técnicas de investigación social) que hizo
confluir lo que en ese momento eran mis dos pasiones en la vida: la
carrera de Ciencias Políticas y el mundo de la prostitución. Me pareció interesante realizar un trabajo de investigación sobre un tema que cada vez iba cobrando mayor peso en mi vida. Gracias
a mis estudios pude complementar mi visión como putero con una
perspectiva académica que considero que es lo que le da el mayor valor
añadido a este blog. Pues bien, comencé a buscar bibliografía sobre el tema en Internet y hallé el blog de Marien.
¡Una prostituta que trataba de dar a conocer su mundo desde dentro, qué
lujo! Sus testimonios resultaron ser sorprendentemente coincidentes a
los que había escuchado a las chicas de la calle. Que si lo hacía
voluntariamente y nunca había conocido a ninguna mujer obligada, que si
llegaba a disfrutar con su trabajo, que si los clientes eran en general
buenos con ellas y las trataban respetuosamente... vaya, me
chocó que el discurso de las feministas que decían ayudar a estas
mujeres difiriese tan sustancialmente del de las propias prostitutas. Así que debido
a mis obligaciones académicas estuve haciendo un intensísimo trabajo de
campo, al salir de la universidad iba siempre al centro a hablar con
las chicas. Y a los pocos meses asistí a uno de los episodios que más me han marcado en la vida. Una
de ellas, con la cual había trabado por aquel entonces una cierta
confianza (y que con el tiempo llegaría a ser de mis amigas más íntimas y
mejores informantes), me tuvo hablando con ella un buen rato. No me
extrañaba, porque cuando falta trabajo suelen matar el tiempo charlando.
Y como se sentían cómodas conmigo y soy una persona con conversación,
era normal que me llamasen para que las acompañase mientras no pasaban
clientes. Pues
bien, después de estar un rato con ella dentro de uno de los portales
la invito a tomar un café. Y me dice que no, que no puede salir. Suelen
quedarse en los portales de las casas donde se atienden o en los
restaurantes de la zona si hace mucho frío, viento o llueve pero ese día
no era el caso. Me dice que es que está la policía y yo la miro como
diciendo ¿pero qué has hecho? Entonces me explica que esa semana no les
ha pagado y que por tanto no puede salir a la calle.
Me
quedé a cuadros. En la vida podía haber imaginado una situación que,
con el transcurrir de los años, comprobaría que era tremendamente usual.
Más y más chicas, en diferentes zonas y turnos, me irían diciendo cosas
similares e incluso que los pisos tenían que pagar una "licencia"
mensual. Yo mismo sería testigo de cómo varios policías de paisano
pedían los "papeles" y 400 euros a una de mis conocidas. Pero es que
además me contarían lo mismo trabajadores sociales a los que conocí en
charlas o diversos profesionales como sociólogos, abogados o detectives
con los que fui contactando a lo largo de estos años. Realizando
los estudios que realizaba, y con una sensibilidad contraria a
cualquier abuso, no podía desentenderme de este asunto. Fui pasando más
tiempo en la calle que en ningún otro sitio, se convirtió en mi segundo
hogar. Quedaba
siempre con las chicas, íbamos a comer juntos, me presentaban a sus
parejas, salía con ellas, llegué a conocer a las "chulas" de la calle
(señoras que, a cambio de la mitad de lo que ganan las chicas, las dan
alojamiento, comida, trabajo, las enseñan el idioma y negocian
colectivamente con la policía la tasa que han de pagar... es decir,
actúan como sindicalistas pero de las de verdad, de las que protegen al
trabajador en vez de vivir a su costa), a chicas menores, a las que
robaban, a las que vendían droga o pésimos sucedáneos... En sus propias
palabras, "sabes mucho y te has implicado demasiado". Ahora
ya no me interesaba el follar (bueno, no sólo). Buscaba CONOCER esta
realidad y saber por qué se miente tanto acerca de ella. Es mi última etapa, como investigador y activista. Pretendo averiguar qué oscuros intereses esconden las ONGs
abolicionistas y las administraciones públicas empeñadas en mantener en
la desprotección más absoluta a un colectivo tan importante de
trabajadores. Hace casi 3 años abrí mi blog y decidí contar las cosas
tal y como las veía, con completa independencia, sin casarme con nadie. Éste soy yo y ésta ha sido mi trayectoria. Muchas gracias por su atención.
Cliente X