jueves, 29 de agosto de 2013

Engañada con un perfil falso en Facebook



Por ser mi nombre de dominio público por el blog que escribo, he procurado ser cuidadosa en mi perfil de Facebook con las personas que acepto como amigos.  Eso es porque en mi perfil pongo fotos y cosas personales que no quiero que sean del dominio público.  Tengo listados de personas así que hay cosas que unas personas pueden ver y otras que no. 

Pero aún con todas esas medidas de seguridad tomadas, cometí un error hace poco que me hizo darme cuenta que uno no puede descuidarse en las redes sociales porque siempre hay alguien al acecho y pendiente de ver el punto débil de uno para lograr el objetivo de sacar información, fotos o dinero.

Por ser soltera estoy inscrita en una página para conseguir citas.  Mi perfil de esta página está con un apodo y conectado a un segundo correo electrónico que tengo.  Normalmente cuando empiezo hablar con un chico y me pide rápidamente el número de teléfono o el Facebook no lo acepto.  Hasta conocer bien al chico o darme cuenta que realmente quiero una cita con él les doy más detalles de mi persona.

Estaba hablando con un chico una semana antes de irme de vacaciones.  Simpático, cariñoso, divertido.  Fisicamente no era la gran maravilla pero había algo de atractivo en él.  Me dijo que se llamaba Wesley, que era Americano de 42 años.  Era Ingeniero Marino, tenía su propia empresa que reparaba barcos y vivía en Nueva York pero acababa de obtener un contrato de trabajo para reparar unos barcos en Grecia, así que iba a vivir en Grecia por dos años.  Era divorciado y tenía una hija de 15 años. 

Como yo andaba con mi cabeza pensando en las vacaciones no vi nada de raro en las conversaciones que teníamos.  El chico decía que estaba muy entusiasmado conmigo, que hacía tiempo que nadie le entusiasmaba como yo.   Cuando me faltaba un día para irme de vacaciones le dije que ya no íbamos a hablar porque yo me iba y que no iba a chequear nada de esa página en mis vacaciones.  El chico me dijo que no quería perder contacto conmigo, que quería saber como yo estaba y que si le agregaba a mi Facebook.   La verdad es que normalmente le hubiera dicho que no pero como andaba con mis pensamientos en las vacaciones no vi ningún problema en darle mi Facebook.   Eso si, le puse algunas restricciones como no poder ver mis datos personales, amigos y algunas fotos. 

Rápidamente chequée su Facebook para ver si todo estaba bien.  Tenía como 20 fotos de él y de su hija y vi que las fotos fueron subidas en distintas fechas e inclusive años mas otras fotos de paisajes, chistes, etc..  Habían comentarios  y “me gusta” en casi todas las fotos.  No podía ver a sus amigos, tan solo en los comentarios, pero eso no me pareció extraño porque yo tampoco lo dejaba ver los míos.  Normalmente si un perfil es falso, tiene una o dos fotos y casi no tiene comentarios.  Así que no le puse demasiada cabeza y seguí preparándome para mis vacaciones.

Me fui de vacaciones y Wesley me escribía y decía que había visto mis fotos en el Facebook, que era hermosa y que quería algo en serio conmigo.  Me dijo que quería pasar el resto de su vida conmigo.  Yo cuando leía estos mensajes me sorprendía  pero no le ponía mucha atención porque estaba de vacaciones.  Nunca le contesté “yo también te extraño” o “yo también quiero estar contigo”.

Recibí un correo electrónico a través del Facebook de una mujer llamada María dos días después de empezar mis vacaciones.  En ese correo la mujer me decía que era la mejor amiga de Wesley, que me escribía para advertirme que no jugara con los sentimientos de él.  Que él estaba muy entusiasmado conmigo y eso a ella le daba mucho miedo ya que Wesley había sufrido mucho al divorciarse de su ex.  Me contó que Wesley encontró a su ex con uno de sus trabajadores en su cama.  Que el divorcio fue bastante doloroso y que el trabajador de él se casó con la ex, le sacó dinero, y luego se divorció de ella.  Que pelearon la custodia de la hija y Wesley la ganó.  Me dijo:  “El ha sufrido mucho y lo único que se merece es la felicidad”.  Yo estaba muy extrañada por este correo y lo primero que hice fue mandárselo a Wesley y decirle que dejara de estarle dando mi nombre a sus amigos y que por favor  le dijera a esa tipa que me dejara en paz.  Yo no le iba a contestar a la tal María pero mi amiga a la que visitaba en vacaciones me dijo que le dijera que dejara de estar enviando ese tipo de correos a posibles novias de Wesley, que yo también había sufrido y no por  eso tenía a mis amigos advirtiéndole a la gente y  que por favor me dejara en paz.  Así lo hice.

Como estaba de vacaciones no le puse mucho pensamiento a estas cosas extrañas alrededor de Wesley.  No le escribí por varios días hasta que regresé de vacaciones. 

Cuando regresé todavía tenía un día libre para estar en casa.  Tenía muchas cosas pendientes que tenía que arreglar.  Ese día hablamos bastante con Wesley.  Hablamos de su trabajo, que se había llevado a 20 trabajadores americanos a trabajar a Grecia y entre todo me envió el contrato de trabajo en el cuál se leía que era por 7 millones de euros.   Yo creí que lo había enviado para enseñarme lo rico que era y le dije:  “A mi no me importa el dinero sino que la persona”.   Se disculpó por ello.   Me dijo que estaba tan entusiasmado conmigo que quería venirme a visitar en dos semanas.   Yo como todavía estaba con mi cabeza relajada en las vacaciones no veía nada raro en nuestra conversación.   Hasta que me empezó a preguntar de mi vida personal.  Me preguntó que dónde trabajaba y yo le dije.  Mi empresa vende un producto específico que él me dijo que quería saber el precio, que a lo mejor lo compraba para facilitarles el trabajo a sus empleados. Luego me preguntó:  “¿y cuánto ganas de salario?” Ahí si me sonaron las alarmas en la cabeza y le contesté:  “Lo suficiente para vivir”.  Y me dijo:  “¿Pero cuánto es lo suficiente?”  Le contesté:  “¿Para que quieres saber?” y me contestó:  “Cuando seas mi esposa no quiero que trabajes sino que te quiero dar el doble de lo que ganas ahora para que cuides a nuestros hijos”.  Me reí de la respuesta.  Me dio mucha gracia tanta imaginación.

Pero… he de confesar que a mi edad si alguien ofrece cuidarte, amarte, casarse, llevarte a vivir a la ciudad de Nueva York (que ha sido un sueño dorado toda mi vida) entonces uno se lo piensa.  Si al conocerlo en persona era atractivo y conectábamos estaba abierta a probar.  Confieso que sí pensé de que sería bonito poder  empezar una familia con este hombre.  ¿Porque no?  no parecía que tenía nada que perder.

Al siguiente día lo hablé con una amiga y me dijo:  “ten cuidado, suena extraño”.  Yo le dije que lo más extraño era que yo me lo estaba pensando.  Me dijo: “¿Has probado chequear si su empresa realmente existe?  Le dije que no y me dijo:  “házlo”.

Así que gracias a mi amiga me puse a chequear bien el contrato de trabajo que Wesley me había enviado.  A simple vista se veía que era falso.  Busqué la empresa de él y la que lo contrató en Google y por supuesto no existían.  Entonces me puse a ver bien su Facebook pero le puse restricciones para que no siguiera viendo el mío.  Vi una a una las fotos y la verdad que parecían auténticas.  Pero luego me puse a ver bien los comentarios y casi todos eran exaltándolo a él:  “gracias por haber ayudado a mi familia con una casa después del huracán, eres un hombre generoso”, “gracias por emplear a mi hijo en su empresa, usted es una excelente persona”, “usted merece una buena esposa que lo quiera despues de todo lo que ha sufrido y por todo lo que ayuda a la gente”.  Luego empecé a ver a los amigos que habían comentado y todos estaban en distintos lugares:  Kuala Lumpur, Mozambique,  Indonesia, Tailandia, etc. 

Mientras yo hacía esta investigación, Wesley estaba escribiéndome preguntando intensamente por el producto que mi empresa vende.  Que le urgía y que quería que se lo mandara lo más pronto posible.   A este punto yo ya sabía que él quería que le enviara el producto con mi propio dinero.  Le di un precio falso solo para ver que hacía.  Me dio su dirección y teléfono para que se lo enviara.  Le dije:  “¿Cómo y solo así?  ¿Y el dinero?”  me contestó:  “El dinero te lo envío mientras tanto”  le contesté: “si no hay dinero no hay producto, así de sencillo”.  Me dijo: “¿No crees en mí baby?  Yo no te voy a engañar” y le dije: “pues no confío en tí”. Se puso furioso y me dijo que si lo quería ver en Skype a él y a sus 20 trabajadores, que él me iba a enseñar que era real.  Me envió una foto de su identificación de Nueva York.  Me dijo:  “envíame la tuya porque no confío en tí tampoco” le dije que no le iba a enviar nada y que esperaba a que apareciera con sus 20 trabajadores por Skype.  Unos diez minutos después me dijo que quería conectarse a Skype pero que no lo podía hacer porque la conección en la plataforma donde él trabajaba no servía. 

Le dije: “Wesley, o como sea que te llames, ya deja de mentir.  Tu empresa no existe, ese contrato es falso, tu perfil de Facebook es falso, tus amigos en Facebook también y están por todos lados del mundo.  Ya estás al descubierto.  No te voy a enviar el producto que quieres con mi propio dinero” 

Así que ya descubierto me bloqueó en el Facebook antes de poder reportarlo aunque le pedí a algunos amigos que me ayudaran a hacerlo.   Lo reporté también en la página de donde me contactó y también reporté a su mejor amiga María.

Pero me siento ciberneticamente engañada.  Me siento casi violada ya que esta gente lo que busca son mujeres solteras y solas a las que pueden engañar con palabras bonitas.  Le conté cosas de mi vida personal y me siento vulnerable al saber que él no era real y que tiene esa información mía. Odio que sepa mi verdadero nombre. A lo mejor se robó algunas de mis fotos y talvéz hará un perfil falso con ellas.

Me enoja el haberle creído que era un hombre que sufrió mucho por la infidelidad de su mujer y que cuidaba a su hija.  Me pregunto quién será el verdadero dueño de esas fotos y quién será esa chica de 15 años que tenía en su perfíl.  ¿A cuántas mujeres no habrá engañado y sacado dinero?  ¿A cuántas más irá a engañar?  Lo bueno es que me di cuenta a tiempo de sus verdaderas intenciones.  Y es que aunque uno se crea preparado para estas cosas, con un pequeño descuido,  cae. 



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miércoles, 7 de agosto de 2013

Porque Vivo en el Extranjero No Quiere Decir que Soy tu Saco de Dinero







Recuerdo cuando vivía en Guatemala y cuando recién empecé a trabajar ganaba Q.600 (USD$76.55) al mes de salario.  Con ello apenas podía pagar una habitación de alquiler y la comida del mes.  No me alcanzaba para nada más.  Entonces cuando sucedían emergencias tenía que recurrir a mi madre, padre o tío que viven en los Estados Unidos para que me socorrieran.  No lo hacía seguido.  Era solo cuando de verdad estaba en apuros. 

Con el tiempo encontré mejor trabajo y ganaba por encima del salario estándar. Pero aun así, el salario no me alcanzaba.  O al menos eso creía yo.  Recuerdo que iba cada semana al salón de belleza a hacerme el cabello y las uñas, que iba casi todos los medio días a comer fuera y a buenos restaurantes y vivía en una buena zona de la ciudad.  Pero en esta época sí que no pedí dinero prestado.  No lo consideré justo para mi familia que vivía en el extranjero.

A mí nunca nadie me enseñó a ahorrar o a hacer un presupuesto mensual.  Vivía como podía.   Eso es algo que hace la mayoría de guatemaltecos que vienen de clase baja o media.

En Guatemala se tiene la creencia que los que viven en el extranjero están bien, que ganan mucho dinero pero sobretodo que como están en buena posición tienen la obligación de ayudar a sus familiares (o amigos) que dejaron atrás.  Una de las principales fuentes de ingresos para Guatemala son las divisas que las personas que viven en el extranjero envían a sus familiares.  En promedio se reciben alrededor de USD$400,000 al mes en divisas extranjeras.

Cuando vine a vivir a Holanda me di cuenta que si uno quiere vivir bien, tiene que trabajar mucho y duro.  Y no es que uno venga al extranjero y ya tiene todo listo para empezar.  Uno tiene que ver cómo sobrevivir y salir adelante.  Yo recuerdo que cuando salí de Guatemala dejé un súper puesto en una empresa de telecomunicaciones internacional y cuando vine acá mi trabajo consistía en limpiar 50 baños al día.  Hice de todo, desde limpiar baños hasta oficinas, habitaciones de hotel, casas de ancianos, etc.  Yo odiaba los trabajos de limpieza y me decía que para un trabajo así mejor me hubiera quedado en Guatemala.  Pero a pesar de limpiar esos 50 baños vivía mejor que en Guatemala.  Era un paradigma que yo no lograba entender.

Empecé a buscar trabajo de oficina y no encontré en los primeros tres años que estuve viviendo en Holanda. Y es que en esa época (12 años atrás) no había muchos Latinoamericanos viviendo en Europa.  Como este es un país primermundista, se tenía la creencia de que a nosotros no nos educaban o que la educación estaba por debajo de los estándares europeos -cosa que puede ser cierta- pero tampoco es que no podamos ni encender o apagar una computadora.

Así que limpiando baños o haciendo trabajitos como de bar tender o camarera sobreviví mis primeros años en este país.  Recuerdo que empecé a recibir cartas de familiares, con los cuáles no había tenido mucho contacto en Guatemala y entre todo me contaban sus necesidades de dinero y si les podía enviar dinero.  Algunos familiares se ponían dramáticos y me contaban de enfermedades graves y/o problemas monetarios extremos.  Y así iba mandando dinero a diestra y a siniestra.  Hasta que un día me sucedió algo que me abrió los ojos.  Un familiar me pidió dinero como ya lo había hecho en varias ocasiones anteriores.  Yo tenía mi dinero muy contado porque me acaba de mudar de casa.  Pero este familiar me puso la cosa tan dramática diciéndome que no tenía ni para comer que honestamente le envié dinero que iba a servir para mi comida con tal y de que esa persona pudiera comer también.  Unas dos semanas después estaba hablando con la hermana de este familiar y me dice: “hiciste muy feliz a mi hermana con el dinero que le enviaste.  Pudo ir al concierto de Bon Jovi que era su mayor deseo”.  Se me cayó la quijada al suelo cuando me enteré del verdadero destino de mi dinero.  Otro familiar en otra ocasión dijo: “es que los que viven en el extranjero tienen la obligación de ayudarme porque yo soy una persona incapacitada”.  Este familiar tenía pareja con buen trabajo y dos hijos que podían ayudarlo económicamente. 

También está la costumbre que cada vez que voy a Guatemala de paseo o me ofrecen un negocio para que yo invierta dinero o me piden dinero prestado.  Hasta tengo un familiar que me roba el dinero si me quedo en su casa. Si los invito a comer me llevan a los restaurantes más caros.  Lo que esta gente no se pone a pensar es que para yo ir a Guatemala me he sacrificado ahorrando por un año, tratando de no salir ni hacer nada fuera de lo común.  Tampoco se ponen a pensar de que yo también tengo deudas, que yo también a veces paso penas de dinero y que yo a veces también tengo que pedir dinero prestado cuando ya estoy hasta el cuello.  ¿Acaso me van a ayudar ellos o devolver algo del dinero que les he prestado?

Por todo esto decidí un día de que solo iba a ayudar a la gente que yo quiero.  Hay gente a la que quiero mucho y no anda pidiendo dinero.  A esa gente es a la que me gusta ayudar.

Yo conozco personas que gastan más dinero de lo que tienen.  Es una necesidad e impulsividad constante la de estar comprando cosas y después no tienen ni para comer.  Estaba buscando si eso de prestar dinero era una manía o una enfermedad y encontré este artículo interesante que se llama Testimonio de un Deudor

Volviendo al tema, me gustaría que esas personas que prestan dinero a familiares o amigos  que viven en el extranjero se pusieran a pensar que a nosotros también nos cuesta vivir.  Que nosotros también tenemos que sudar lo que ganamos.  Que si bien es cierto que vivimos mejor, así mismo es cierto que nuestros gastos son mayores: los alquileres por las nubes, los alimentos básicos caros porque la mayoría son importados y si tenemos niños los gastos que conlleva pagar la guardería y todas las necesidades de ellos. No es fácil vivir aquí.  Uno vive contra reloj, con stress y si uno no camina para adelante con los demás, uno no está en nada.  Decidimos vivir en el extranjero para tener una mejor vida para nosotros mismos.   No para tener la obligación de ayudar y darles mejor vida a los familiares o amigos que dejamos atrás.

Hay que aprender a hacer un presupuesto, a amarrarse los pantalones y vivir con lo que se tiene.  Y si no se puede pues ¡a emigrar!