Mi amiga Carolina me dijo: “Para tu cumpleaños como regalo te voy a llevar
a un Spa mixto donde tenemos que estar desnudas pero es un spa increíble porque
tiene….”.
Ya no escuché más de lo que me dijo sino que me quedé pensando: “Spa
mixto/desnudas”. Con lo mente abierta
que soy no debería de tener problema con ello pero sí que lo tenía.
En Guatemala y me imagino que en toda Latinoamérica, nos enseñan a las
mujeres desde bien pequeñas que tenemos que ser pudorosas y cuidadosas con
nuestro cuerpo. En los gimnasios las
duchas tienen puerta o cortina. Algunas mujeres
salimos de la ducha ya vestidas o con
una toalla encima. Si salimos con una
toalla encima entonces somos unas expertas en ponernos la ropa interior sin que
se nos vea ni una teta ni siquiera parte de una nalga. Ya en ropa interior, algunas nos sentimos
cómodas de seguirnos vistiendo a la vista de todos sin toalla. Otras optan por dejarse la toalla hasta que
terminan de vestirse.
Lo que no entiendo ahora que lo pienso es ¿por qué? los baños usualmente están clasificados uno
para hombres y otro para mujeres.
Entiendo que queramos taparnos de los hombres pero ¿por qué hacerlo de
las mujeres?
He estado investigando con mis amigos latinos varones y ellos me cuentan
que para algunos hombres es igual que para las mujeres y a algunos otros no les
importa andar desnudos enfrente de los demás varones. Mi amigo José que es de España me dijo: “Depende
de dónde estés y como se comporte la demás gente” y me explicó que si vas a un sauna en Alemania donde todo el mundo se siente cómodo de estar desnudo no es
lo mismo que ir a uno en España donde ves a hombres tapándose y a lo mejor
todavía hay duchas individuales. Alguien
más me contó que en un lugar de las Canarias les pedían a los hombres usar
pantalón largo en un Spa.
Pues con todos estos antecedentes he de decir que aún para mí, que soy tan
abierta a hablar de cosas que nadie se atreve, también era un tabú estar
desnuda frente a extraños, hombres y mujeres, hasta el sábado pasado.
Los días antes de ir al Spa estuve pensando al respecto, de cómo me iría a
sentir y que si me iba a gustar o disgustar la experiencia contando con el
pasado tan pudoroso que llevé desde niña. ¿Me iría a sentir incómoda? ¿Habrá gente morbosa? ¿Qué pensarán las demás personas de mi
cuerpo? Eran algunas preguntas que tenía antes de ir al Spa.
Recuerdo que una vez me atreví a estar desnuda con dos amigas en un Hamam
(baño turco) pero era solo para mujeres.
Como era turco recuerdo que algunas de las mujeres estaba tapadas ya que
la cultura turca también es bien pudorosa.
También una vez me atreví a estar topless en una playa pero éramos mi
novio y yo y unas 3 o 4 personas más. Así
que decidí que iba a ir al Spa mixto y experimentarlo sin prejuicios y de ahí
iba a sacar mi conclusión.
Se llegó el día del Spa y llegamos con mi amiga Carolina. Preguntaron si habíamos traído toalla,
sandalias y bata. Yo había llevado
toalla y sandalias pero no bata ¡estaba dispuesta a estar desnuda todo el
tiempo! Mi amiga Carolina me explicó que para ir a comer o para ir a las áreas
comunes necesitábamos la bata. Tuve que
alquilar una.
Nos desvestimos y en bata entramos al Spa.
El Spa era de lujo, había una piscina en medio del lugar en la cual la
mitad estaba adentro y la mitad afuera. Había
jacuzzis, baños de vapor, piscinitas pequeñas, duchas. Todo mixto.
También habían saunas diferentes: uno con colores, otro con música, otro
con una fogata y había uno en el que la gente hacía cola para entrar a cierta
hora. Al parecer había algún tipo de
ejercicio adentro que se hacían en grupo.
No entramos a ese. Había lugares
para tomar el sol y un jacuzzi a la intemperie. Y masajes y áreas para
tratamientos específicos.
Entramos primero a una piscinita pequeña.
El primer hombre que veo desnudo es un señor como de 60 años con una
panza del tamaño de un embarazo de 9 meses.
No me gustó verlo para nada.
Luego vi un par de señoras de más o menos 80 años. Jamás había visto el cuerpo de alguien de esa
edad desnudo y me impactó. El saber de
que yo estaré así algún día me hizo impactarme aún más. Por un momento me sentí morbosa por estar
viendo el cuerpo de los demás pero luego me di cuenta que disimulada y
discretamente todos nos mirábamos los cuerpos de todos.
¡Qué envidia me dio el verles las tetas a dos chicas de más o menos 20
años! También de ver a una chica de esa
edad con su novio tan guapo. Me sentí
muy bien conmigo misma de ver algunas miradas de envidia de mujeres de mi edad
hacia mi cuerpo. Todo muy discreto pero se
nota. Ver y comparar los cuerpos de los
hombres y los diferentes tamaños de penes.
Algunos daban risa y otros ¡qué cuerpazo! o ¡qué tamaño! Había uno que
parecía un Adonis y que cuando íbamos a entrar al jacuzzi a la intemperie se
paró en las gradas para hablar con su novia sin dejarnos pasar y no nos quedó
nada más que admirarlo mientras esperábamos que pasara.
Habíamos alrededor de 100 personas en el lugar todas esparcidas
espaciosamente y de todas esas personas solo sentí una mirada morbosa sobre mi
cuerpo. El hombre parecía venir de un
país arábico y la forma que veía era asquerosa.
Fue en el único momento que me sentí incómoda. Por lo demás mientras más iba pasando el
tiempo más cómoda me sentía. Era inevitable
sentarse o acostarse en un sauna y ver para un lado y encontrarse con un par de
bolas y un pene colgando o una mujer con las piernas abiertas enseñando el coño. Era chocante para mí pero a la vez me ponía a
pensar “pero si yo también estoy desnuda, puedo hacer lo mismo” y abría las
piernas para ver si veía alguna reacción pero no obtenía ninguna. Habían personas que se rasuraban en las
partes íntimas y otras no. Al principio
era extraño pero después me daba igual como estuviera cada quién.
Ahí me di cuenta que podemos estar en un lugar así y sentirnos cómodos y
tranquilos mientras nosotros no pensemos en lo que los demás están
pensando. Esa es la fórmula: hacer lo
que queramos sin importarnos lo que los demás piensen.
Recuerdo que uno de los últimos saunas a los que entré había un hombre
viéndome descaradamente las tetas. No
tengo grandes tetas y después de ver las tetas de las demás en ese lugar me
gustó que me las estuviera viendo. Mis
pobres teticas se quedaban cortas con tanta teta hermosa. Extendí los brazos hacía atrás para pararlas
y enseñarlas. A las tetas sin vergüenzas
les gustó la acción y se exhibieron sin reproches.
Cuando almorzamos después de un delicioso masaje de media hora, nos tocó
ponernos la bata y entonces me pareció raro estar en bata y no desnuda. Carolina me contó que cuando es verano la
gente está tomando el sol, desnudos. Me
dijo: “¿Te imaginas lo raro que ha de ser para un camarero atender a gente
desnuda?” ha de ser gracioso. Como era gracioso
estar en bata comiendo.
Después de estar unas 6 horas en las instalaciones, nos dimos cuenta que
había más gente todavía. Ya eran como
las 6 de la tarde un sábado y parecía que todos al mismo tiempo habían decidido
ir al Spa. Entramos a un sauna y estaba
llenísimo. Casi no había espacio para sentarse.
Entonces es diferente porque mientras antes estábamos acostadas,
cerrábamos los ojos y podíamos estirar las piernas si queríamos, acá estábamos todos
sentados y viéndonos las caras. Pero no
eran solo las caras sino que también los cuerpos. Era más obvio y confrontador.
También las duchas estaban más llenas y a la par mía podía estar una mujer
o un hombre duchándose dando de vueltas bajo el agua y con más cercanía a
vernos y rozar el cuerpo. Ahí supe que
era hora de partir. Me di cuenta que
mientras nos diéramos un espacio adecuado era cómodo estar desnudo pero si ya
estábamos amontonados entonces se volvía desagradable.
Me encantó la experiencia y la voy a repetir. Recuerdo que hace algunos años atrás mi
compatriota Ricardo Arjona sacó una canción que se llama “Desnuda”. La gente se
escandalizó con esta canción y hasta hubo debates al respecto. En las primeras
estrofas se lee:
No es ninguna aberración sexual,
Pero me gusta verte andar en cueros
El compás de tus pechos aventureros
Víctimas de la gravedad
Será porque no me gusta la tapicería
Que creo que tu desnudez es tu mejor lencería
Yo pienso que esa manera de enseñarnos ocultar nuestro cuerpo desde
pequeños también ayuda a los complejos que tenemos con respecto al mismo. En el Spa vi a personas obesas, personas
desproporcionadas, personas con cuerpazos.
Al principio me sorprendía pero después de un par de horas lo vi tan
normal que ya me daba igual. Había mujeres obesas con tetas envidiables o
mujeres flacas pero con un culo hermoso.
Creo que si tenemos el cuerpo expuesto de esa manera aprendemos a
aceptarnos más los unos a los otros.
¡Así que…desnudémonos y seamos felices.!
Y ahora que por fin te tengo así:
desnuda y precisamente enfrente,
desnuda también un poquito la mente
pon tus complejos junto de tu ropa...